El centro siempre es fundamental, sea donde sea, con el significado que tenga.
En la Roma antigua, el Foro, en el centro de la ciudad, acogía las lecturas y discusiones públicas. Era el corazón de la política y la filosofía, y se fue expandiendo para ser el cogollo de la metrópoli también en otros aspectos como el comercial. Hoy en día, el centro de las ciudades sigue siendo su núcleo comercial y cultural. Es sinónimo de entretenimiento, de historia y de negocio. Todo está en el centro.
Más allá de esta comparativa con las urbes para destacar que el centro es el lugar neurálgico de algo, el centro es también el punto medio. La Real Academia Española, entre otras acepciones, señala que centrar es “poner algo en el sitio adecuado” y “proporcionar a alguien un estado de equilibrio y seguridad”.
Y esto, en política, cobra un significado trascendental. El centro es la concentración de la moderación y la sensatez, del diálogo y los acuerdos, de la responsabilidad y el trabajo eficaz. Por eso es importante.
También es necesario. En Burjassot, en la última negociación de los presupuestos municipales, Ciudadanos (Cs) consiguió congelar la subida de todos los impuestos, anular la tasa de las terrazas para la hostelería y el compromiso de una nueva subvención para nuestros comercios y pequeñas empresas de no menos de 300.000 euros.
Quizás pueda parecer poco o no llamar la atención; pero estoy seguro que lo agradecerán aquellos vecinos a los que no se les vuelva a subir el IBI, el propietario del bar de la esquina que se ahorrará el pago por sus mesas para sus escasos clientes o el comercio de al lado que podrá adelantar el pago de algún mes de alquiler de los varios que debía.
Frente a este tipo de política, moderada y sin ruido, pero eficiente; sufrimos los extremos, escandalosos y estériles. Las peleas callejeras entre Vox y Podemos no pueden seguir siendo la portada de nuestra política. Tampoco la competición de corrupción entre PP y PSOE puede ser la seña de identidad de nuestro país.
Este panorama de radicalismo y corrupción sumado a los tiempos tan convulsos que vivimos provoca que la desafección política de la ciudadanía esté en niveles históricos. Y con razón. Las decisiones se estudian menos y los impulsos viscerales hacen que todo se esté radicalizando en extremo.
Desgraciadamente, la moderación y el diálogo no están de moda, y lo aprovechan los más interesados en que “cuanto peor, mejor”. Sin duda, un peligro que atajar cuanto antes. No nos podemos permitir una clase política llena de charlatanes y sinvergüenzas porque de ellos depende nuestro bienestar y nuestro futuro.
Por eso, más que nunca, el centro es imprescindible. Es importante porque lo formamos personas que nos preocupamos de lo necesario. La mayoría de personas queremos tranquilidad y estabilidad, que no nos frían a impuestos, que se aproveche bien todos los que pagamos, tener un trabajo digno y una ciudad donde dé gusto vivir. Eso se consigue desde la sensatez y la honestidad. Eso se logra desde el centro de Ciudadanos.
[ Toni Subiela | Portavoz y concejal de Cs en Burjassot | @tonisubiela ]