La iniciativa de intentar salvar al PSOE después de observar con pasmo sus propios errores, empieza ya a forjarse desde amplios sectores de esa sociedad civil europeísta y de clase media, donde el derrumbe socialista y, por tanto, del partido del puño y la rosa, a manos de los comunistas de Podemos-IU, se empieza a vislumbrar como un acontecimiento cercano a la posible destrucción del sistema democrático por un autentico tsunami de consecuencias impredecibles.
Solamente la idea de contemplar a Pablo Iglesias, como presidente del Gobierno de España, recibiendo con honores militares y la Guardia Civil con uniforme de gala y tricornio de charol, al sátrapa venezolano de Nicolas Maduro en la Moncloa, sinceramente a más de uno se nos pone los pelos como escarpias.
Y no seré yo, Dios me libre, el que pretenda con esto desmerecer ni un solo ápice, ni mucho menos, la total legitimidad democrática de la peña Podemita por llegar a alcanzar el poder de este país que aun sigue llamándose España, no sé hasta cuando, por los cauces y reglas del juego delimitados por nuestra Constitución, a través de unas elecciones libres y democráticas y después con el acatamiento del reglamentado juego parlamentario al uso. ¡Faltaría más! O sea, precisamente todo lo contrario de lo que se aplica inmisericordemente y con total desvergüenza una vez conseguido el poder, allá en la llamada tierra del Libertador, Simón Bolívar, nuestra querida Venezuela.
Pero por la misma razón que desde que empecé a mamar en mi biberón democrático las esencias de la libertad, defendiendo ante todo la igualdad de derechos de todos los españoles fuera cual fuere su procedencia, ideología, estado, sexo o religión, es normal que, en estos momentos defienda aunque no sea actualmente uno de sus devotos votantes, el necesario salvamento de ese soldado llamado PSOE, si no queremos, a no mucho tardar, marchar marcialmente marcando el paso de la oca, coleta al viento y puño cerrado, al ritmo 'Podemita' marcado por ese nuevo 'profeta' de la izquierda, que en sede parlamentaria llego a confundir el 'bando' carlista de la 'Fachilandia' franquista, por el 'bando' de los gudaris vascos de Aguirre y Cia, a la hora de ubicar el uso de la Cruz de Borgoña o de San Andrés. Vamos, como si se hubiera colocado un culo en el lugar de una témpora.
Este país ha llegado a un estadio que aÚn respetando ante todo y sobre todo, la legitimidad de cualquier opción política a batirse el cobre en el ruedo electoral, por muy radical que esta sea, lo que está claro es que España no está ahora para ese tipo de bromas y adivinanzas por quienes ahora se muestran como los más socialdemócratas del mundo mundial, a la hora de poder conquistar los votos de ese espacio tan apetecido por toda la izquierda en general. Eso sí, si tenemos en cuenta que los nuevos 'postulantes socialdemócratas' son más comunistas y de extrema izquierda que el mismísimo Stalin, en sus buenos tiempos de los Gulag y los cubitos de hielo siberianos pero sin whisky.
Y es, por lo que precisamente desde esa misma legitimidad a la hora de poder opinar libremente, no me trague a estas alturas ni harto de Vodka ruso, que toda la “nomenclatura” Podemita, abducidos hijos de la biblia y postulados del señor Lenin y algún que otro primo hermano como Mao el chino, se nos hayan reconvertido en un plis plas, gracias a la aparición de la Virgen María, en amantes de las ideas, talante y postulados políticos, de aquellos apóstoles de la socialdemocracia europea de las libertades y la prosperidad, como fueron entre otros, Billy Brant, Olof Palme, Jacques Delors, François Mitterrand y, tantos y tantos otros, que desde sus respectivos gobiernos supieron aplicar una autentica Justicia Social para la clase trabajadora, sin tener que masacrar el sistema democrático europeo, ni hurtar el mas mínimo espacio a las libertades públicas y civiles propias de la misma democracia.
En España, desgraciadamente todo radicalismo haya sido de derechas o de izquierdas, lo único que nos ha traído ha sido desesperanza, desgracias, ruina y hasta una guerra civil de propina. Ya apuntaba el presidente de la II República, D. Manuel Azaña, hombre con un sentido de Estado fuera de toda duda, que “los mayores enemigos de la República, se encontraban dentro y no fuera de ella”. Cuanta verdad la suya.
En estos momentos, existe una coincidencia casi total entre la mayoría de los profesionales del análisis político, al diagnosticar que lo que menos necesita España en estos momentos, es un desplome del socialismo existente como consecuencia del sorpaso de Podemos-IU sobre el PSOE, a imagen y semejanza de Grecia. Eso realmente es lo que pensamos muchos que sería un autentico desastre social, político y económico, por muchas burras, mucho crecepelo y mucho humo que nos quieran seguir vendiendo estos chicos de voz aterciopelada, porte e imagen progresista y, sobre todo, caras de no haber roto un plato en sus vidas.
En estos últimos años, el PSOE ha llegado a perder el 'oremus político' de sus esencias socialistas; descuido aprovechado inteligentemente por los Podemitas para zamparse 5 millones de votos socialistas, hartos de ver el 'mamoneo' e inoperancia 'sociata' respecto de los desahucios, el abuso perpetrado por el oligopolio de las empresas eléctricas en el precio de la electricidad, y de los bancos privados trincando dinero público, cuando ellos no perdonan ni siquiera el cobro de la emisión de un simple certificado a un cliente de ese mismo banco.
Sí, creo sinceramente que el PSOE hace tiempo que se lo tendría que habérselo hecho mirar, en vez de seguir viviendo de las rentas del pasado en el país de las maravillas de Alicia, sin intentar siquiera ni una sola vez, coger el toro por los cuernos respecto del abuso monopolista de los titulares de las famosas puertas giratorias, donde claro han venido siendo los primeros en enchufarse una vez dejados sus puestos institucionales.
Por lo tanto, a todos aquellos votantes que sigan bebiendo las esencias en las tinajas de la izquierda socialista, y no quieran que este país se pueda ir a un posible puto carajo, que piensen por un momento si merecería la pena salvar al PSOE, dándole otra nueva oportunidad. Eso sí, solamente como el mal menor a corto plazo, y si se quiere, incluso, tapándose la nariz.
Sí, sí, ya sé que en la actual nomenclatura socialista, no está la excelencia de los Felipe González, Alfonso Guerra, ni los Tierno Galván de los 80, pero hoy por hoy, desgraciadamente esos son los mimbres que hay para poder contar con una izquierda solida, con los pies en el suelo y dispuesta a firmar acuerdos de Estado con una derecha si cabe más fuerte y consolidada ahora, con el apoyo de sus homónimos de derechas los Ciudadanos de Rivera y su tropa.
José Antonio Sorzano | @JoseSorzano | Periodista y abogado | Foro de Opinión Salvador de Madariaga