El MuBAV incorpora 70 obras de reconocidos artistas en sus nuevas salas

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El director del Museo de Bellas Artes de València (MuBAV), Pablo González Tornel, presentó este jueves la nueva instalación museográfica de las salas de la colección permanente dedicadas al retrato y al paisaje en la pintura del siglo XIX y principios del XX.

González Tornel señaló que, con esta nueva actuación, el Museo de Bellas Artes “avanza en su proceso de renovación de la museografía de los siglos XIX y XX, una de las prioridades que el centro se había marcado para el año 2023”. “En el futuro será necesario ganar nuevos espacios para poner a disposición del público la gran cantidad de obras maestras custodiadas en el Museo”, ha añadido.

Las cuatro nuevas salas, situadas en la planta primera del edificio claustral del Museo, están conformadas por 70 obras de reconocidos artistas de la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX que destacaron en estos géneros pictóricos, como es el caso de Federico de Madrazo, Antonio Gisbert, Francisco Domingo, Ramón Casas, Luis Graner, Emilio Sala o Cecilio Pla, en el caso del retrato, y Aureliano de Beruete, Mariano Fortuny, Darío de Regoyos, Santiago Rusiñol, Joaquín Agrasot o Genaro Lahuerta, en el caso del paisaje.

'Niño jugando'. Cecilio Pla.

De las obras que se exhiben ahora, 10 se presentan por primera vez al público tras su adquisición por tratarse de compras realizadas en los últimos tres años para formar parte de los fondos públicos del centro. Es el caso de ‘Familia en el jardín’ de Luis Graner, ‘Puerto de Cudillero’ de Enrique Martínez Cubells, o ‘La libélula’ de Mariano Fortuny, pinturas adquiridas en 2023 por la Generalitat para el Museo.

Entre estas nuevas incorporaciones figuran también algunas de las recientes donaciones efectuadas al Museo de Bellas Artes de València, como es el caso de ‘Paisaje de Alicante. Playa de San Gabriel’ de Francisco Lozano, donado en 2022 por su hija Teresa Lozano, o ‘La danza’ de Horacio Ferrer de Morgado, donada el pasado mes de julio por Horacio Ferrer Rodríguez, hijo del artista.

Asimismo, forman parte también del discurso museográfico de las nuevas salas tres adquisiciones realizadas por la Asociación de Amigos del Museo de Bellas Artes de València: el ‘Retrato de niño jugando’ de Cecilio Pla, adquirido en 2021; el ‘Retrato de Ramón Peris’ de Manuel Benedito, que fue adquirido en 2022; y un ‘Desnudo femenino’ de Ramón Martí Alsina, adquirido este mismo año 2023.

El director del Museo de Bellas Artes de València recordó que “hoy el Bellas Artes se convierte en el centro de referencia en arte del siglo XIX en València, un éxito en el que toda la sociedad debe reconocer el mérito de la formidable donación que realizó Pere Maria Orts Bosch en 2004”. El director señaló también que “el alma de un museo es su colección artística, y solo incrementándola las instituciones pueden mejorar día a día”.

González Tornel subrayó que “la sólida política de adquisiciones y donaciones de los últimos años ha permitido incluir en el discurso del Bellas Artes a grandes maestros como Mariano Fortuny o Ramón Casas”. Según el director, “el crecimiento de la colección no hace sino reforzar la brillante escuela valenciana de entresiglos, haciéndola brillar en sus contextos español y europeo”.

El retrato del siglo XIX

El retrato español del siglo XIX estuvo condicionado durante sus primeras décadas por la fuerte herencia académica que marcó las trayectorias de pintores como Vicente López o José de Madrazo.

A mediados de siglo, el romanticismo definió buena parte de la producción de la siguiente generación de pintores como Leonardo Alenza, Antonio Gisbert, José Gutiérrez de la Vega o Antonio María Esquivel.

Durante las últimas décadas del siglo XIX los pintores del realismo, para deshacerse del recuerdo del Antiguo Régimen, miraron siempre hacia los grandes maestros del retrato español como Francisco de Goya o, sobre todo, Diego Velázquez.

Los artistas del siglo XIX buscaron ser fieles cronistas de los rostros y las almas de sus retratados. Casi siempre sobre fondos neutros, los nuevos protagonistas de un mundo burgués emergieron de las sombras para presentarse ante el espectador con la misma viveza que los personajes velazqueños.

En València, este camino fue abierto por Francisco Domingo Marqués y continuado por pintores como Antonio Cortina, Salvador Martínez Cubells y, sobre todo, el genial Emilio Sala Francés, quien alimentó sus simulacros con un nivel de introspección psicológica de una sorprendente modernidad.

Durante el período de entresiglos, finales del XIX y principios del XX, Ignacio Pinazo Camarlench fue el más incisivo de todos los retratistas. Con su pincelada amplia y segura, Pinazo supo dotar a sus retratos de una inmediatez inédita hasta el momento.

Joaquín Sorolla aprendió del estilo directo de Pinazo y vistió su retratística con una sofisticación internacional que acercó su manera de pintar a la del americano John Singer Sargent.

'Ana Colín'. Emilio Sala.

La modernidad artística del siglo XX llegó a la València contemporánea de la mano de artistas como Cecilio Pla, Francisco Pons Arnau o Manuel Benedito, que poblaron la ciudad de imágenes modernistas de una sofisticada elegancia.

Tras el impasse del modernismo y el art déco, buena parte de la pintura española de los años veinte y treinta del siglo XX se decantó por un realismo moderno que, a partir de la Nueva Objetividad centroeuropea, devolvió su rotundidad a la figuración. Así, pintores como Josep Maria Marquès y Horacio Ferrer de Morgado practicaron una nueva monumentalidad clásica de las formas que hizo de la figuración una opción tan moderna como las vanguardias abstractas.

El paisaje realista y la pintura del natural

El siglo XIX comenzó con las experiencias románticas de Eugenio Lucas Velázquez, Manuel Barrón o Genaro Pérez Villaamil, cuyas escenas empequeñecen al ser humano frente a una naturaleza o una arquitectura omnipotentes.

A mediados de la centuria Carlos de Haes consolidó el realismo en este género pictórico y el plenairismo como medio de acercarse a la naturaleza. Además, durante la segunda mitad del siglo XIX empezaron a comercializarse los colores sintéticos, que permitieron el acceso a una gama infinita de tonalidades y dieron lugar a un verdadero furor cromático en la pintura finisecular desde el que se entiende el vibrante paisajismo de Antonio Muñoz Degraín.

Aureliano de Beruete fue el gran genio del paisaje realista decimonónico y creó vibrantes escenas gracias a su enorme verismo. El camino del realismo fue abierto en València por Francisco Domingo Marqués o Gonzalo Salvá y en Cataluña por Ramón Martí Alsina, que, con su pincelada precisa, iniciaron uno de los períodos más brillantes de la historia del arte en estas tierras.

Mariano Fortuny Marsal fue el gran precursor de la renovación pictórica en España que afectó a todos los géneros en el cambio de centuria. Su tratamiento minucioso del color, la pincelada preciosista y el sutil empleo de la luz, unidos a una factura deshecha y abocetada, anticiparon la modernidad del siglo XX. De él bebieron otros genios del paisaje como Martín Rico o Francisco Pradilla y, de alguna manera, el más revolucionario de los paisajistas de finales del siglo XIX, Darío de Regoyos.

Tras el magisterio de Fortuny, fue Santiago Rusiñol quien hizo avanzar el género paisajístico hacia la modernidad, impregnando su pintura con la vanguardia de París y el modernismo de Ramón Casas.

El tratamiento ordenado del paisaje desplegado por Rusiñol, así como el protagonismo de la luz en sus lienzos, fueron practicados en València por Genaro Palau, Joaquín Agrasot o Cecilio Pla. Sin embargo, fue Joaquín Sorolla quien definió el paisaje valenciano de principios del siglo XX, haciendo de la luz y de su capacidad para definir y modificar la materia el tema único de muchas de sus obras.

En las décadas centrales del siglo XX, el paisaje de vanguardia en València fue practicado por Genaro Lahuerta o Francisco Lozano con una sobriedad geométrica tendente a la abstracción.

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