Antonio Valero: “Me he quitado muchos prejuicios interpretando a Adolfo Suárez”

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El Teatro Auditorio de Catarroja (TAC) acogió, el pasado sábado, el estreno de ‘Transición’, una pieza teatral en la que Antonio Valero se mete en la piel de un enfermo de Alzheimer llamado Adolfo. Bajo esa premisa, el espectáculo recrea los principales momentos de un período histórico cuyos ecos repercuten en la actualidad. El actor, nacido en Burjassot, habló para Hortanoticias.com sobre su personaje y la Transición.
Tras una pausa en el ensayo, Antonio Valero se presenta veloz a la entrevista. En menos de una hora ‘Transición’ inicia su premiere en Valencia. Bebe un poco de agua y comenta que se encuentra a gusto bajo la dirección de los directores Carlos Martín y Santiago Sánchez, “tienen las ideas muy claras sobre el texto”, recalca.

La obra parte de un texto conjunto de Julio Salvatierra y Alfonso Plou, una dramaturgia que permite al actor visitar su propia juventud durante la época de la Transición.

¿Cómo llega el personaje de Adolfo Suárez a tus manos?

Bueno, la verdad es que me llega en un momento estupendo: por mi edad y por el tiempo sucedido. Nunca es fácil un personaje vivo y sobre todo un personaje tan reconocible como Aldolfo Suárez y no es habitual hacer el personaje mientras la persona, en este caso, está viva y luego en las condiciones en la que se encuentra, claro. Todo el mundo sabe que ya tiene 80 años y que está en su casa con Alzheimer. Y… Eso no quita para que sea uno de los grandes personajes del S.XX español. Yo tengo que reconocer que nunca voté a Suárez; yo era joven y, entonces y ahora, mi visión política era diferente a la que él representaba porque, no tenemos que olvidar que cuando lo nombran presidente de Gobierno, él era ministro del Movimiento, esto significa que era el que mantenía la esencia de aquel régimen, por tanto cuando lo nombraron aquello fue algo un poco escandaloso. Luego resultó ser una persona fundamental en transformar una dictadura totalitaria en Estado democrático de derecho. Lo hizo en muy poquito tiempo y con unas circunstancias horrorosas. Luego él dimite, funda un nuevo partido, tuvo que salirse para hacer otro, ¿no? Fue como una especie de Julio César al que apuñalaron todos los suyos. Entonces, ese personaje, yo lo he tomado con mucho cariño y con mucho respeto. Y he empezado a quitarme muchos prejuicios políticos y me he dado cuenta que fue un tío fundamental al enfrentarse a problemas que no imaginaba dentro de su propio entorno, tuvo que enfrentarse a colegas de partido y a compañeros de viaje. Suárez era un hombre muy terrenal, muy pegado a su familia, a sus amigos… La verdad es que he descubierto una parte muy humana, muy familiar y muy social del Suárez con respecto al que yo tenía en mi juventud.

Por un lado tenemos a la personalidad política e histórica pero… ¿Cómo se construye como personaje, desde el texto que tú tienes que defender?

Mira, la ventaja que tuvimos con esta representación es que uno de los directores había trabajado en Els Joglars, como yo; es decir el trabajo con Albert Boadella nos marcó, y eso nos permitió hacer dos semanas de ejercicios previos para jugar sobre la época. Trabajamos el hacer improvisaciones, recuerdos que teníamos sobre aquella época, repasar documentales, ponernos en la situación de aquellos años que, fíjate, ¡yo había vivido! Y, claro… Cuando vino el texto dije ¡anda! Y… Además con el tema que ocurre que es un personaje que entra y sale de la realidad, un tipo que mezcla pasado y presente. Un hombre que va viendo flashes de su historia y de los momentos que vivió y… Enganché el personaje de una manera natural, empezó a entrar y a entrar y así lo llevo incorporado. Hay un pequeño momento en que imito algo de su voz pero…, es para mí, incluso me dicen ‘te pareces a Suárez’, y no lo creo, precisamente porque trabajo con elementos propio de su persona pero construyo un personaje mío, que vivió la misma realidad de Suárez, y es común para ambos y para mucha gente.

Un poco lo que decía Grotowski “ficcionar hasta que sea realidad”. ¿Puede que la ficción del personaje de Suárez se aproxime mucho a su realidad?

Siempre hay que mantener una distancia con el personaje y la realidad del personaje. Yo estuve formado, también en Nueva York. Eh… tuve dos formaciones, la comedia del arte con Boadella, es decir encarar al personaje a través de la máscara y luego dos años y medio en Estados Unidos estudiando el famoso ‘Método’ que es todo lo contrario. Y… Luego descubrí que se complementan, no hay que ser esclavo de una forma de crear. Hay que tomar distancia sobre todo para mantener el respeto. Tampoco lo tienes que hacer tan cercano, al personaje lo tienes que querer, hacer tuyo pero si lo quieres hacer creíble debes dotarlo de una distancia. El personaje de Suárez es real para mí, al construirlo como ficción, y el espectador cree el personaje, sí…, sí luego la realidad del personaje se aproxima a la realidad de una persona como Suárez, eso quiere decir que la distancia entre la realidad y la ficción es…, es parte del misterio que tiene el teatro, ¿no?

¿Estamos un poco desmemoriados con la Transición?

Sí y mucho. Además es curioso como la palabra Alzheimer acaba siendo sinónimo de memoria, especialmente la memoria política que tiene este país. En el fondo es la gran metáfora de este espectáculo. La historia de un hombre que a todos nos gustaría saber qué ocurrió en muchos momentos, tan cruciales, de la historia de España para que la democracia se pusiera en marcha y termina perdiendo la memoria. Pero tenemos gente que no tiene Alzheimer y quiere recordar lo que fue y se inventan historias que no fueron. © Jimmy Entraigües/ Hortanoticias

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