Manos Unidas ha empezado a fabricar prótesis de miembros inferiores para personas pobres

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Beatrice lleva ya su prótesis para la pierna, es la primera que sale del esfuerzo de tres personas que lideran un proyecto financiado por Manos Unidas en Douala, Camerún. Se trata de uno de los pocos centros especializado del país para atender a personas que por diferentes motivos han sufrido la pérdida de un miembro, pero en este lugar lo hacen por las personas más pobres.

Las personas que acuden no pueden costearse una prótesis, por lo tanto, si sus vidas eran difíciles en un país tan pobre, con este problema añadido están condenados a la indigencia, ellos y sus familias.

Primera prótesis para Beatrice.

Beatrice es viuda y madre de tres hijos, vende beignets y bouillie (buñuelos y gachas) para ganarse la vida. Por fin ha recuperado la autonomía tras sufrir una úlcera en su pierna que se hizo crónica y sólo quedó la amputación para mantenerla con vida.

En este centro, que es sólo para prótesis de miembros inferiores, tres personas, la hermana Pascale, Hipolite y Freddy se afanan por sacarlo adelante, para lo que Pascale visitó Valencia donde recibió el apoyo de Manuel Martínez Torán, profesor titular de la UPV. Sin la generosidad del valenciano Martínez Torán y algunos más, no habría sido lo mismo.

El alma del centro

La hermana Pascale Nicolas, enfermera, se muestra “contenta y feliz a pesar del cansancio y de todas las dificultades del proceso” y recibe todas las ayudas con un agradecimiento sincero. La expresión inasequible al desaliento parece escrita para la carmelita misionera Pascale, cuya fe en Dios hace de ella una mujer fuerte que muestra una conmovedora generosidad hacia todas las personas que la rodean, especialmente a los necesitados, que es a quienes dedica su vida. Un niño ha sido bautizado como Nicolás Pascale en honor de la hermana misionera.

Este verano casi pierde un dedo en un torno que usan para fabricar las prótesis y está contrariada por no poder hacer las clases prácticas de la última puesta a punto de este centro especializado que lidera en Camerún.

La primera prótesis recibida por Beatrice es una motivación que necesitaba el equipo después de muchos contratiempos, ya que hasta la construcción del edificio, promovido por Manos Unidas, ha sido más lenta de lo previsto. Los resultados han tardado en llegar pero han llegado y ya tienen a punto la primera prótesis de calidad y están en marcha otras dos, que recibirán Maman Odette y Franck.

Y llegarán muchos más amputados de todo el país, sin diferencia de condición, religión… personas con necesidad que han perdido un miembro inferior y necesitan una prótesis tibial.

Muchas de las prótesis que se fabrican en Camerún son muy caras y de mala calidad, se rompen, no encajan bien. Ahora se trata de ofrecer prótesis menos caras y más resistentes, y sobre todo, que lleguen al mayor número de personas posible “nos lanzamos con este proyecto difícil, pero convencidos de que era voluntad de Dios... y poco a poco lo conseguimos”, asegura la misionera carmelita.

Así nació la idea

Este proyecto nació en las instalaciones de una antigua leprosería, donde ayudaban a la gente amputada con prótesis que compraban en otros centros, pero salían muy caras y eran de mala calidad. Por debajo de la rodilla costaban unos 750 € y encima duraban muy poco. Los pacientes tenían una gran frustración al ver que se quedaban igual. Hay una gran demanda de esta especialidad y mucha gente sin recursos para poder costearse una de buena calidad.

Franck dispone ya de su prótesis.

Así que decidieron hacerlas ellos mismos, y propusieron el proyecto a Manos Unidas, que acepto la construcción del edificio del hospital, lo que supone 101.225 €. Por otra parte, también da su apoyo a esta compleja iniciativa la propia congregación de las carmelitas misioneras que compró el terreno, se encargó de los permisos de construcción, los transportes y la formación, mientras que la Fundación de Religiosos para la Salud, aportó el material.

Se prevé de cara al futuro que sea un centro polivalente y atienda salud en general, a la vista de que el barrio donde está ubicado, Banga Bakoko, carece de estructuras sanitarias, y está en pleno crecimiento. El centro se encuentra a unos 4 kilómetros de la leprosería que fue germen de este lugar.

La aportación de Valencia

La hermana Pascale es la primera carmelita descalza de origen belga. Muy joven sintió que su lugar estaba en África, y decidió unirse a esta congregación española. Antes de recaer en Camerún ha pasado por Costa de Marfil, Kenia y R.D. Congo, allí donde su congregación la ha necesitado.

El contacto con el profesor valenciano llegó a través de Fernando, voluntario de Manos Unidas, que habló con su hija Rocío que trabaja en una Fundación. Ella se puso en contacto con ingenieros y técnicos que conocía de Madrid, Bilbao y Valencia. Todos querían colaborar, pero finalmente quien más se ha implicado es Manuel Martínez, profesor de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), quién ha prestado todo su apoyo de forma altruista: instalación, formación, seguimiento…. Por eso Pascale estuvo en Valencia el verano de 2021 para seguir un curso especializado que ha permitido que los más pobres también puedan disponer de algo tan necesario como una pierna ortopédica para llevar una vida digna.

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