Fotos: Agustín Verdeguer y Vicente Almenar.- El domingo por la tarde se celebró en las calles más céntricas de la ciudad de València una nueva edición, la cuarta, de la Cabalgata del Patrimonio, una cita festiva con la que se refuerzan los vínculos de la ciudad con manifestaciones festivas y rituales que, como las Fallas desde 2016, están incluidas en la lista de Patrimonios Culturales Inmateriales de la Humanidad.
“Un año más con esta celebración hacemos difusión de otras expresiones de la cultura festiva valenciana que tienen un innegable valor patrimonial y además promocionamos la convivencia con otras expresiones culturales de todo el mundo”, destacaba el viernes el concejal de Cultura Festiva del Ayuntamiento de València, Pere Fuset, en su comparecencia previa al evento.
El recorrido el domingo comenzó a las 18 horas en la Lonja, siguió por la calle de María Cristina y la plaza del Ayuntamiento y concluyó en la avenida del Marqués de Sotelo.
El séquito lo encabezó la Colla de Tabal i Dolçaina de Junta Central Fallera, creada en 1999. Tres años después se incorporó la Escuela de Canto Valenciano de Estilo. Con cerca de 90 componentes, la Colla participa en diferentes actos oficiales, como por ejemplo las galas de cultura, presentaciones de varios concursos, las exaltaciones de las falleras mayores de València o en la Ofrenda de Flores.
Seguidamente fue el turno para los gegants i nanos, la presencia de los cuales es habitual en las celebraciones festivas valencianas. A los últimos años la Concejalía de Cultura Festiva ha recuperado la antigua pareja de gigantes que representan Jaume I y Violant d’Hongria, a los cuales se ha añadido desde el 2016 la comparsa de los cabuts de la ciudad, hechos por José Luis Ceballos y Paco Sanabria.
Después se pudo disfrutar con la Danza Guerrera de Todolella. En el mes de agosto, durante las fiestas mayores de esta localidad de los Puertos, en la Plaza Mayor del pueblo se reúnen los dansants, que ejecutan sus movimientos en ritmo de tabal y dulzaina. “Armados” con espadas y palos, este baile ancestral evoca una realidad bélica de preparación para la guerra y posterior combate, de características singulares al territorio valenciano.
A continuación era el turno para los Moros y Cristianos de Bocairent, fiestas de Interés Turístico Nacional, con origen a mediados del siglo XIX, como parte de las fiestas dedicadas a San Blai. El incremento de los participantes en la festividad y, especialmente, la incorporación de la mujer a todos los niveles, son hitos destacados de los más de 150 años en que los Moros y Cristianos se celebran en Bocairent. La representación de las escuadras que participan en la Cabalgata del Patrimonio vienen acompañadas por la Sociedad Musical Vila de Bocairent.
Seguidamente se pudo disfrutar de la representación del Carnaval de Barranquilla (Colombia), declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2003. Está considerado la fiesta folclórica y cultural más importante del país sudamericano, con más de un millón de personas participantes, entre visitantes y locales. En ella confluyen la totalidad de las variedades culturales y el folclore de la costa del Caribe de Colombia. Los disfraces, la música (siendo la cúmbia el principal ritmo) y una enorme variedad de danzas populares, son los elementos esenciales de esta festividad, dotada de una gran vistosidad.
A continuación fue el turno de las Fogueretes de Agullent, fiestas de Interés Turístico Provincial, con origen en el siglo XVII por la curación de la peste bubònica que asolaba la localidad de Agullent, en la Vall d'Albaida. La celebración de la curación, atribuida a un milagro, se manifestó espontáneamente por parte de los vecinos y vecinas con la encendida de fuegos y arcabuces. La comitiva de las Fogueretes viene acompañada por la Agrupación Musical de Agullent.
Finalmente, fue el turno de la Tamborada de Alzira, que también es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se inscribe en una tipología propia de ritos colectivos basados en el toque simultáneo, intenso y continuado de miles de tambores y bombos, a menudo inscritos en las celebraciones de Semana Santa. La que tiene lugar en la capital de la Ribera Alta se asocia a su celebración religiosa, en la que participan más de 7.000 miembros y está documentada desde el año 1539.