Pedro Sánchez y la difícil tarea de engrandecer al PSOE

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Ante el 39 Congreso Federal del PSOE que se celebrará próximamente, son muchos los españoles que se muestran expectantes. Dos motivos tienen para ello; uno, comprobar si Pedro Sánchez es capaz de devolver a su formación la grandeza de otros tiempos; y otro, para conocer definitivamente el proyecto político con el que este centenario partido quiere gobernar España. Tareas ambas complicadas en un momento en el que se han visualizado más que nunca sus diferencias internas. Con un Parlamento que abandonó el bipartidismo, porque así lo decidimos todos los españoles, la formación del puño y la rosa tiene por delante la gran responsabilidad, ante sus afiliados y sus potenciales votantes, de encauzar una izquierda posibilista que aúne el sentir de aquellos que siempre se sintieron socialistas.  

La recuperación de aquella dimensión política pasa por adaptarse a las exigencias de un renovado electorado que demanda otro tipo de política, explorando nuevos caminos que den cumplido respaldo a todos aquellos ciudadanos que lo votaron y a todos aquellos militantes que lo han  seguido sustentando desde que nuestro país se convirtió a la democracia. Ante estas expectativas no cabe ninguna duda de que no será un congreso más, porque independientemente de que se desarrolle sin estridencias o todo lo contrario, lo cierto es, que de lo que se determine en los días 16, 17 y 18 de junio, va depender, en gran medida, el futuro de este país.

Para recobrar la grandeza de otros tiempos, al Partido Socialista no le queda otro remedio que recuperar los votos desplazados hacia los nuevos partidos, surgidos de una sociedad que está en constante movimiento. Solamente la capacidad de adecuación a las nuevas exigencias sociales será lo que garantice al socialismo la posibilidad de llegar al gobierno, situándose como el partido de la izquierda que proporcione  estabilidad a este país.

Habría que preguntarse si realmente el programa que Sánchez lleva al próximo congreso se distancia realmente del centro político español al incidir en su eslogan “somos la izquierda” o lo que pretende es adaptarse a unas nuevas demandas sociales. No parece que la sociedad española quiera alejarse de posturas centradas para decantarse por políticas de extremo; simplemente de lo que quiere alejarse es del tipo de política que ha desarrollado un centro ideológico sustentado por dos partidos hegemónicos, PP y PSOE, que al estilo del turnismo de la Restauración no han hecho más que institucionalizar una corrupción transversal en lo político, en lo económico y en lo social.

De poco sirven unos partidos que se autoproclaman centrados y moderados cuando el resultado de su gestión  es percibida  por la sociedad como la causa de una democracia cada vez más imperfecta y debilitada. Por ello una parte importante de la población no dudará en dar su voto a opciones que, centradas o no, prometan lo que los ciudadanos quieren oír: la regeneración democrática. De ahí la pluralidad parlamentaria resultante en las últimas elecciones.

Es evidente que Pedro Sánchez tiene que rivalizar por todos sus flancos. Por la izquierda con Pablo Iglesias, líder  potente y carismático, a pesar de la última caída en la intención de voto; por el centro lo tiene más fácil porque Albert Rivera, algo más “titubeante”  ya abandonó, en su pasado congreso a la búlgara, el socialismo democrático;  consecuentemente aquellos votos que el partido naranja recibió del PSOE, nada desdeñables, volverán a su casa, o bien, se sumarán a la abstención. Únicamente el voto útil ejercido ante un PSOE que se situara demasiado a la izquierda le haría perder votos.

Pero si la recuperación de los votos huidos del PSOE es tarea imprescindible, no es menor la necesidad de volver a ilusionar y cohesionar a la militancia, a la vez que atraer a unas nuevas generaciones que demandan otra forma de gestionar internamente las formaciones políticas. Apostar por la  regeneración y la democracia interna son dos factores fundamentales a la hora de hacer un partido atractivo.

La forma de realizar las últimas primarias, de las que todos deberían tomar nota, podría ser un buen comienzo. Porque las políticas de regeneración democrática no son únicamente la denuncia ante la justicia; la firma de compromisos entre partidos o las comisiones de investigación. La verdadera regeneración democrática pasa también por enfatizar en el interior de los partidos políticos las prácticas regeneradoras y transparentes, que es lo que da la credibilidad al sistema; eso es lo que percibe un ciudadano que se plantea, a la hora de votar, hasta qué punto los partidos pueden hablar de regeneración democrática cuando en su propia casa no la aplican.

El panorama político y la percepción del ciudadano han cambiado desde que entraron en el Parlamento las nuevas formaciones que hicieron propio el discurso nacido del 15M. Podemos y Ciudadanos han quedado deslegitimados en todo lo referente a la regeneración política y el Partido Socialista tiene la oportunidad de dotarse de todos los medios posibles para abanderar esa demanda ciudadana que ha quedado huérfana. El partido de Pablo Iglesias tiene sobre él la sombra de su posible financiación venezolana y las denuncias de sus militantes que argumentan prácticas corruptas tanto internamente como en las instituciones; en el de Albert Rivera, muy en entredicho ha quedado aquella democracia interna que prometían a sus afiliados. El resultado no ha sido otro que la salida en tropel de un importante número de cargos institucionales y de gran parte de la militancia, incluso en Cataluña, su lugar de origen.

Con el último barómetro del CIS que confirma que la preocupación por la corrupción ha aumentado 12 puntos y se sitúa en segundo lugar después del paro, el Partido Socialista, además de incidir en las políticas de izquierda debe de adaptarse a los tiempos, teniendo en cuenta que aunque  la ideología pesa mucho, se ha hecho más volátil debido a la ampliación de la clase media. Las cuestiones relativas a la calidad democrática, que cada vez el ciudadano percibe más deteriorada como consecuencia de la corrupción y del mal funcionamiento interno de los partidos políticos, deberían de ser cuestiones principales del nuevo proyecto socialista de Pedro Sánchez. Esperemos que el próximo Congreso Federal del PSOE sepa recoger las verdaderas exigencias de los ciudadanos y logre adaptarse a ellas.

María José Capilla| @mj_capilla | Foro de Opinión José Luis Sampedro

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