¿SABES?

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Carta para Sara Alcaide Domínguez

Julio de 2014 – Quince años han transcurrido desde que te escribí una larga nota, casi como despedida. Había decidido trasladarme, junto con la familia, al pueblo donde nací, para quedarme a vivir en aquellas tierra áridas pero hermosas para mi, repletas de paz y de gente tranquila con la que dialogar del tiempo, de la caza de la agricultura local, de política, de... pero sin los fanatismos de la gran ciudad.

Pueblo donde podía y puedo apreciar, en las personas y en los hechos, aquellos pequeños detalles que nos hacen vivir mejor, pero que en la gran muchedumbre, en el enlatado de la gran urbe, en los grades núcleos sociales, en lo estructurado, en lo calculado y ruidoso, en el constante estrés, se nos pasa por alto.

Estabas pasando momentos tristes, o difíciles, o los clásicos de una joven que recién había iniciado el camino de los veinte, repleta de vida, amores platónicos, ideales, planes, conjuros, nervios, deseos, dudas, incongruencias, dulzura, una mirada entrañable, una sonrisa arrebatadora, unas inmensas ganas de vivir, de amar y ser amada… y con un gran amor, Andrés, con el que felizmente te casaste en 2013 y con el que nos separa un no se yo, que, en ocasiones, ocupa un tiempo y espacio en mi mente.

Añadiste a mis dudas, muy dudosas por cierto, tus dudas. Me hicieron pensar y reflexionar lo suficiente como para recordar muchos de mis malos momentos en mi pasado. Y. cómo no, la duda de si mi AMOR, hacia ti, era eso: AMOR SINCERO Y LIMPIO, o era un simple amor mundano, sin más camino que el de un egoísmo desmesurado y un materialismo mercantilista que todo lo valora, que tanto tienes tanto vales, que no importa como pero hay que conseguir el qué. Despejé mis dudas. “TE AMABA Y TE AMO” como ser humano, como parte del cosmos, del universo, del todo que se comparte, sin buscar nada, únicamente tu felicidad. Pues el AMOR, no entiende ni de valores, ni propiedades ni de cantidades. Tampoco entiende de sexo, de belleza física, de edad, de creencias, de colores de… En ocasiones te preguntaba ¿AMAR POR QUÉ? ¿AMAR, PARA QUÉ? Y yo mismo respondía, “AMAR POR NADA Y AMAR PARA AMAR”.

Quería dejarte algo escrito, donde pudieras verme tal cómo soy, sin tapujos, sin caretas ni disfraces, uno más entre cientos de miles que pretenden llegar a conseguir aquel punto de partida hacia la gran locura del AMOR. Al mismo tiempo, escribirte lo que pudiera ayudarte en todo lo que estabas pasando, si tú querías, claro. Me gustaría SABER si te sirvió y, si lo que sigue lo recuerdas.

 Mayo de 1999…

¿Sabes? un día, también lloré porque la noche se llevaba a mi amigo el sol. Tampoco pude ver, al amanecer, el brillo de las estrellas. Y, tras las maltrechas experiencias, me quedé triste y sollozante, esperando la lástima y el consuelo de quienes sólo les importaba el quedar bien y el ser siervos sumisos de la permanente hipocresía.

¿Sabes? hubo momentos en que, insistentemente, la angustia llenaba todo mi ser. Que mi mirada se fijaba en un punto en el infinito sin saber porqué. Y, amablemente, la soledad se ofreció como incondicional compañera, sin preguntas ni reproches.

¿Sabes? que, desconsolado, brutalmente grité y golpeé paredes con mis puños al sentirme ninguneado por quienes creía que eran mis fieles y sinceros amigos.

¿Sabes? también un día, hundido, deseé la muerte y la busqué. Y, sin duda, al amanecer, preocupado, desnudo al mundo, me declararé “un nonada” “un pobre y ruin despojo humano” “una rata de cloaca” “un mísero cobarde”. También un día me sentí muy pequeño, diminuto, insignificante.

¿Sabes? igual que otros muchos, dubitativo, me pregunté un por qué y un para qué. Me respondí, ¿Quién sabe quién? ¿Quién sabe qué? ¿Quién sabe cómo y cuándo? ¿Pero existe un por qué y un para qué?

¿Sabes? una vez me dijeron - "Basta de lloriquear, ya está bien de hacerse lástima a sí mismo, ha pasado el tiempo de gimotear, es la hora de levantar el ánimo, de no tener miedo, de amar y ser amado, de amar sin medida.

¿Sabes? otros tantos insistieron en que si no estaba bien conmigo mismo, no podría estar bien con nadie, si no me amaba a mi mismo, no podría amar a nadie. Si no me ayudaba a mi mismo, ni podría ayudar ni me podrían ayudar. Si no apartaba de mí mis quejumbres, no podría dar paso a la luz de la vida, al bienestar, al crecimiento como ser humano.

¿Sabes? una vez fue una vez, ahora, es otra hora, otro momento en la misma vida y el levantarse y luchar por la vida es el camino a seguir.

Lo sabes ¿Verdad?

Sinto Petit | @sinto_Petit | Ganador del I concurso de Tuit-Relatos de Hortanoticias

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