‘El último escritor’, una soberbia tragicomedia que apunta hacia la fragilidad

183 lecturas

La sala Carme Teatre acoge durante estos días la obra ‘El último escritor’, un texto firmado por Irene González, codirigido e interpretado por la propia autora y José Torres.

Una imagen de la obra 'El último escritor'. (Foto-Cortesía de Entre4Paredes Producciones).

Bajo una puesta en escena minimalista pero orgánica en su función dramatúrgica, los personajes de Adela y Bruno sacan oro de un escritura exigente para la interpretación y muy bien atada en su increscendo de drama personal y tensión. ‘El último escritor’ apuesta sobre un tour de force de personajes atrapados por las exigencias de una sociedad de apariencias, de valores a nivel de zócalo, de éxitos mediáticos y fracasos fulminantes. Llevan años transitando así, conociéndose demasiado una y otro. No hay medida dentro de un mundo que todo lo fagocita y el exceso reina a sus anchas.

Irene González y José Torres saludan tras la representación. (Foto-Jimmy Entraigües).

En ese difícil equilibrio se mueven Adela y Bruno, él como un brillante autor teatral acomodado en una fama que le permite ser vanidoso, pedante, egoísta y altanero; ella, como fiel asistente meticulosa, delicada, ordenada y estimulo constante para la creatividad del escritor pero…, el juego de apariencias no es más que el descompensado choque de fuerzas opuestas que pugnan en el territorio de las letras, al igual que en otros mil roles de una sociedad posmoderna y superficial. A ambos, parafraseando a Borges, “les une el espanto”.

‘El último escritor’ avanza en su texto como macabra diversión (a modo de cajas chinas o narración enmarcada), desvelando las aristas más dañinas de sus personajes. Así como Adela necesita extraer su parte más femenina, íntima y libre, frente a los excesos Bruno, intentando que su última obra universalice la independencia de la mujer; él, por su parte, busca trascender como paradigma literario sin importarle las consecuencias. La respuesta a cada una de las necesidades personales se presentará de forma inesperada (sí, como los fracasos estrepitosos), conduciéndolos a un final necesario pero agridulce, que deja a sus personajes liberados pero…, quién sabe si no son más que piezas de un espejo de múltiples imágenes del mundo que habitan la fragilidad.

Hay que destacar el ejercicio actoral del tándem Gonzlález/Torres, se dejan la piel en un espacio escénico bien utilizado y trabajado.  La escena de Bruno borracho deja a las claras el buen hacer del actor en el rol de un personaje histriónico y excesivo de lengua envenenada.  Brilla Gonzáles dando vida a una mojigata que, poco a poco, se revela como algo más que la sombra de un afamado escritor, su composición de un personaje que crece a cada cuadro del drama nos dice que estamos ante una actriz de enormes recursos, con dominio de la escena y notable profesionalidad. Da gusto encontrarse con trabajos teatrales tan bien elaborados y con profesionales tan serios. Le deseamos larga vida a ‘El ultimo escritor’ y no desaprovechen la oportunidad de verla. Aún están a tiempo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí