Marcelo Luján: “Escribir cuentos logrados es difícil, pero escribir un libro de cuentos bajo un único hechizo es más difícil aún”

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Marcelo Luján obtuvo el premio Ribera del Duero del presente año.

Marcelo Luján (1973. Buenos Aires. Argentina) se radicó a principios del 2001 en Madrid, donde en la actualidad trabaja como coordinador de actividades culturales y talleres de creación literaria. Ha publicado los libros de cuento ‘Flores para Irene’ (Premio Santa Cruz de Tenerife 2003), ‘En algún cielo’ (Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa 2006), y ‘El desvío’ (Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián 2007). También cuenta entre sus publicaciones con libros de prosa poética como ‘Arder en el invierno’ y Pequeños pies ingleses’; En 2009 obtiene el premio Ciudad de Getafe de Novela Negra con ‘La mala espera’ y en 2006 logra alzarse con el premio Dashiell Hammett por su ‘Moravia y subsuelo’. Con su último libro de cuentos, titulado ‘La claridad’ (Páginas de Espuma, 2020) acaba de obtener el VI Premio Ribera del Duero, obra por la que el jurado resaltó la minuciosidad narrativa y la mirada perturbadora de Luján sobre la realidad y sus personajes.

Pregunta: ¿Cómo se ha ido gestando ‘La claridad’, su escritura y corrección; con la mirada al premio Ribera del Duero o…, con la independencia de una creación a posibles o futuros reconocimientos?

Marcelo Luján: Empecé a escribir este libro en 2016, cuando el premio no estaba aún convocado, y creo recordar que no sabía cuándo se convocaría. Lo cierto es que sentí la necesidad de escribir un libro de cuentos desde cero, es decir, cuento a cuento, historia a historia, sin recurrir a textos anteriores, ni a reescrituras de textos anteriores, ni siquiera a meros apuntes realizados en el pasado. Escribir una colección de relatos partiendo desde la más absoluta nada. Como si acabara de comprarme una computadora o, peor todavía, como si me hubiesen borrado todos los archivos de ‘Mis documentos’, que es, por cierto, lo más horrible pesadilla que podemos sufrir los autores más o menos informatizados. Luego salieron las bases del premio y las fechas me cuadraban. Pero entre una cosa y la otra pasaron tres años: el primer cuento de ‘La claridad’ lo terminé en diciembre de 2016 y el último en noviembre de 2019. Dicho esto, también es verdad que sería absurdo negar la tentación, me refiero a la posibilidad de acceder a un galardón de esta envergadura. Presenté el manuscrito dos o tres días antes del cierre del plazo.

P.: Es muy marcado el equilibrio de la estructura del libro, fortaleciendo de este modo una unidad facilitada por el propio orden de los cuentos; ¿hasta qué punto modelas esta arquitectura de la dispersidad, que es un libro de cuentos, para subrayar su carácter de obra única y entrelazada?

Portada del libro.

M.L.: Es poco lo que explicaba antes: me propuse un reto personal. Este reto es también un ejercicio narrativo. Como latinoamericano, y más aún rioplatense, estoy educado bajo el calor de este maravilloso y único género que es el cuento. Y componer un libro que, además de sostener la autonomía de cada relato, intente ser una gran unidad con equilibrio y cierta yuxtaposición, me pareció un objetivo hermoso desde lo estético y valiosos desde lo literario. Pero esto no se puede hacer sin la premisa de escribir cada una de las historias desde cero, paso a paso, sin tener que encajar o forzar nada ya hecho. Escribir cuentos logrados es difícil pero…, escribir un libro de cuentos, bajo un único, digamos, hechizo, es más difícil aún. Y creo que el lector sabe reconocer estos atributos.

P.: Hay otros elementos cohesionadores que se va a encontrar el lector. El primer de ellos se anuncia desde la portada: el personaje femenino que se yuxtapone en todos los cuentos. ¿Qué fin o fines persigue esta presencia de mujer en el libro?

M.L.: La mujer es lo más importante que le ha ocurrido a la humanidad: ninguno de nosotros estaría aquí sin el antecedente de una mujer. Y los personajes femeninos son los que articulan la literatura porque la literatura también es la historia de la humanidad. Sería peligroso otorgar roles menores a los personajes femeninos. Me gusta que mis relatos, en ‘La claridad’ y en todos mis cuentos, orbiten en torno a la figura de una mujer. Me gusta porque es casi mágico cómo esa mujer, en ocasiones sin que uno se lo proponga, se convierte en el eje de la narración.

P.: La  claridad como momento de visión, balance o memoria; la claridad como epifanía o cierre. La claridad del hecho, del recuerdo, incluso la claridad del fantasma, ¿qué anuncian estas claridades que nos asaltan en el libro?

M.L.: Anuncian todo lo que está detrás de esas claridades: lo que deseamos y no alcanzamos, los miedos y los arrebatos, el amor y la traición y los pequeñísimos instantes de dicha. Podríamos afirmar que la claridad es un concepto/excusa para fortalecer su antítesis. Pero la opción inversa también es la lectura posible, puesto que el brillo es más brillo cuando se contempla en la oscuridad. Cualquiera que me haya leído sabe que me resulta infinitamente atractivo narrar situado en el amplio parámetro de la negrura. Y se me ocurrió que para potenciar esta noción era una buena idea utilizar el más filoso contrapunto: la oscuridad.

Luján es ya toda una referencia literaria en el universo del cuento.

P.: Una pregunta pega a la piel de tu libro, ¿la violencia como tema o como estética?

M.L.: Se puede abordar la violencia desde el punto de vista estético, y es lo que sucede en la mayoría de los cuentos de este libro.  Sin embargo, no considero que ‘La claridad’ sea un libro con la violencia como motor de las acciones. Nuestra sociedad es violenta, sí; pero en este caso me interesé más por los componentes que la rodean. Siempre intento mostrar el alma de los personajes, llegar hasta lo más profundo, abrir del todo sus cabecitas y enseñar la intencionalidad a través de las motivaciones más secretas. Si un personaje es violento, el lector debe saber perfectamente por qué lo es. Cualquier otra exposición es incompleta.

P.: ¿Cómo piensas o sientes que el premio Ribera del Duero va afectar a tu obra, qué te puede aportar o condicionar?

M.L.: Escribo ficción para ser libre. Escribo ficción porque es el único espacio en donde consigo que nada ni nadie se entrometa y me condicione como individuo. Es verdad que un autor novel goza de cierto grado de impunidad, y que el autor publicado tiene responsabilidades ante la literatura. Pero si un libro o un premio te cercenan la libertad, habremos fracasado como creadores y como intelectuales. El premio ribera del Duero es el más importante del mundo en su categoría y obtenerlo es un enorme logro para cualquier escritor. Supongo que tras un logro de semejante magnitud algunas cosas cambian. Esto también es una realidad y es fundamental que autor y obra estén a la altura de ese cambio.

(Queremos agradecer a la editorial Páginas de Espuma las facilidades ofrecidas para la publicación de esta entrevista).

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