Ángel Soledad: “Quiero que las personas entiendan que hace falta alteridad en muchos rubros de nuestra sociedad”

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La autora mexicana Ángel Soledad está presentando su segundo libro ‘No somos tan malos’ (Editorial La Palabra Púrpura), una novela existencialista con un protagonista controversial.

Pregunta: La novela aborda temáticas como la violencia de género y el consumo de sustancias. ¿De dónde viene tu interés por estas problemáticas?

Ángel Soledad.

Ángel Soledad: Siempre me han interesado las problemáticas sociales, es decir, cuando pienso en todos los escritores que me fascinan e incluso en las películas que me llaman la atención, casi siempre suelen recaer en algún tema similar.  Hay dos cosas que siempre me han apasionado, hablando intelectualmente, uno es la filosofía y otro es la psicología y es una delectación cuando logras conciliar ambas, aún recuerdo cuando leí por primera vez a Sartre y leí en su Náusea “Qué importancia conceden, Dios mío, al hecho de pensar todos juntos las mismas cosas.” Desde entonces no paré de analizar todo a mí alrededor y entendí que las personas no solo estaban alienadas, sino que parecían sobrevivir enfermas y enviciadas. Nuestra sociedad está herida, todas las personas tenemos traumas y trastornos y somos incapaces de percibir la maldad que radica en cada uno de nosotros. Todos tenemos algún vicio, pero nos negamos a aceptarlo porque gran parte de ellos son legales o valen como pasiones. Me sorprende que a las personas les sorprenda que aborde una problemática que parece prevalecer por todas partes, es decir, ¿qué porcentaje de la población no es violenta? ¿Qué porcentaje no está obsesionado o tiene un vicio? Obsesionado por el trabajo, con el gimnasio, con el orden, tabaco, café, comida, cigarro, alcohol. Veo a los conductores y veo gente violenta, veo a las personas en el transporte público y veo gente triste y enojada, veo multitud de bares que invaden cada pueblo y ciudad, beodos rondando por las calles, agresivos, enojados, drogados. Es imposible deslindarse de las problemáticas sociales cuando uno aprende a observar el mundo que le rodea.

P.: Has mencionado en otra entrevista que tu intención con esta novela es hacer una crítica social y hacer pensar al lector en el origen de la violencia. ¿Esta idea estaba clara desde el inicio o apareció mientras desarrollabas la historia?

Á.S.: Creo que la idea de escribir un libro que abordara la problemática de la violencia surgió porque me di cuenta de la imposibilidad de alejar la violencia de nuestra vida absolutamente o de forma permanente. Desde un inicio supe que el libro sería sobre violencia a la mujer, recuerdo que inicié el primer capítulo y me maravillé, tenía la idea esencial, ahora faltaba todo lo demás. Una vez que logré el principio lo demás fluyó, quizás tenía un poco difuso en final de la misma, sin embargo, desde el comienzo quise enviar ese mensaje al lector. Este libro me dio mucha alegría a pesar de ser una historia algo agresiva y con un personaje tan peculiar, ya que quiero que las personas entiendan que hace falta alteridad en muchos rubros de nuestra sociedad. Estamos tan ‘socializados’, tan alienados que creemos tener tan claros los términos de lo correcto, lo incorrecto, lo bueno y lo malo, que ya ni siquiera intentamos designar por mente propia los conceptos del bien y del mal. Hace falta un pensamiento elevado en la sociedad, hace falta cuestionar, poner límites, romper con los estigmas y levantar la voz ante la injusticia.

P.: Roberto, el protagonista de la novela, es alguien sin tapujos, ácido, y a la vez vulnerable. ¿Qué crees que sentirán los lectores en relación con este personaje?

Á.S.: La relación que los lectores establecen con los personajes en realidad dependerá siempre de la personalidad del lector, es decir, es una cuestión de proyección e introyección a veces. Con esto me refiero a que las personas casi siempre tienden a atribuir defectos o virtudes a otro según las propias o en el segundo caso adoptar las virtudes o defectos del personaje al identificarse con él. En este sentido, los juzgamos, amamos y/o rechazamos según nuestros principios, por lo cual, quizás mucha gente odie a Roberto por el simple hecho de ser un machista y un maltratador. Aquí la cuestión es que el personaje crea mucha ambivalencia. Por un lado, es un violentador, cínico y políticamente incorrecto, por otro, se muestra como una víctima de las circunstancias lo cual apela al sentimiento de empatía y lástima por parte del lector. Lo importante con el personaje no es sólo ser objetivos sino entender que muchas mujeres maltratadas se mantienen en relaciones dañinas al caer en el juego de hombres de este género, personas narcisistas con pasados turbulentos y familias rotas que suelen oscilar entre el amor y el odio. Incluso se puede tratar de personas que ya tienen la triada oscura de la personalidad (maquiavelismo, narcisismo y psicopatía).

P.: ¿Podrías compartirnos algún fragmento o frase del libro que consideres que describa bien a Roberto, este protagonista complejo?

Portada de 'No somos tan malos'.

Á.S.: Hay un pequeño fragmento de ‘La caída’ de Camus que me encanta y creo que puede describir perfectamente a Roberto: “Despreocupado por las mujeres, despreocupado por la virtud o el vicio, despreocupado como los perros; pero yo mismo estaba siempre sólidamente presente en mi puesto. Iba así andando por la superficie de la vida, de alguna manera, en las palabras, pero nunca en la realidad. ¡Cuántos libros apenas leídos, cuántos amigos apenas amados, cuántas ciudades apenas visitadas, cuántas mujeres apenas poseías! Hacía ademanes por aburrimiento o por distracción. Los seres desfilaban, querían atarse a mí; pero en mí no había nada y entonces sobrevenía desdicha. Para ellos. Porque, en cuanto a mí, yo olvidaba. Nunca me acordé sino de mí mismo”.

P.: ¿Recuerdas a qué edad escribiste tu primer relato?

Á.S.: Bueno, siempre tuve una gran imaginación, en un principio todo se quedaba en mi cabeza. Solía salir a pasear en bicicleta y durante mis largos paseos, tenía largos soliloquios en los cuales relataba historias para mí, sin embargo, nunca las escribía, solo disfrutaba pensar y a veces las repetía varios días seguidos, detallando la historia, los argumentos, los personajes, etc. Mi primera historia y la cual haría como una pequeña historieta la realizaría a los 10 u 11 años, la historia era un pequeño relato bastante peculiar sobre un joven que vivía en una cárcel subterránea en la ciudad y encontró una alcantarilla por la cual podía hablar con una niña y eso le impedía volverse loco en su soledad.

P.: Además de escritora, eres arquitecta. ¿Es posible compaginar una profesión como la que tienes con una pasión por la escritura?

Á.S.: Sí claro, sin duda mi profesión sirve para poder darle un poco más de realismo a los espacios a la hora de escribir, aunque he de confesar que no soy de las que suelen enfocarse mucho en el detalle del contexto. Además, soy una persona que siempre ha disfrutado de hacer diversidad de cosas, amo dibujar, corro todos los días y me gusta leer de todo (ahora mismo estoy leyendo un libro de Druidismo y otro de esoterismo y estudio una maestría), así que creo que lo bueno es que no me cierro a aprender de un solo tema, al contrario, me nutro de muchas cosas para poder aportar más y más a mis lectores.

(Agradecemos a Promueve Libros las facilidades para esta entrevista)

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