Quart da voz a vecinas de otros países y a mujeres con diversidad funcional intelectual en el Día de la Dona

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“Quart de Poblet es un pueblo de todas, sin exclusiones”. Con esta declaración de intenciones, la alcaldesa, Carmen Martínez, abrió la IV Mesa Mujeres y Discapacidad, integrada en los actos conmemorativos del 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, en el que la programación planificada por la Concejalía de Igualdad, que dirige Cristina Mora, ha incidido en dar voz a mujeres que se enfrentan a más dificultades para desarrollar sus proyectos de vida: las que tienen diversidad funcional intelectual y las residentes en Quart que proceden de otros países.

Mujeres migrantes Quart de PobletEste año, en la Mesa Mujeres y Discapacidad se abordó, por un lado, el taller pionero sobre igualdad y violencia de género que la Casa de la Dona desarrolla con usuarios y usuarias del Centro Ocupacional para Personas con Discapacidad Intelectual, que colabora también en el desarrollo de la actividad. La gran novedad de esta edición, que supone a su vez un importante avance, es que ya hay cuatro participantes: Sheila, Shaila, María y Fernando, que actúan son promotoras y promotor de igualdad, encargados de guiar a sus compañeros y compañeras que han iniciado ahora la formación y de detectar situaciones de desigualdad que se dan en su entorno para visibilizarlas, trasladándolas al equipo de intervención o las monitoras del Centro Ocupacional, así como al personal de la Casa de la Dona, con el objetivo de que se valoren y se busquen soluciones.

Por otra parte, la jornada dio voz a dos mujeres: Ana Ruiz (50 años) y Carmen Costa (56 años), que son usuarias del Programa de Apoyo a la Vida Independiente y también del Servicio de Empleo con Apoyo del Patronato Francisco Esteve. Ambas viven de forma autónoma con ciertos apoyos, por ejemplo, en lo referente a la gestión del dinero, el conocimiento de la documentación personal, las visitas médicas, o el uso del transporte público.

Ninguna de las dos han decidido los empleos en los que trabajan, pero se sienten satisfechas en ellos. En ambas, una renuncia: a ser madres, a tener una familia; algo que sí les habría gustado poder vivir.

Tanto Carmen como Ana coincidieron en que la discapacidad no ha influido en su vida, aunque en ocasiones la segunda se ha sentido discriminada e insultada, además de ser víctima de violencia machista. Se sienten libres de actuar y decidir, apoyadas familiarmente, aunque reconocen que existen muchos casos de sobreprotección a personas con diversidad funcional intelectual. Reclaman el acceso al ocio fuera de sus centros y demandan empoderarse para poder hacer frente a situaciones de violencia, ante las que son más vulnerables.

 

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