Alejandro Hermosilla (Cartagena, 1974), es doctor con mención europea en Literatura comparada e hispanoamericana por la Universidad de Murcia (España). Entre su obra literaria más reseñada, destacan ‘Martillo’ y ‘El jardinero’ junto a ensayos como ‘Daimón: una odisea al revés’, ‘Los hijos del nombre: el silencio del olvido’ y ‘Las máscaras del viajero’ sobre la obra de Abel Posse, Ernesto Sábato y Sergio Pitol.
Lector y curioso incansable, Hermosilla atrapa el mundo desde su retiro en La Manga del Mar Menor desde donde lanza sus opiniones como dardos con blog Avería de pollos. Ahora acaba de su publicar su cuarta novela 'Un reino oscuro’ (editorial Jekyll & Jill), en donde dos arquitectos (padre e hijo), se adentran en las profundidades de un bosque para supervisar las reformas en las mansiones de un duque, un paisajista, un escritor y un pianista. El resultado de los encuentros dará lugar a un complejo fresco que retrata las miserias éticas y morales del mundo.
Pregunta: Un nuevo trabajo novelístico, con notable repercusión en los medios y entre los lectores, creo que empiezas bien el año con ‘Un reino oscuro’.
Alejandro Hermosilla: Sí, sí, esa es la idea. Se intenta que los libros no pasen desapercibidos y…, estaba leyendo un blog de un buen amigo, David López Sandoval, que decía que Antonio Machado publicó en vida solo cuatro libros de poesía y…, actualmente, con el auge de la autopublicación o auto edición, un enorme grupo de escritores van a morir con cuarenta o cincuenta libros publicados y…, lo lógico es que, con todo este maremágnum, pasar un poco desapercibido y…, es bueno que haya un poco de eco es saludable. Como decía Kafka, “el escritor se ha convertido en un mono de feria”, y en esta época se convierte en un vendedor…, lo lógico es tener un poco de visibilidad y…, bueno, también la editorial tiene su prestigio y eso ayuda, si no fuera así no tendría ni la mitad de la repercusión que está teniendo.
P.: ¿Qué diferencia existe entre ‘Un reino oscuro’ y tus novelas anteriores y…, tus trabajos como ensayista?
A.H.: Entre mis trabajos como novelista y mis ensayos en la universidad existe un corte radical. Me explico: yo entré a la universidad para ser escritor. No entré para ser profesor, ni para ganarme la vida ni para nada. Ocurre que, como sacaba muy buenas notas, obtuve una beca que me llevó a Argentina, luego a México y recorrí un buen trozo de Latinoamérica. Eso me permitió seguir obteniendo becas y lograr dinero y…, eso me llevó a realizar una serie de ensayos y…, entonces la universidad se iba a convertir en mi profesión y realmente para mí era mi formación. Ocurrieron entonces una serie de acontecimientos abruptos en México, que me hicieron ver que el camino de la universidad estaba cerrado para mí y…, a partir de ahí fui crenado mi blog ‘Averías de pollos’ y fui publicando mis novelas en las que se retrata un mundo cruel y…, en ese sentido, las cuatro novelas reflejan un mismo sintagma turbio.
P.: Cuando uno abre el libro se encuentra con un pasaje del conde de Lautréamont en la que dice que “no existe un reino más poderoso en la tierra que el cementerio”. Ya uno sospecha que se adentra en un territorio de espacio cerrado y personajes difíciles, ¿verdad?
A.H.: Pues sí, creo que el cementerio es un grato recordatorio de que todos vamos a morir y que tanto reyes como no reyes, como los personajes que muestra la novela, seremos igualados por la muerte. Quizás eso debería ayudarnos a construir un reino de luz que, básicamente, no se da en esta vida. Uno de los hechos que me llevaron a escribir fue por el impulso de poner en evidencia la corrupción, el engaño, la traición… Aunque creo que los seres humanos somos mucho más que el interés, en gran medida nuestra sociedad está fundada en el interés y el aprovechamiento del otro. Un poco reflejo eso, el interés y la falta de límites del poder. Todo eso lo llevo al terrero de la parodia y de la sátira cruel.
P.: No hay épocas ni nombres en ‘Un Reino Oscuro’, ¿el reino oscuro está en cualquier lugar y tiempo?
A.H.: A ver, yo de lo que hablo es de lo que veo y de lo que percibo. Creo, como Kafka y otros grandes autores, que hablar del presente le hace perder fuerza a la literatura. Yo no voy a hacer eso, como muchos escritores actuales que ponen nombres, datos o fechas, creo que ellos ven la literatura como un producto y en mi caso no lo veo así, veo la literatura como un arte. Intento hacer historias intemporales, aunque su referente es el presente. En fondo, de lo que hablo es lo que yo vivo y…, si algo queda reflejado de una época es el siglo de la ilustración, si hubiera que identificar la novela con algún siglo sería con ese período de la historia, la ilustración. Digamos también que pilla mayo del ’68 (protestas universitarias y sindicalistas en París), que está marcando el postmodernismo y el auge del cambio de modernidad y…, porque hay una idealización de la razón, del siglo de las luces y con el tema de la cultura cuando creo que, realmente, es falsa. Para mí toda esa idealización es una farsa, un lavado de cara, si no se le pone control al poder. Todo lo que paso después de la Revolución francesa condujo a Napoleón, ¿por qué? Porque no se le puso control a la gente que intentó controlar a los reyes, al contrario, emergieron otros ilustrados igualmente dañinos y crueles.
P.: Tal y como está planteada la historia y su argumento parece que la sociedad, la nuestra, necesita el enfrentamiento como motor, ¿crees que somos enemigos de nosotros mismos?
A.H.: Pues…, mira…, Boca y River son grandes porque uno alimenta al otro al igual que el Madrid y el Barça. Los aqueos y los troyanos son historia porque para crecer se necesita generar o crear enemigos. Digamos que se necesitan el uno al otro. Creo que el crear enemigos es uno de los grandes motores de la sociedad. Como decía el escritor argentino Héctor Murena, “el odio es una de las virtudes positivas de Dios” y…, si está ahí es por algo. Si el odio se sabe utilizar, diría que es necesario. Otra cosa es que hay que controlarlo y hay que manejarlo. Mi odio hacia la universidad me llevo a la escritura. El odio es un impulso que puede ser motor de muchas cosas interesantes si se sabe dominar.
P.: Pones a narrar al hijo de un arquitecto, ¿te ayuda la voz en primera persona a explorar al resto de personajes?
A.H.: Sí, sí, es curioso, ya que sería incapaz de escribir una novela en tercera persona. Hay tantas cosas que conozco y tantas cosas que no sé, que ponerme en el lugar de una tercera persona, que va narrando a los demás lo que está ocurriendo, me parecería una temeridad. En mi caso es que solo tengo esa elección. Pienso en tantos escritores que lo han hecho magistralmente, ese soberbio inicio de ‘La regenta’ por ejemplo, que no se me ocurre escribir en tercera persona. Para ser sincero tanto como narrador como escritor me resulta imposible narrar algo que no sea lo que yo siento utilizando la primera persona. En muchas ocasiones son emociones, sentimientos, que se vuelcan en la novela como reflexiones de mi propia personalidad. Me parecería deshonesto si lo filtro a través de una voz omnisciente. Veo cada día como funciona mi mente y pienso en los errores que he cometido, en mis experiencias, y creo que sería falso por mi parte utilizar otro tipo de voz. Creo que es una propuesta de sinceridad y de verdad y…, creo que esa es la clave. No podría escribir de otra forma si no fuera desde mi propia voz y de un yo literario. Creo que, llevando la crueldad al máximo, los lectores de ‘Un reino oscuro’ entiendan que llegar a la luz es también pasar por la sinceridad y el dolor desde una voz propia.
P.: Tras leer el libro decidí releer algún capítulo y llegué a la conclusión de que, pese a tratarse de una novela, también tienen un valor autónomo cada capítulo, ¿tenías confeccionadas algunas ideas para después unirlas en una novela?
A.H.: Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Es una muy buena apreciación y…, hubo como varias versiones del libro, como cuatro o cinco, y hubo un momento en que todos los reyes eran solo uno y…, me pareció una exageración. Sí que es verdad que iba escribiendo sobre reyes y salían cuatro, cinco, seis páginas e…, iba hilando e hilando y…, al ver que cada historia encajaba con la de los reyes las desarrollaba. Verás pasajes que son de varias páginas que, inicialmente, forman parte de otro texto de veinte o veinticinco páginas que hablaban de reyes y que, a final, quedaron en un rey, en una sola figura y de carácter singular. Hay textos anteriores que luego fueron moldeados para la novela y…, es por eso que un capítulo puede tener su sentido por sí mismo.
P.: El bosque es otro personaje interesante, está ahí y parece moldear la psicología de quienes lo habitan, ¿la soledad y la deshumanización nos trastorna?
A.H.: Mira, yo vivo en La Manga y…, mirando por el balcón veo seis o siete coches pero…, en general no suele haber ninguno y durante el invierno no hay casi coches, y para mí es la metáfora de los ‘negros bosques’ y…, ¿pasa allí?..., pues que ves personas como expulsadas de la sociedad, personas que nunca se van a integrar al sistema, y…, tengo un amigo que estuvo en la cárcel, hace poco hablé con una chica que está medio esquizofrénica; es decir, te encuentras personas distintas y…, eso también pasa en la ciudad y los yo partidos, y los yo rotos se ven mucho menos y por aquí ves gente que está sola, viven de forma distinta y…, esa es la inspiración de la gente que habita los negros bosques. El bosque puede entenderse como el bosque de las novelas románticas pero, más que nada como que…, fuera de la ciudad, la gente se muestra con sus neuras y sus cargas. En mi caso, yo tenía un trabajo para toda la vida y por una serie de circunstancias de la noche a la mañana todo desapareció. Al igual que yo, muchas personas que viven por aquí me hacen comprender que hay un sitio donde no hay familia, horarios que mantener, ni obligaciones de trabajo. Aquí ver mejor los traumas, las enfermedades, las psicosis que los han llevado ahí. Digamos que hay menos hipocresía y…, el bosque negro puede verse como una metáfora pero es lo que está fuera del espacio social, de lo que no se normaliza como sociedad.
P.: El personaje del escritor juzga a todo el mundo, el pintor a su marchante…, ¿la rueda de la culpabilidad hace funcionar el orden social?
A.H.: Mira, esto no se lo he dicho a nadie pero…, una de las influencias que recibió el libro era meterme en Twitter diariamente y…, había días que leías cosas de gente, metiéndose con otra gente y culpándolos de todos los males, y todo era insulto tras insulto y bronca tras bronca. Y, fíjate…, al otro día pensabas que la cosa estaba aplacada pero los insultos volvían para otra persona y, como dicen ahora, lo apaleaban sin parar. Al final no sabes si culpar al otro es un motor de la sociedad, debería escribir un ensayo más profundo sobre ese tema, pero sí que veo que la mayoría de las personas necesitan justificar sus fracasos o sus traumas machacando a los demás. Además, lo puedes ver en los políticos, el 95% de ellos jamás se responsabilizan de nada y, en el fondo, todo el mundo va imitando eso. La culpa siempre es del otro y, por tanto, hay que volcar el odio y la culpa hacia el otro. No sé si la culpa hace que funcione la sociedad, pero sí sé que es una práctica que facilita un determinado modelo de orden social.
P.: ¿Cuál es el reino oscuro de España?
A.H.: El reino oscuro de España es no haber instituido una democracia real. Aquí se han hecho simulacros de democracia a lo largo de la historia. Jamás el pueblo ha tenido ni ápice de democracia desde hace siglos, desde los reyes Católicos hasta aquí jamás hemos disfrutado de una verdadera democracia. En España siempre hemos vivido bajo reyes, dictadores o jefes de partido y, al final, se hace lo que dice el jefe del partido. Tienes el caso de Estados Unidos, Inglaterra o Francia que son auténticas democracias donde el pueblo se expresa con total y absoluta libertad, sin embargo aquí pensamos que vivimos en democracia cuando en realidad es falso y así nos va. Tenemos un gran reino oscuro en España donde no hay separación de poderes y el político de turno hace lo que le da la gana.
P.: Alejandro, te deseamos mucho éxito por tu nuevo trabajo literario y agradecemos que nos hayas atendido.
A.H.: Gracias a vosotros y te confieso que me lo he pasado muy bien en la entrevista.