"A un por qué, casi siempre le deberíamos
responder con un para qué.
A veces, un por qué sin un para qué,
no puede tener una respuesta inteligente"
Sinto petit
12/07/2018
El sol había salido decidido a verte, su luz y calor entraban en nuestra habitación, ya no estabas, no te podías permitir el lujo de estar allí para saludarle y darle las gracias por su maravilloso buen día, y no era por falta de ganas, sino que por carencia de circunstancias más favorables. Nos habíamos dado un beso, largo, dulce, inolvidable, como siempre. ¡Hasta luego!, ¡hasta ahora!, ¡hasta siempre!, nos dijimos, cerrando los ojos para poder guardar esa imagen y recordarla constantemente. No sabíamos cuando volveríamos a estar juntos, aunque nunca estamos separados, nos pensamos tanto que no nos queda espacio para la ausencia del uno y del otro.
Es cierto, a veces nos quedamos con una sola idea, no queriendo ver más allá de que para ser felices todo debe tener unas condiciones excepcionales. Nosotros, con poco disfrutamos de la mutua felicidad. Sí, sabemos que son pocos y cortos los ratos que pasamos físicamente juntos, Sí, quisiéramos muchos más y más largos, sí, pero no nos quedamos con una sola idea, aprovechamos cada una de las milésimas de segundo y las hacemos eternas, sin ninguna preocupación, sin planificar nada. "Ya se verá" dices, y se ve, claro que sí, se verá y se ve, y más que verse, se siente.
No me arrepiento de nada. Todo, en mi vida, tiene un por qué y, a veces, con su para qué. Casi siempre, a un por qué le hemos de responder con un para qué, ya que un por qué sin un para qué, no puede tener una respuesta inteligente. ¿Por qué tú?, para no errar, para disfrutar, para ser yo contigo, siendo yo, pues, sin ti soy quien no soy, casi nada.
Pero que no me arrepienta de nada no quiere decir que no reflexione todo lo que pienso, digo y hago. Sin lugar a dudas, lo reflexiono, incluso, después de reflexionar, procuro relajarme y pensar en otras cosas más sencillas, más fáciles de plantear y de comprender para no quedarme bloqueado u ofuscado. Recuerdo que no ha pasado demasiado tiempo desde que sentado en la punta de la roca de la sierra "La Llena", que mira hacia el Montsant, por un lado, y a la plana de Lleida por el otro. Debajo de mis pies, el abismo, se puede ver el riachuelo y el principio del encharcamiento en Margalef. Envuelto de los aromas del tomillo y el romero, pensaba en la conversación que mantuvimos el Calixto y yo sobre el amor, la fidelidad y otras gilipolleces. En un momento de esta conversación surgió lo del "amor prohibido". Aquí es donde todo me estremece. ¿Se puede prohibir el amor? Creo que sería como prohibir a la primavera que se estrenara sin ni una sola flor. O como prohibir al cielo que se vistiera de gala con la luna, los luceros y las estrellas.
¿Nos pueden prohibir el amor a ti y a mí, Julietta? No. Creo que no, el nuestro es un amor limpio, incomprendido por algunas personas. Y lo más importante en el amor nuestro, entre Julietta y yo, no es lo que decimos, lo que pensamos, soñamos o hacemos. No, lo más importante es lo que sentimos el uno por el otro, y eso no nos lo puede prohibir nadie.
Nada tengo, todo lo comparto y, a veces, pienso que es muy poco lo que puedo compartir con Julietta, sólo AMOR.
¡¡¡Qué poca cosa!!! ¿Verdad?
Sinto petit.
05/01/2019
A Julietta, porque sí.