Carlos Aguilar: “El Flamenco Jazz entraña el mestizaje más fértil y bello de las cuatro últimas décadas”

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El tándem formado por Carlos Aguilar y Anita Haas, ambos escritores, investigadores y ensayistas; vuelve a las librerías con el soberbio trabajo: ‘Flamenco Jazz. Historia de un amor’ (Quartermass edición). Si bien el pasado año recibimos de la pareja el estudio ‘Flamenco y cine’ (Cátedra, 2019), el mundo del arte flamenco, a la vista del reciente ensayo, necesitaba una nueva visita y esta vez desde su interrelación con el universo del jazz. Más allá del gusto de Aguilar y Haas tanto por el jazz como por el flamenco, no cabe duda que la pareja, en su cuarta colaboración, vieron la necesidad de ofrecer (a los estudiosos y aficionados al género) un trabajo no abordado hasta el momento, el origen y el maridaje entre dos músicas de raíces y sonoridades aparentemente distantes pero ligadas en muchos aspectos. Para conocer un poco más las interioridades de ‘Flamenco Jazz’ charlamos con Carlos Aguilar sobre este nuevo trabajo.

Portada del libro 'Flamenco Jazz'.

Pregunta: En términos borgianos se puede decir que Anita Haas y tú habéis plasmado en este libro una obra ‘totalizadora’, ¿cerráis con este trabajo el que iniciasteis con Flamenco y cine?

Carlos Aguilar: En cierto modo, sí. Pero yo iría más allá, estimando que corona una trilogía, iniciada mediante 'Cine y Jazz', un libro que empero escribí en solitario. Así, 'Cine y Jazz' y 'Flamenco y Cine', editados por Cátedra, iluminan las disciplinas musicales correspondientes desde la pantalla del cine, y 'Flamenco Jazz', editado por Quatermass, desglosa el cruce entre ambas, con referencias al cine ya puntuales, al hablar de los documentales. Me gusta pensar que estos tres libros pueden apreciarse de forma complementaria o convergente, pese a que los dos primeros están planteados como diccionarios enciclopédicos, mientras que el tercero constituye un ensayo.

P.: Siempre se ha considerado, justamente, que el Flamenco Jazz brota en los años 60 del siglo XX mediante los primeros lp’s de Pedro Iturralde. Sin embargo, vuestro libro notifica que en los años 30 ya el saxofonista cubano Negro Aquilino fusiona en cierto modo ambas corrientes, ¿cómo es que su figura ha pasado desapercibida en un estilo tan asentado en la actualidad?

La Negra, Carlos Aguilar, Anita Haas, El Panky (Cördoba, 2019).

C.A.: buen seguro, por culpa de la pobreza de la historiografía musical hasta finales del siglo XX. No caigo en otras razones, aunque quizá existan. Ni siquiera motivos políticos, léase represalias por haber triunfado durante el período republicano, porque a primeros de los años 40, recién finalizado el golpe de estado franquista, Negro Aquilino seguía actuando entre nosotros.

P.: ¿Fue el famoso sexteto de Paco de Lucía el que da un nuevo empuje y dimensión al flamenco jazz o ya Jorge Pardo venía marcando nuevos aires al flamenco?

C.A.: Cabe atribuir este empuje al Paco de Lucía Sextet, que es además donde Jorge Pardo cuaja y se prestigia, además a perpetuidad. No en vano a partir de entonces Pardo deviene el músico cardinal del Flamenco Jazz, incluso su mismísimo símbolo. Con Lucía y Pardo solo cabe hablar de genialidad, por cierto. Así lo reflejan los magníficos documentales producidos en su honor recientemente; el de Francisco Sánchez Varela y el de Emilio Belmonte, respectivamente.

Tres de los últimos libros realizados por Carlos Aguilar.

P.: Valencia se ha convertido en un notable espacio donde habita el flamenco jazz. Personalidades como Ximo Tébar, Perico Sambeat, Latino Blanco o Kiko Berenguer son un ejemplo, en esta orilla del Mediterráneo, de la buena salud de la fusión, ¿este ritmo ya es imparable en España y Europa?.

Carlos Aguilar y Jorge Pardo en la sala Galileo Galilei (Madrid, 2012).

C.A.: Ya lo creo. El Flamenco Jazz entraña el mestizaje más fértil y bello experimentado por la música durante las cuatro últimas décadas. No puede detenerse, pues. Además, su nivel actual es tan ubérrimo y magnífico que, aun estancándose, seguiría siendo maravilloso.

P.: Según un comentario de Quincy Jones, un genio como Miles Davis sentía pasión por el flamenco y fue “una pena que dos genios como ellos no coincidieran sobre un escenario”. ¿Tanto impacto causó una fusión como la del jazz y el flamenco?

C.A.: Sí, puesto que hermanaban dos músicas de raza, nacidas para entenderse, según un sustancioso cruce entre tradiciones singularmente características y representativas de Estados Unidos y España, que brotan en el seno de las respectivas etnias matrices, con sus fortísimos vínculos culturales y antropológicos (los negros americanos y los gitanos españoles).

P.: Libros aparte, eres habitual presentando películas relacionadas con el flamenco en el programa de La Dos (La2) 'Historia de nuestro cine'.

C.A.: En efecto, me han adjudicado muchas. No todas, claro, supongo que para no encasillarme de forma fácil o reduccionista. En cualquier caso, participar en este programa supone una de las mayores satisfacciones que recuerdo en mi vida profesional, pues no ha existido ningún otro televisivo, ni en España ni en país alguno, público o privado, con un planteamiento tan magnífico y positivo. Es decir, brindar la posibilidad de conocer lo mejor del patrimonio fílmico nacional en horario de máxima audiencia, con presentaciones que emplacen al espectador, contextualizando cada película para que pueda valorarse sin prejuicios.

Javier Colina, Jerry González y Carlos Aguilar, presentación del libro 'Cine y Jazz' en Café Central, Madrid, 2013 (Foto-Andrea Zapata-Girau).

P.: Volviendo a 'Flamenco Jazz', además del gran trabajo de estructura e investigación, sobresale una edición soberbia, en diseño y material gráfico.

C.A.: Sí, Javier G. Romero, el editor y diseñador, es un genio. Su gusto es realmente exquisito, y aquí se ha superado a sí mismo, mediante la maquetación en tres columnas, el juego de colores, los módulos en diferentes formas… Un hito en el trazado visual de los libros, lo afirmo sin rubor. El año anterior Javier ya me había editado otro libro, 'EuroSexy', que escribí sin Anita y con el cual me propuse impugnar la triste mentalidad actual, asexuada e inocua, marcada por la irritante corrección política, para reivindicar el erotismo fílmico, privativo y maravilloso, del período acotado, 1956-1973. Por lo demás, en 'Flamenco Jazz' nunca agradeceré bastante la colaboración de un montón de fotógrafos egregios, que se agregaron al proyecto de forma desinteresada y entusiasta, abriéndonos sus archivos; gracias a ellos el libro cuenta con unas 700 imágenes, nada menos, inéditas en su mayoría. Sería imposible citarlos aquí a todos, pero al menos destaco, por categoría y edad, al gran Paco Manzano.

P.: ¿Qué obras recomendarías a quienes deseen conocer el universo del flamenco jazz?

C.A.: Hombre, le sugeriría que empezaran por orden cronológico. Es decir, con el disco recopilatorio del Negro Aquilino, luego los de Iturralde y del Paco de Lucía Sextet, etc. De hecho, el libro incluye discografía fundamental y complementaria, por orden cronológico.

Anita Haas y Carlos Aguilar en La Casa de Sabicas. (Pamplona). (Foto-Ricardo Hernández).

P.: Mil gracias por atendernos y esperamos que el libro sea un éxito entre los aficionados a la música y…, deseamos teneros pronto por Valencia para seguir charlando.

C.A.: De nada, ha sido un placer. Y, como es lógico, también nosotros deseamos ese éxito, el flamenco jazz merecía una obra con esta ambición, en el texto, y lujo, en la edición. ¡Hemos hecho lo posible por estar a la altura!

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