Ella dormía. El cuerpo apoyado en el borde de la mesa, los brazos casi cruzados encima de la mesa y la cabeza dejada caer sobre los brazos.
Él la miraba. Estaba sentado delante de ella, justo en ángulo recto, en la punta de la mesa.
Con el codo sobre la mesa, el brazo levantado y la mano estirada, dejando que su cabeza se apoye en la mano, de este modo podía observar su cara con todo detalle. Esbozando una dulce sonrisa, él se dedicaba a pasear su mirada por el rostro de la amada. Se entretenía en saber si en la cabeza de ella había más cabellos negros o blancos o grises.
Mirando aquellos ojos cerrados, rodeados de pequeñas arrugas, le gustaba recordar las siestas de hacía ya treinta años, cuando ella, tumbada plácidamente en la cama, dormía y él también la miraba como ahora, al tiempo que suavemente, y para despertarla, la besaba y le acariciaba el cabello. Despertarla así podía acarrear consecuencias muy agradables.
Con la mirada fija en sus labios, le parecía sentir aquellos dulces besos de siempre. Toda su cara era un conjunto de amor y no tenía miedo de recordar, de revivir todo aquel sentimiento. Sabía que no se puede tener miedo al AMOR, ya que quien le tiene miedo no sabe lo que es el verdadero AMOR.
De repente, algo le preocupa, abre los ojos, estaba durmiendo y todo había sido un maldito sueño. Ante sí una silla vacía, está solo en el comedor.
Una sola frase, que ella le había dicho, le venía a la cabeza “Nunca te he amado, pero a lo largo de estos años he dejado que tú me amaras con delirio: comodidad”.
No tiene miedo al AMOR, solo duda de si podrá continuar.
Sinto petit.
09/01/2015
(autobiográfico)
A D.S.F.
LA VENTANA ENTREABIERTA
La ventana entreabierta,
los primeros rayos de luz.
Tu sonrisa permanece en tu boca,
último gesto con el que te dormiste.
Lentamente, abriste tus ojos,
con un tenue movimiento, te levantaste.
Te vestiste. Te fuiste.
Queda el olor de tu cuerpo en la almohada.
Deslizo mi cara en ella,
dejo que mi piel
se impregne de tu fragancia.
La brisa del amanecer, me acaricia,
se asemeja al lívido roce
de tus finas manos.
No debo olvidar,
no puedo dejar de pensar en ti.
Quizás mañana, quizás nunca,
tal vez encuentre la palabra,
las palabras que puedan definirte lo que siento.
Me derrumbo, sin ti,
me perturbo, contigo,
no se quién soy, juntos.
Amor y desamor,
dualidad maliciosa que me desmorona,
dualidad indeseable que nos separa.
Esperando, otra vez, la noche,
desgranando los minutos,
sufriendo las horas.
Tú, y simplemente tú,
quien retornas sin haberte ido.
Tú y yo, cómplices del sentimiento.
Sinto petit
12/05/2012, 0h 22’
Sinto Petit | @Sinto_petit | Ganador del I concurso de Tuit-Relatos de Hortanoticias