Defendiendo l'Horta

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Saliendo de Alboraya por la Vía Churra o la Vía Augusta nos adentramos en un tapiz multicolor de gran belleza y, en estos días, cargado de fragancias a veces frutales, a veces marítimas, dependiendo de la dirección de la brisa o el viento. Sólo en nuestra tierra se puede encontrar lo que aquí se respira, se ve y se transpira.

El valenciano vive atado a la tierra desde que nace hasta que un día vuelve a ella de la mano de la Parca. Dicen los letrados que si Colón hubiera llevado en sus caravelas valencianos, habrían colmado el Nuevo Mundo de huerta.

La huerta es la carne y la sangre del pueblo valenciano. Es su sustento, principio y fin de su arte en cualquiera de sus formas pictóricas, monumentales, esculturales, musicales, gastronómicas y por supuesto, agrícolas. Es su cuna, su lienzo, su partitura y su papel. En ella es capaz de lo mejor y también de lo peor. La chufa por el Norte, el arroz por el Sur...

Herida anda en estos tiempos 3.0, tiempos de cainismo y olvido, de fraudes y traiciones en los que sus valedores, los agricultores que antaño la mimaban y querían en un amor siempre correspondido, han dejado su sitio a especuladores y financieros, tecnócratas y marketeros que poco saben de 'fanegaes' o de riegos, cosechas, trillado, armelles...

Pero tenemos héroes de la Huerta. Valencianos y valencianas de pro que gritan a los cuatro vientos su amor por la Huerta Valenciana, como estandarte de valencianía, seña de identidad pegada a nuestro ser como una segunda piel, que ni se puede quitar ni despreciar ni desprenderse de ella. Somos Huerta. Y como tales, tenemos una deuda con colectivos, entidades, grupos como la Asociación Cultural de l'Horta, que vuelven a la tierra para profesar con ella la tradición agrícola del valenciano de pro, de ventear para deshacerse de la 'palla del arròs', de quemar el campo de la chufa el día que el viento sopla a 'contrapelo' para que arda despacio, de paella de domingo con lo que la tierra generosa y amante, le da.

Gracias, amigos, gracias por luchar por la Huerta. No está todo perdido.

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