Historiador cinematográfico, ensayista y novelista, Carlos Aguilar cierra el año 2021 e inicia el 2022 con dos nuevos textos en los anaqueles de las librerías. Por un lado con una novela enclavada en el territorio del western, ‘Los hijos de la furia y de la noche’, plagada de acción, villanos y tiros. En segundo lugar, y de ahí el interés de esta entrevista, con un profuso trabajo de investigación y análisis dedicado a un importante y llamativo cineasta argentino: ‘Hugo Fregonese. Cine por doquier’ (Ediciones Calamar).
Para conocer un poco más las interioridades de este nuevo ensayo, no ponemos al habla Carlos Aguilar quien nos comenta su gusto por el trabajo del director mendocino, su universo cinematográfico y los avatares de su trayectoria de penoso final.
Pregunta: Mediante este libro sobre el cineasta Hugo Fregonese has coronado un año de lo más prolífico y variado como autor.
Carlos Aguilar: Pues sí. En la primavera del 2021 apareció el ensayo ‘Flamenco Jazz’, cuarto de los libros que escribo con mi esposa, Anita Haas. En otoño, ‘Los hijos de la furia y de la noche’, mi sexta novela, y segunda de género western, y ahora este ensayo sobre Fregonese con el cual regreso al libro de cine. No puedo quejarme, desde luego. Es más, me siento un privilegiado, también porque son libros particulares que cubren huecos, cada uno a su manera. Por añadidura, con un diseño precioso, algo de lo cual siempre he sido partidario, porque un libro debe invitar a la lectura, y para ello la belleza del diseño es fundamental.
P.: ¿Cómo surge la idea de abordar la trayectoria de un realizador como Hugo Fregonese? ¿Nace de un deseo personal, existía un vacío respecto al estudio de su trabajo como realizador?
C.A.: Efectivamente. Desde hace tiempo, Fregonese me parecía un caso singular y apasionante dentro del séptimo arte, tanto su obra como su vida. Por eso investigué, vi varias veces todas sus películas… y me di cuenta, por ejemplo, de que apenas las tiene malas, lo cual puede decirse de muy pocos cineastas. Entonces, escribí un artículo sobre él para la revista Cine-Bis. Pero era forzosamente sintético, y Fregonese justificaba un libro de cierta amplitud. Me ilusioné con la idea e investigué en mayor medida, todo lo posible, tarea nada fácil porque al respecto se había publicado muy poco, injusta y significativamente, y Fregonese tuvo una vida bastante peculiar, con muchas zonas oscuras.
P.: Comentas que tres aspectos destacan en su obra cinematográfica: el cine de género, su vinculación a la serie B y su alejamiento de las pretensiones estilísticas. Sin embargo, varios de sus títulos dejan ver una cuidada creatividad visual, gusto por planos de gran composición plástica y mimo en la puesta en escena, ¿no crees que su personalidad rompe con las etiquetas con las que se define su trayectoria?
C.A.: Bueno, yo lo que quería decir es que, salvo en su primera película, Donde mueren las palabras, que con todo es admirable, nunca fue pretencioso, o rimbombante, ni menos todavía personalista. Es decir, su estilo era sólido pero también invisible, al igual que el de los maestros del cine clásico americano. Pero por supuesto que Fregonese cuidaba todos los elementos que componen el lenguaje cinematográfico, con mayor o menor mimo en función del tiempo que dispusiera para las tres fases que comporta una película; es decir, preproducción, rodaje, y posproducción.
P.: ‘Apache drums’, ‘Saddle tramp’ y ‘The raid’ destacan en su filmografía para los amantes del Western, pero un cierto aroma del género se detecta en varios de sus trabajos, por ejemplo ‘Soplo salvaje’. Su gusto por el cine de fronteras y los códigos del cine del Oeste, ¿lo sitúan como un autor de raíces o temáticas westerianas?
C.A.: Absolutamente. De hecho, la película con que debuta, el clásico del cine argentino Pampa bárbara, aun estando dirigida en su mayor parte por su maestro, Lucas Demare, introduce ese gusto por el Western y aledaños que resultará característico. Con todo, su obra maestra, la genial ‘The raid’, combina géneros y referentes dentro del marco Western: el thriller, el bélico, el melodrama. Por eso elegimos su cartel como portada.
P.: En su país de origen, Argentina, Fregonese careció, en más de una ocasión, del merecido apoyo de la crítica y la industria local. En tu ensayo indicas que hubo ‘indiferencia y desdén’, ¿crees que su vida itinerante y su paso por Europa con obras irregulares marcaron un final sin crédito en su propio país?
C.A.: Sí, ese nomadismo fundamental le perjudicó de cara a unas valoraciones patrias donde el factor identitario ya contaba mucho. Craso error, porque la ductilidad y el cosmopolitismo en general significan virtudes, y de mucho peso, para un artista.
P.: Calamar ediciones ha realizado un trabajo excelente en edición, cuidando la calidad de las muchas imágenes que contiene el libro y una composición que facilita la lectura; sin duda está pensado tanto para los amantes del cine como para quienes lo estudian, ¿supervisaste el resultado final?
C.A.: El editor de Calamar, Miguel San José, es asimismo el diseñador de sus publicaciones, y yo desde siempre le he admirado en ambas facetas. De hecho, ésta no es nuestra primera colaboración, él editó por ejemplo uno de mis libros más exitosos, ‘La espada mágica’, así como mi primera novela del Oeste, ‘Un hombre, cinco balas’. Me encanta su estilo de maquetación, al ser límpido, elegante, fluido. Como es lógico, asistí a todas las fases de la maquetación, pero nada pude objetar nunca, porque siempre eran preciosas. El material gráfico procedía principalmente del archivo de Javier G. Romero, el editor de Quatermass, con quien también he colaborado mucho, que nos lo cedió con toda gentileza. Pero asimismo aportamos algunas imágenes el propio Miguel y yo mismo.
P.: Llama la atención la belleza y riqueza de este material gráfico.
C.A.: Sí, me parece importantísimo que un libro de cine contenga imágenes, y si son diversas pues mejor, como en este caso: fotos familiares y de rodaje, carteles españoles y extranjeros, fotogramas de películas en color y en blanco y negro, etc. Hemos incluido cerca de doscientas, y la mayoría inéditas, jamás vistas en otros libros o publicaciones.
P.: El final de Fregonese es triste. Alcohólico, rozando la indigencia y casi sin mención en la prensa bonaerense tras su muerte, ¿crees que es hora de revindicar su figura y el legado de un excelente puñado de películas?
C.A.: ¡Por supuesto! Debía haberse hecho ya. Hacía falta de una vez un libro ambicioso y cuidado. Para mí haberlo escrito yo significa un placer particular, profesional e incluso personal, aunque no llegué a conocerle.
P.: Realmente, Fregonese entraña una figura inusual en la historia del cine.
C.A.: Desde luego. De entrada, por suponer el cineasta más cosmopolita que recuerda el Séptimo Arte, dado que trabajó para productores de nada menos que seis países (Estados Unidos, Italia, Inglaterra, Alemania, España y la propia Argentina), mediante unos rodajes que tuvieron lugar no solo en estas naciones sino además en China, México, India, Egipto, Yugoslavia, Francia, Líbano, Malta… lo cual le convierte en una especie de cineasta-aventurero, sobresaliente en ese fascinador intermedio artístico que tantas obras maestras ha legado en la historia del cine y que podría resumirse como “algo más que cine de género / algo menos que cine de autor”.
P.: Carlos Aguilar, gracias por recuperar la figura de un gran cineasta como Hugo Fregonese y gracias por seguir indagando en autores y obras que pasan desapercibidos para el gran público.
C.A.: Gracias también a quienes apreciáis esfuerzos así. Te aseguro que no resulta nada fácil.