‘La Fallera Calavera’ satiriza, con gran dosis humor, la idiosincrasia valenciana

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En 2014 Enric Aguilar crea, con bastante acierto, un divertido juego de cartas que pone en solfa la ‘identidad valenciana’ desde sus valores más tradicionales: les Falles, les Fogueres, la paella, sus bandas de música… Casi 10 años han pasado desde la irrupción del juego hasta que Eduard Costa tomara ‘cartas’ en el asunto. Bajo su dirección y en coautoría con Aguilar, el juego de mesa pasó a convertirse en un irreverente sainete que destila humor y sátira, con bastantes dosis de autocrítica, por cada uno de sus cuadros escénicos.

Una imagen de 'La Fallera Calavera'. (Fotos-Floc Teatre).

El punto de partida no podía ser más gracioso: la noche de Todos los Santos de 2070 una fallera de la Corte de Honor de la Fallera Mayor de València regresa del más allá (con espíritu vengativo y vindicativo) para reclamar justicia ante la pérdida de identidad de las señas valencianas. En su alocada aventura le acompañará el mismísimo Jaume I para reunirse con la Reina de Les Festes de Castelló y la Bellea del Foc d’Alacant, componiendo un singular trío de zombis folclóricos para derrotar a la Alcaldesa Perpetua refugiada en su torre de Benidorm. Para tal fin, el triunvirato de heroínas, necesitará  de la ayuda del público y de personajes tan representativos de la cultura popular valenciana como Monleón y sus Monleonetes, La Dama d’Elx, El Capità Moro d’Alcoi o Ximo Bayo. Todo muy autóctono y reconocible pero..., ‘La Fallera Calavera’ esconde más cosas (como en sus cartas). Su guion ironiza y no deja títere con cabeza a base de absurdas situaciones (el uso del mayestático 'nos' del rey Jaume I es genial junto a sus conquistas).

Bajo estos mimbres, un excelente elenco compuesto por  Myriam Garcés, Mila Fernández, Pau Blanco, Jano de Miguel y Amadeo Llach, componen cerca de 12 personajes tan atractivos y disparados que las risas se suceden sin parar. Hay que destacar los cuadros donde Jaume I participa, la volcánica irrupción de Bayo y sus canciones y el apoteósico final con la famosa Paella Rusa que el showman Monleón popularizo en la extinta Canal 9.

Saludos al público al cierre de la función. (Foto-Jimmy Entraigües).

Si en València el barroquismo, el exceso, el humor exagerado, el ‘pensat i fet’ y la ‘enveja’ (por citar solo unos ejemplos), construyen un identitario común, ‘La Fallara Calavera’  saca toda su artillería sobre estas señas locales para desparramar humor y un hilo argumental (de fácil lectura), que avanza con delirante encanto, sostenido texto y brillantes pasajes de diálogos (el “Agafeu-me que el mate”, buenísimo).

Obra coral cuya dramaturgia aprovecha muy bien los recursos de sus elementos escénicos (hay que ver ese paisaje urbano de biombos iluminados) que saca un provechoso partido de un vestuario muy bien diseñado para esta fiesta profana/ folclórica de humor irrespetuoso, tan propio del carácter valencià y tan necesario para reírnos de nosotros mismos. No se la pierdan, son 90 minutos de ingeniosa risa de acervo valenciano. ¡Larga vida a la Fallera Calavera!

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