Sala Russafa estrena ‘Gori Gori’, un espectáculo familiar donde los títeres son protagonistas

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Hace más de cinco siglos que nació Polcinella, el famoso personaje italiano. Y lo hizo en forma de títere de guante. Una mano bastaba para animar a esta figura que rápidamente creó escuela en Nápoles y de ahí, poco a poco, fue extendiéndose a Alemania, Inglaterra, España… En cada zona, el protagonista recibía un nombre, pero la técnica era la misma: los actores se escondían detrás de un pequeño teatrillo y sobre éste, utilizando sus manos, daban vida a una serie de títeres de guante que contaban historias con las tradicionales cachiporras, desapariciones, canciones, persecuciones, juegos y aventuras que entretenían a grandes y pequeños en toda Europa. ‘Gori Gori’ podrá verse del 8 al 10 de octubre en Sala Russafa.

Una imagen de la obra.

Esta nueva forma de artes escénicas también llegó a València, adaptada a las costumbres, contexto y rasgos de la región. Y aquí fue Mingo el títere que encaró esa herencia cultural, un niño que El Ball de Sant Vito ya recuperó en el espectáculo ‘La terra dels Babaus’, su primera pieza de títeres, que recibió una gran acogida por el público. “Había familias que venían a verla varias veces, les encantaba, así que decidimos darle continuidad y hacer una nueva historia”, comenta Xavier Learreta. Es la que esta semana estrenan en Sala Russafa, Gori Gori. Del 8 al 10 de octubre, grandes y pequeños pueden disfrutar de esta pieza en la que el Mingo experimenta un aprendizaje vital.

“Cuando nos propusimos inventar una nueva trama, era la primera época de la pandemia. La mayoría de los niños se vieron privados de poder disfrutar de la compañía de sus abuelos y viceversa. Mucha gente mayor falleció y nos preguntábamos qué impacto tenía esa pérdida o esa falta de tiempo compartido para los pequeños”, explica el cofundador de la compañía, junto a Manel Mengual. “Pero lo que estaba claro es que no íbamos a plantear un melodrama, nada de lágrimas. Queríamos que los niños vieran y entendieran como algo natural. También nos interesaba mucho dar valor a la figura de las personas mayores que tanta sabiduría y cariño transmiten a los pequeños”, afirma Learreta.

Con esta declaración de intenciones nació ‘Gori Gori’. La obra arranca cuando el pequeño Mingo acude a visitar a su iaio, le encuentra un poco malito y éste le explica que quizá un día ya no esté. El nieto va a buscar unas hierbas medicinales para aliviarle, pero cuando acude a entregárselas, ya no le encuentra. Así que emprende un viaje en su búsqueda, un periplo lleno de aventuras donde irá recorriendo un pequeño mundo. “Hemos cambiado la clásica caja escénica donde ocurre la acción en un espectáculo tradicional de títeres por un teatrillo circular, que va girando y cambiando de escena para mostrar lugares donde los niños normalmente se sienten protegidos, pero también otros que les son más desconocidos, donde ocurren las aventuras”, explican desde la compañía.

Títeres para contar historias

Junto al pequeño Mingo y su abuelo, aparecen en el espectáculo viejos conocidos como Tereseta, Filomena, Picapeus, Xungo y nuevas incorporaciones, como La Cucafera o la Mort. Todos ellos con rostros tallados en madera por Joan Alfred Mengual. Un homenaje a las técnicas y estéticas tradicionales donde también caben guiños a los títeres de hoy día.

Un ejemplo en cuanto a la innovación es la escenografía, nada convencional para este tipo de espectáculos, así como la ambientación acústica y sonora, creada a partir de un instrumento diseñado por el artista performativo y audiovisual Martí Guillem. También el diseño de iluminación, obra de David Villaseñor, que entronca con los nuevos lenguajes escénicos.

En ese difícil equilibrio les ha ayudado la directora de la pieza, la experta Irene Vecchia, heredera de la tradición napolitana de ‘guarantelle’. Con espectáculos exhibidos y formación impartida en varios países mundiales, es una de las mayores autoridades de esta disciplina de las artes escénicas y se ha sumado al proyecto de El Ball de Sant Vito atraída por el encuentro cultural que supone con las tradiciones valencianas. También se ha unido al equipo artístico Jesús Muñoz, fundador de Pont Flotant, donde realiza labores no solo de interpretación, también de investigación pedagógica y dirección escénica. “Jesús llegó para ayudarnos con la dramaturgia y las escenas de carácter más actoral. Pero se ha involucrado muchísimo en el espectáculo, está siendo una pieza clave para la puesta en escena y nos ha llevado a caminos que nosotros no nos hubiéramos atrevido a transitar”, agradece Learreta.

El tono distendido y cómico de la pieza se ve incrementado por el uso de ‘llengueta’, un utensilio que lleva en la boca el titiritero al manipular a Mingo para que distorsionar la voz de éste y que le emparenta con otro títere mítico de la tradición valenciana, el protagonista de El Tirisiti de Alcoy. Son algunos de los detalles de una pieza que sumerge al espectador en el viaje alrededor del pequeño universo de sus protagonistas y le sitúa en un puente que enlaza pasado y presente, un homenaje a una manera de contar historias que pervive más de 500 años y que sigue cautivando.

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