Tània Juste: “Deberíamos aprender a hablar de arte y de artistas sin tener tan presente su género”

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Tània Juste (Barcelona, 1972) es licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Barcelona, con especialidad en Historia del Arte. Ha publicado ya cinco novelas en catalán. ‘Amor al arte’ es su cuarto libro publicado en castellano, después de ‘Pasaje al Nuevo Mundo’, ‘El hospital de los pobres’ y ‘Tiempo de familia’. Al habla con la autora barcelonesa, charlamos sobre su nuevo trabajo literario.

Pregunta: ¿Aun siendo una novela con personajes ficticios, cuánta realidad autobiográfica dirías que hay detrás?

Tània Juste.

Tània Juste: ‘Amor al arte’ tiene mucho de real, porque parte de unos cuantos interrogantes que me surgieron después de estudiar la carrera de Historia del arte: había viajado a los movimientos artísticos de todos los tiempos, tenía ya un listado de artistas que me habían deslumbrado y cuya obra seguiría admirando el resto de mi vida y, sin embargo, empezó a crecer en mí esa extraña sensación… ¿Dónde estaban las mujeres en el mundo del arte? Más allá de la musa, la pareja del artista, el objeto del cuadro, ¿qué había pasado con las mujeres creadoras? Con el tiempo y gracias a una serie de historiadoras que en las últimas décadas se han dedicado a ir rescatándolas del olvido, he llegado a conocer a algunas, no todas, porque todavía nos queda mucho por descubrir. ‘Amor al arte’ es mi contribución a esta invisibilidad de la mujer artista, que reivindico con todas mis fuerzas.

P.: Tu libro retrata a dos mujeres distintas, que eligen caminos y afrontan el amor, la amistad e la identidad de distintas formas ¿Crees que se complementan la una a la otra?

T.J.: El motor de la historia es la investigación que llevará a cabo Olivia, recién licenciada en Arte, en cuanto descubre el fascinante autorretrato desnudo de Valeria Sans, una pintora de origen barcelonés que vivió y creó en el París de los años diez y veinte. A medida que avanza en su investigación, Olivia se descubrirá a sí misma como mujer de su tiempo y se planteará muchas cosas que hasta entonces no había ni pensado. Existe un diálogo entre ellas, una complicidad que crece con la novela.

P.: ¿Con cuál de las dos te sientes más identificada? ¿Por qué?

T.J.: Ambas poseen ciertos aspectos de mí. Olivia vive la misma experiencia que yo como amante del arte, esa extraña sensación de que el rompecabezas está incompleto y que hay que llenarlo de los nombres de mujer que sí que hubo y que quedaron silenciados. En cuanto a Valeria, ella escoge una vida dedicada al arte, experiencia que también viví cuando decidí que jamás dejaría de escribir.

P.: ¿El personaje del abuelo de Olivia es real o está inspirado en la realidad?

T.J.: Boris Badia es un personaje de ficción construido a través de la suma de ciertos perfiles de anticuarios que tuvieron su origen en la calle de la Palla. Es un oficio muy vivido e interesante, los anticuarios tienen un carácter especial porque tratan con objetos familiares, con el patrimonio sentimental de muchas familias y todos ellos tienen infinidad de historias que contar. Un compañero de carrera, que forma parte de una estirpe de anticuarios, dio luz y sentido a muchos detalles importantes.

P.: ¿Crees que la sociedad de la Barcelona de 1970 había evolucionado mucho respecto al París bohemio de principios del siglo XX?

T.J.: Más bien fue un retroceso, hasta que llegó la democracia. Si comparamos ese París de las primeras décadas del siglo veinte en el que tantas mujeres artistas vivieron al margen de la moral estrecha y conservadora, en la que muchas optaron por amar libremente, convertirse en protagonistas de su propia historia y lo confrontamos con esas jóvenes de los últimos años de la dictadura española cuyas aspiraciones aún estaban limitadas, nos podemos hacer una idea. De todos modos, como se aprecia en la novela, todo empezó a cambiar para ellas a mediados de los setenta.

P.: Si tuvieras que escoger entre una época o la otra, ¿cuál escogerías? ¿Por qué?

Portada del libro.

T.J.: Yo asistí a la Barcelona de los setenta con ojos de niña. Mis padres eran de esa generación que fue joven en los últimos años del franquismo y he podido beber mucho de ellos y de sus amigos para dar forma y conversaciones reales para este libro. Pero creo que, si pudiera escoger, mi amor al arte me movería a viajar al París de las primeras vanguardias artísticas y vivir, como Valeria, entre estudios, galerías y cafés de Montparnasse.

P.: Cuando estabas investigando para la novela, ¿hubo algún descubrimiento interesante que te sorprendiera en sobremanera?

T.J.: Más bien la constatación de que había muchas mujeres artistas de las que tirar del hilo y descubrir. Creadoras maravillosas algunas de las cuales he querido insertar en el libro y hacerlas amigas de mi protagonista pintora. Nombres como Marie Laurencin, Jeanne Hébuterne, Olga Sacharoff, María Blanchard, Gertrude Stein, Romaine Brooks y otras que para mí ya no solo son un rostro y unas obras determinadas, sino mujeres con las que siento una gran conexión.

P.: ¿Te costó mucho encontrar información sobre las artistas de aquella época? ¿Cómo lo hiciste?

T.J.: Reconstruir sus vidas fue un trabajo arduo, en ciertos casos, teniendo que consultar muchas fuentes distintas para completar su itinerario y aspectos vitales. Y al mismo tiempo ha sido un verdadero placer conocerlas mucho mejor.

P.: ¿Crees que hoy en día tendrían la visibilidad que se merecen?

T.J.: Aún queda mucho por hacer. Seguimos hablando de arte femenino y masculino, por no hablar de otros campos como la escritura en los que también sucede. Deberíamos aprender a hablar de arte y de artistas sin tener tan presente su género y etiquetarlo y encasillarlo. Existe el talento y la mediocridad, existen obras que te conmueven, que te sacuden por dentro y otras que no.

P.: Después de este proceso de documentación, ¿han cambiado tus referentes artísticos?

T.J.: Sigo amando las obras de muchos artistas hombres, como Picasso o Modigliani, que aparecen en mi novela, aunque a estos nombres he añadido un sinfín de obras de grandes mujeres que me acompañarán para siempre.

P.: ¿Qué se siente al ganar el premio de novela Prudenci Bertrana?

T.J.: Siento que es un doble premio: el primero de todos es el poder publicar mi obra y compartirla con todas las lectoras y lectores que me siguen y me acompañan libro a libro, y el segundo premio es el reconocimiento y la difusión que un galardón como este conlleva.

(Agradecemos a Bibiana Ripol y Mireia Recasens las su colaboración para esta entrevista)

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