El ascensor de Lolita Flores encierra mucho humor

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Una imagen de la obra.

Llegó al Teatro Olympia Lolita Flores, con su recién fundada productora Lerele, al amparo de una comedia que encaja a la perfección con su nuevo proyecto empresarial: ‘Llévame hasta el cielo’. Bajo la historia de dos desconocidos que quedan atrapados en el gigantesco ascensor de un imponente edificio, Ángela y Marcello (es decir Lolita Flores y Luis Mottola) viven una intensa situación de cautividad, con disparatados y humorísticos encuentros y desencuentros, que los conduce a establecer una relación de proximidad en donde las confesiones y la amistad van ganando territorio.

Marcello tiene un propósito pasional y vengativo: matar a su exmujer y a su nuevo marido que viven en el ático del inmueble. Ángela, como solitaria ocupante del ascensor, hará cuanto sea necesario para evitar la acción criminal. El punto de partida de la historia tiene su atractivo y desde esa premisa se teje un argumento, en constante in crescendo, que desvela los motivos de Marcello por cumplir su objetivo y deja al descubierto las razones de Ángela para impedirlo.

Durante los 65 minutos que dura la obra, donde las situaciones más cómicas y divertidas se entremezclan con los pasajes más trágicos y grises de cada personaje, ‘Llévame hasta el cielo’ se mueve entre las fronteras de la comedia de enredos, el gag visual, los desentendidos y la guerra de sexos.

Con una puesta en escena ultraminimalista (el supuesto interior de un gran ascensor) la obra gana su partida gracias al buen hacer de Luis Mottola (actor que comparte escenario por tercera vez con la Flores), que aporta sus mejores recursos para sostener al atribulado personaje frente a una Lolita Flores que,  contando con un personaje hecho a su medida, ofrece todo un despliegue de comicidad para dar vida la díscola Ángela.  Humor a granel para una obra que, sin grandes pretensiones, nos acerca la sonrisa en tiempos de encierro.

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