El Altar de Muertos, una de las tradiciones mexicanas más arraigadas en el país latinoamericano, estará montado hasta el 7 de noviembre en el Mercado de Ruzafa, para que aquellos que no han podido visitarlo aún, tengan la oportunidad de hacerlo.
El colorido papel picado, el pan de muerto, la amarilla flor de cempasúchil, las imágenes del difunto y las calaveras de dulce son algunos de los elementos que conforman este elemento ritual, que se encuentra en la parada 52-53 del mercado de lunes a sábado de 8:00 a 15:00 horas, respetando todas las medidas oficiales para evitar la propagación del covid.
El Altar de Muertos es un elemento fundamental en el conjunto de tradiciones mexicanas del Día de Muertos, que consiste en honrar a los que han partido, con una ofrenda compuesta por alimentos, flores y objetos de uso cotidiano del difunto.
Su origen es resultado del sincretismo de las ideologías prehispánicas, la cosmovisión de las culturas mesoamericanas y las creencias religiosas europeas llevadas por los conquistadores y misioneros españoles, que tenían como misión la colonización y conversión de los pueblos nativos del actual territorio mexicano.
El festejo dicta que el 1 de noviembre, Día de Muertos, los fallecidos regresan de la muerte para gozar de un reencuentro feliz con sus seres queridos, con la promesa de reunirse en el más allá, llegado el momento.
Michel Reséndiz y Manolo ‘Señor Mezcal’, propietarios de ‘La Despensa de Frida’, un local especializado en la venta de productos mexicanos, están detrás de este proyecto, que cuenta con el apoyo de la Asociación de Vendedores del Mercado de Ruzafa.
Reséndiz, oriunda de Tijuana, al norte de México y afincada en València, explica que la muerte de Doña Pilar, una asidua y querida visitante del mercado, fue el detonante para montar este altar con el que pretenden honrarla.
Doña Pilar, hija de inmigrantes españoles y nacida en la Ciudad de México en 1941, se trasladó con su familia a València en 1972 y en esta ciudad consiguió conciliar su amor por sus raíces españolas con su enorme apego por su lugar de origen a través de la cocina, por lo que su rutina diaria consistía en recorrer los pasillos del Mercado de Ruzafa visitando sus paradas para sazonar su mestizaje culinario, al mismo tiempo que tejió importantes lazos con los comerciantes, que quieren recordarla mediante esta manifestación que es una práctica sincrética entre las costumbres prehispánicas y la herencia colonial.
Según la propietaria de La Despensa de Frida, este altar es también una forma de agradecer al barrio su fidelidad, su buena acogida y su preocupación por seguir apoyando al pequeño comercio, que es uno de los grandes afectados por la pandemia del covid. Además de ser una manera de dar a conocer esta tradición mexicana de la manera más fiel posible.
“Nos gusta darle vida al barrio. Fuera de lo turístico que sea, mis hijas han crecido aquí. Es un homenaje al sitio que nos ha acogido y donde se encuentra mi templo de trabajo”, agrega Reséndiz.
Aunque el altar está dedicado a Doña Pilar, la organización invita a todos aquellos que así lo deseen a colocar imágenes de sus seres queridos para sumarse a este festejo colectivo en el que una vez al año se reúnen los dos mundos, el de los que se fueron y el de los que siguen en la tierra.
“Todos tenemos alguien a quien recordar. Los muertos no se van hasta que los olvidamos. Siguen ahí y no se irán mientras los tengamos en la memoria”, finaliza Reséndiz.