Historiador cinematográfico y novelista, Carlos Aguilar cierra el año 2020 con un interesante y complejo ensayo titulado ‘Eurosexy. Voluptuosidad y delirio en el cine europeo, 1956-1973’ (Quatermass Ediciones); donde repasa, con profuso rigor e imágenes, las peculiaridades de una forma de hacer cine en Europa en el que predominaba la sugerencia sexual y el erotismo y que atravesaba todos los géneros a lo largo de casi veinte años. Aquellos títulos dieron fama, de forma universal, a Florinda Bolkan, Anita Ekberg, Brigitte Bardot, Barbara Steele…, asociando sus nombres a obras donde la perspectiva pagana sobre la mujer, destacando su sensualidad, era una forma de subvertir el pensamiento conservador y dar una nueva lectura a la feminidad. Como siempre, hablar con Aguilar es adentrarse en un territorio que domina con maestría y que invita descubrir nuevos perfiles del cine en su contexto sociocultural.
Pregunta: De entrada felicitarte por tan estupendo y completo ensayo sobre el cine sexy europeo y su excelente edición plagada de un rico material fotográfico.
Carlos Aguilar: Muchas gracias. Bueno…, hemos intentado cubrir un hueco deficitario en el estudio sobre cine y su lado más sexy y erótico teniendo en cuenta que era un cine muy popular y hasta familiar. Mucho cine de aventuras y terror, de aquellos años, jugaba en su argumentación con claves eróticas o picantes como reclamo que, a día de hoy, sería impensable. En cuanto al material gráfico yo he aportado bastante documentación gráfica de mi colección y el editor, Javier G. Romero, se encargó de localizar y buscar otra gran parte del material que aparece. Queríamos, y en gran medida es algo que siempre he realizado con mis libros de estudio o ensayo, que estuviera profusamente ilustrado. Era necesario que así fuera. Creo que el lector se encontrará con un gran material de portadas de revistas, fotogramas de cine, carteles o fotos promocionales difíciles de ver o prácticamente olvidadas. Era importante crear una gran galería fotográfica a fin de saber cuánto se valoraba el trabajo de la foto fija para la promoción. Fíjate que en ocasiones la foto revelaba un interés que luego la película no mostraba y eso se debía al buen hacer de la foto fija.
P.: Ya la portada es muy significativa.
C.A.: (ríe desde el otro lado de la línea telefónica) Sí, sí. Queríamos una portada que fuera significativa y tuviera mucha fuerza. Sobre todo con el encanto de que fuera un dibujo y no una foto. En aquellas décadas los carteles de cine lo hacían verdaderos artistas y excelentes ilustradores y…, no como ahora que lo hace un chavalote con el ordenador. Tanto en España como en toda Europa había grandes dibujantes, pintores e ilustradores que realizaban maravillosos trabajos para los carteles de cine o las portadas de libros. El cine sexy contó con la firma de grandes dibujantes y las chicas de sus dibujos eran muy explosivas e insinuantes.
P.: Si duda el reclamo, en toda su retórica, era que prevaleciera la figura y la belleza femenina.
C.A.: Sí, por fortuna. Era un riff que magnificaba un estilo de sensualidad femenina que ni existió antes ni existe ahora.
P.: ¿El ensayo era algo que ya tenías en mente desde hace tiempo o…, surge como respuesta a la moral de lo políticamente correcto y la ola de intolerancia feminista respecto a la iconografía de la mujer?
C.A.: La base ya existía y tenía previsto este tipo de trabajo pero…, se ha ido satanizando y demonizando tantísimo la sensualidad en la cultura y en la sociedad que…, me parece necesaria una respuesta contundente y elocuente sobre el tema.
P.: Tu libro, y la tesis que plantea, es contestataria a la imagen que hoy se busca dar de la mujer. Quiero decir que todo aquello que suponga una carga de sensualidad o erotismo como reclamo, en la moral y pensamiento reinante, es tratado de ofensivo o de sublimación del deseo. Tú señalas todo lo contrario.
C.A.: Claro, absolutamente, esa era la idea. Busqué ir en contra de ese puritanismo que se nos está imponiendo en las últimas décadas bajo pretexto de defender los derechos de la mujer. Se está llegando a un tipo de censura que es tan inquisitiva como la que existirá antaño. Antes no se podía sacar mujeres desnudas porque era indecente y ahora no se pueden sacar porque resulta sexista pues…, para el caso es lo mismo. Asistimos a una represión cultural e ideológica que no tiene sentido. Hay mucha intolerancia desde el feminismo hacia la imagen de sensualidad de la mujer y creo que eso conlleva una carga de puritanismo muy propia del pasado.
P.: ¿Estamos ante una nueva moral y ética represiva en cuanto a la imagen de la mujer?
C.A.: De alguna manera sí. El feminismo se ha ido desbordando tanto que se ha convertido en una nueva censura y toda censura, de por sí, es rechazable.
P.: Tu planteamiento hace hincapié en el reclamo, desde el cine, de la mujer como exponente de una sensualidad que va más allá de la pantalla. No solo marca el relato de una época sino que forma parte de un hecho cultural donde preponderaban ellas.
C.A.: Es que esto es algo muy significativo y muy bonito y…, es que…, ese sentido del erotismo emanaba películas de todo tipo. Películas del oeste, de romanos, de terror, comedias, aventuras… , ¡incluso de autor, de arte y ensayo! Mira Godard o Fellini. Todos compartían esta visual específica de la sensualidad femenina que, además, se forjaba por el estilismo de la época. Ese estilo de maquillaje, esos peinados, esa lencería, ese vestuario, esas botas o zapatos… era un denominador común entre películas de todo tipo. Un denominador común que nunca se había visto antes y que nunca se volverá a ver.
P.: Las actrices de la aquel momento eran conscientes del papel que jugaban y la carga de sensualidad que aportaban al film. No parece, según tu estudio, que ellas se mostraran inocentes del papel que representaban.
C.A.: Sí, claro, era así. Eran conscientes de estar representando un papel muy concreto y en un momento histórico muy concreto. Unas lo hacían con una lucidez y una gracia mayor y otras aportando, lo mejor que podían, los encantos de su cuerpo. Este hecho también lo sabían los directores. Ese sentido del erotismo respecto a la mujer, insisto, era un denominador común magnífico entre películas de todo tipo del cine europeo.
P.: Es decir, el reclamo es ella como valor de una sensualidad que representa la mujer y que atraviesa la cultura, más allá de formar parte de un cine de autor o un cine popular. Me viene a la cabeza una peli de Godard y Brigitte Bardot.
C.A.: Sí, por supuesto. Ella es una representación de la sensualidad en todas las áreas. La película que mencionas es ‘El desprecio’, un filme muy mediocre y hasta insoportable que logra su éxito gracias a la Bardot preguntándole a Michel Piccoli: “¿Te gusta mi culo?”. Como te decía antes, ellas eran conscientes de que, a su manera, prolongaban un estilo de feminidad que surge en la cultura greco/latina: la diosa.
P.: La diosa pagana para los católicos pero La Diosa, para las raíces más ancestrales, que posee belleza, poder, encantos y capacidad para amar, destruir o matar.
C.A.: Claro, era el elemento de unión poderoso y elocuente del cine de aquellas décadas. Digamos que de todos estos géneros emanaba el elemento mitológico de la diosa de una manera muy particular y que…, evidentemente dio una lección magistral al cine americano que nunca se había atrevido a este tipo de sensualidad desde su cine. Es verdad que el cine americano explotó, dentro de sus posibilidades, un arquetipo de mujer cargada de sensualidad pero sin la raíces culturales que tiene Europa, con su carga de paganismo y lecturas mitológicas, y sin abarcar todos los géneros que desarrolló el cine europeo en casi veinte años. Muchos directores norteamericanos vieron veían aquellos films con sorpresa y decían: “nos estamos quedando en el pasado, necesitamos una picardía especial para combatir el cine europeo”. Y de hecho Hollywood intenta traer a Brigitte Bardot pero no funciona y sí que atrae a Sofía Loren, Claudia Cardinale, Gina Lollobrigida, Jeanne Moreau…, y así una larga lista de actrices europeas.
P.: Dos grandes influencias que recibe el cine de los años ’60 del siglo pasado, y en esta vindicación de la diosa pagana, es la procedente del movimiento pop y el beat, ambas corrientes culturales impregnan el look, el vestuario, el maquillaje y la voluptuosidad.
C.A.: Sí, el pop muy especialmente; ahí tiene el caso de ‘Modesty Blaise’, con Monica Vitti, o ‘Barbarella’ pero…, todo el cine de los años ’60 jugó con los elementos a su alcance. Tanto el cine del oeste, como el de terror o el cine de aventuras tuvo en cuenta que el reclamo femenino era indispensable. Tanto los carteles, como la foto fija o la publicidad destacaban el aspecto femenino y carnal de la película porque formaba parte del contenido de la obra, a veces con mayor fortuna y otras veces de manera muy pobre. El cine no era ajeno a las influencias artísticas o la moda del momento.
P.: Carlos Aguilar, muchas gracias por contarnos y acercarnos a las interioridades de ‘Eurosexy’ y esperamos que este libro ayude a reconciliar el cine con el gusto de las diosas de la sensualidad.
C.A.: Muchas gracias y…, espero que sí pero lo veo difícil. Al menos ponemos un granito de arena sobre el tema.