Dentro de su ‘Cicle Acadèmia Escènica de València’, Sala Russafa llevó a su escenario una rica e interesante versión (novedosa cabría decir), del cuento ‘La dulce’ de Fiodor Dostoyevki. Interpretada y dirigida por Maite González y Toni Lloréns (la adaptación corre a cargo de la propia González), y bajo el título de ‘La ingobernable’, la obra es un terrible viaje al pasado de los protagonistas donde sus contradicciones, deseos y frustraciones adquieren la forma de un bisturí que deja al descubierto sus luces y sus sombras.
Si bien algunos cinéfilos conocían la versión cinematográfica de Robert Bresson (‘Una mujer dulce’, 1969), la escena valenciana aún no había recibido el texto teatral de una pieza tan contundente como ‘La ingobernable’ (la obra también se conoce como ‘La sumisa’, ‘La mansa’, ‘La dulce mujer’…), de ahí el gran mérito de Maite González de poner en pie, y bajo una valiosa perspectiva, este drama humano tan propio del autor ruso.
Dos puntos de vista, dos intensos monólogos, se contraponen en cada cuadro que articulan la dramaturgia (muy bien planteados desde el conjunto del relato), para mostrar a un auditorio invisible, no presente, no existente, la búsqueda de una verdad dentro de una relación cargada de miedos, prejuicios, convencionalismos y violencia psicológica. Ambos intentan entenderse, justificarse, hacer valer sus propuestas hasta lograr una total incomunicación y…, como no en Dostoyevki toda alma acaba pagando sus penas, la desesperanza y la tragedia terminan cobrando su presencia.
Maite González y Toni Lloréns logran un espléndido trabajo interpretativo y sacan buen partido de la utilización del espacio escénico (equilibrado y justo para los intereses de la obra). Sin duda Dostoyevki aplaudiría encantado, como así gratificó el público la función, el buen teatro elaborado por la dupla creadora. Esperamos que ‘La ingobernable’ vuelva pronto a las salas de València.
