No hay piedad para la clase política en 'De Hiroshima y Nagasaki'

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Volvió a Sala Russafa, 12 años después de su estreno, la contundente sátira sobre la clase política 'De Hiroshima y Nagasaki'. Si hace más de una década, la obra mostraba con despiadado humor las artimañas y triquiñuelas que se ocultan tras la imagen social de los líderes políticos haciéndolos creíbles, a día de hoy ('De Hiroshima y Nagasaki') resulta tan cercana y próxima que no acusa el paso del tiempo. ¿Por qué? Es fácil, da la sensación que enturbiar la gestión, menospreciar el discurso opuesto, insultar al rival, descalificar la opinión contraria…, forma parte de la identidad y perfil de quien asume un acta dentro del hemiciclo parlamentario. Dos asesores presidenciales, pertenecientes a partidos rivales, esperan la finalización de una reunión entre ambos líderes (uno actual jefe del Gobierno y otro en la oposición), junto a una alta funcionaria (responsable de Prensa ) cuya trayectoria vital y profesional estuvo ligada a ambos asesores en la juventud (incluida la breve aspiración a convertirse en mujer presidenciable), pero que opta por el funcionariado como colchón laboral. Así dispuesto el trío protagonista, el dibujo que se materializa sobre la escena pone en evidencia el lado ‘oscuro’ que practica la jerarquía política, al tiempo que desgrana las grietas personales de cada uno en el juego que realizan.

Una imagen de la obra.

Chema Cardeña dirige la puesta en escena de ‘De Hiroshima y Nagasaki’ en la que repiten Jerónimo Cornelles y Rafa Alarcón en el elenco, incorporando ahora a Yolanda Muñoz en sustitución de Jéssica Belda (actriz que participó cuando la obra nació). Este cronista recuerda una obra más cruda (bastante) y feroz cuando la pieza fue estrenada hace doce años pero la actual reposición, sin perder un ápice de humor corrosivo y ácido, deja ver cómo algunos conceptos y valores han variado con el transcurso del tiempo, tanto en el lenguaje como su percepción de la actual sociedad (la moral transmuta con mucha facilidad). Mantiene ‘De Hiroshima y Nagasaki’ un discurso incómodo y sin piedad sobre la imagen política con un tono de humor bizarro que, como espejo distorsionado del ambiente político, nos invita a reflexionar sobre la sociedad que construimos.

Excelente la dupla Cornelles/Alarcón y magnífica Yolanda Muñoz ofreciendo su contrapunto ante los míseros asesores. Cardeña sabe muy bien con el material que trabaja y los profesionales que pone sobre la escena, y de ahí que ‘De Hiroshima y Nagasaki’ se convierta en algo tan actual que da miedo. Da gusto reencontrarse con tan buenos trabajos en una sala que apuesta por otro modelo de teatro.

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