Mar azul

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Días atrás descubrí, a través de uno de esos interesantes reportajes que Youtube nos regala de tarde en tarde, cómo se origina un tsunami: en resumen, una de esas placas tectónicas que mantienen el mundo en su sitio se eleva, a pesar de la presión infinita del océano, generando una ola que avanza a toda velocidad hacia el continente. La línea de costa retrocede y la marea pierde velocidad pero gana altura, colisionando contra la tierra y generando efectos a escala planetaria.

Así quiero dibujar la Maror Blava que, azul como el océano inquieto, se ha alzado de nuevo hoy, último 9 d'Octubre antes de unas elecciones municipales y autonómicas que se rebelan más trascendentes que nunca. Miles de corazones que se levantan al unísono, hartos de soportar las burlas, las mentiras y el ninguneo de un pancatalanismo que presiona no con la razón, sino a base de subvenciones millonarias venidas de quienes se dicen "pro valencianistas", a pesar de haberse acomodado hace décadas en el 'paisvalencianismo botifler' que confunde la patria Valenciana con una triste sucursal de esa Barcelona ideada por el Plan 2000 del agonizante Pujol, y que ha quedado como un erial de delincuencia del que huye hasta el último hijo de vecino.

Corazones alzados, decía, que siempre han acabado recorriendo caminos distintos y llegando sin fuerza a la orilla, pero que hoy imitan por fin a ese tsunami arrollador que, en la misma dirección y seguros de encaminarse hacia un único destino, han tomado velocidad y se disponen a ganar altura, poniendo unas caras cada vez más reconocibles a un proyecto que, por fin, puede que tenga muchos nombres pero un solo apellido; muchos rostros pero un solo lema y símbolo: la tierra valenciana necesita un gobierno valencianista.

Hemos visto a Tomás Meliá, a Julián Vico, a Benjamín Lafarga, a José Enrique Aguar y a una cohorte de personalidades que han decidido tomarse de la mano, dar un paso atrás solo para tomar impulso y asir el timón de una coalición que, como el Fénix mítico, surge de las cenizas de un sentimiento y un planteamiento que lleva demasiado tiempo dormido en nuestra tierra.

maror blava 9 OctubreNo dejemos que esa ola, cada vez más grande, choque con la Real Senyera o con la estatua del rey Don Jaime. El valencianismo va a hablar de financiación y economía, de empresas y empleo, de infraestructuras, sanidad y educación. Tenemos claros los símbolos y las lenguas, ahora clarifiquemos el modelo de ciudad, de región y tierra, de comunidad y reino centenario.

Que el tsunami sea de agua dulce y riegue nuestros campos, no los llene de salitre y los mate. Que la fuerza del agua azul mueva el molino y no ciegue con barro las acequias. Queda mucho por hacer, pero el mar ya se ha retirado para coger impulso: nuestro destino es dirigir la ola sin que nadie se ahogue en el proceso, sin dejar cadáveres desencantados a nuestra espalda. Cometamos errores nuevos, no los de siempre. Por el bien del valencianismo y de la tierra valenciana, unión y razón, sin olvidar jamás a ese mar azul con forma de corazón que late nuestros pechos.

[ José Vilaseca | Articulista y escritor ]

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