Hace ya unas semanas de aquel encuentro mundial de líderesas siniestras (en contraposición a diestras) que, cuál sainete popular, se dio en el escenario de un teatro valenciano. Un terremoto político de magnitud indeterminada con epicentro en Valencia.
Muchos pensamos que se había hecho por y para “fastidiar” el fin de semana glorioso de Ximo Puig en Benidorm con su congreso. Que, por cierto, no fue tal. Fueron unos días que se quedaron más bien en viaje del IMSERSO porqué, según las tendencias de las encuestas, está más próximo a la jubilación de lo que algunos de los suyos querrían. Pero parece ser que nos quedamos cortoplacistas en el análisis que hicimos… a saber: ese fin de semana hubieron más nervios en la casa común de los nacionalistas de Compromís que entre los socialistas valencianos.
Es cierto que desde el Palau se ve esta operación de manera interesada pero, sobre todo, lo hacen también desde la necesidad de que Compromís y Podemos saquen unos resultados suficientes para reeditar el tripartito social-nacional-comunista que está gobernando la Generalitat porque sin ellos no habrá más gobierno. El problema es que Compromís tiene como mucho cierta tendencia al estancamiento, incluso casi más al descenso de apoyos, atendiendo a los datos de los sondeos y Podemos ha ido a más, o mejor dicho, a menos llegando a peligrar en algunas encuestas ese 5% de necesaria representatividad para poder estar en Les Corts.
Por eso los socialistas valencianos ven la operación de Oltras Políticas con interés interesado. En Compromís sin embargo están, de nuevo, anonadados con su lideresa. Ese nuevo proyecto es aún más personalista que el de Compromís, aún más. De nuevo se impone ella. De nuevo el resultado electoral prima sobre convicciones, ideologías e incluso sentimientos. (Y es que la poltrona y el sueldo público unen mucho). Pero en Compromís acabarán tragando, ya lo viene haciendo desde hace años, pues no les queda Oltra.
Y eso que Mónica ya no es lo que era. Ya pocos la reconocen como aquella que llevaba camisetas reivindicativas, y que hoy le molestan tanto cuando le aluden a ella. Ya pocos creen en esa moral que rezumaba por sus poros cuando se ponía en la piel de los que sufrían con los gobiernos del PP y ahora calla con las sentencias que cuestionan su acción desde su Conselleria para con la menor que fue abusada por su ex-marido, o las dificultades que pone al Sindic de Greuges (defensor del ciudadano valenciano) para no investigar la cuestiones relacionadas con su gestión en los centros de menores. Ya nadie ve en ella a la que defendía los intereses valencianos por encima de todo cuando ahora rechaza ampliar inversiones como la del puerto de Valencia para que sigamos siendo el puerto puntero del Mediterráneo que necesitamos seguir siendo.
Mónica ya no es la misma: es Oltra. Pero no les queda Oltra que tragar. Aunque, recordando los resultados electorales en Mi Pueblo, algunos deberían recordar que en política dos más uno no siempre son tres, ni si quiera dos. A veces es solo una. Pero si esa una es ella sola pensará: ande yo caliente... el problema es que muchos se pueden quedar helados.
[ Miguel Bailach | Presidente y portavoz PP Massamagrell | @bailach ]