Míriam Aguilar: “Tener abortos involuntarios implica perder la confianza en tu cuerpo”

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Míriam Aguilar (Barcelona) es una destacada referente en el ámbito de la no maternidad por circunstancias. Tras haber experimentado un largo y doloroso proceso que la llevó a aceptar que no sería madre, se dedica a visibilizar qué ocurre en la vida de las mujeres que luchan por convertirse en madres sin conseguirlo.

En este camino de aprendizaje y transformación se ha formado como terapeuta Gestalt. Creó y coordina círculos de mujeres, encuentros que brindan contención y acompañamiento emocional a quienes están transitando experiencias de este tipo. Imparte charlas y talleres sobre infertilidad, aceptación de la no maternidad, duelo de la no maternidad. ‘¿Y ahora qué?’ (Koan Editorial), es su primer libro.

Pregunta: En tus propias palabras, ¿qué es la no maternidad por circunstancias?

Portada del libro.

Míriam Aguilar: La no maternidad por circunstancias es esa maternidad que ha sido deseada, que se ha podido estar intentando durante años y que por diferentes circunstancias como son la infertilidad, la infertilidad social o enfermedades incompatibles con el embarazo, no ha podido ser materializada, realizada.

P.: En el proceso previo al diagnóstico, cuando una pareja inicia la fase de intento de concepción de un hijo/a como tal, ¿qué creencias o fantasías construidas por la sociedad se desmitifican?

M.A.: Cuando intentas tener un hijo y te encuentras con dificultades reproductivas, la creencia de que quedarse embarazada es muy fácil, o que, una vez te quedas embarazada, el resto ya es sencillo (obviando las pérdidas gestacionales y/o perinatales), son ejemplos de algunas de las creencias que se desmitifican.

P.: En tu libro narras tu experiencia con la interrupción involuntaria del embarazo. ¿Culpamos al propio cuerpo de ello?, ¿cómo fue el proceso de duelo o reconciliación con tu cuerpo y contigo misma?

M.A.: Tener abortos involuntarios (pérdidas gestacionales) implica perder la confianza en tu cuerpo. Sentir que no eres capaz de hacer aquello que se supone que todas las mujeres pueden hacer. Enfadarte con tu cuerpo, culparlo. Aceptar que, por la razón que sea, no estaba pudiendo quedarme embarazada y/o gestar un bebé y dejar de intentar controlar algo que dependía de tantas circunstancias, teniendo en cuenta que ni los propios médicos pudieron darme un diagnóstico, me ayudó a dejar de culparme. Y por supuesto, permitirme y dejarme sentir todas las emociones que surgieron en ese proceso en lugar de intentar bloquearlas. Hablar de ello en círculos de confianza, darle el lugar que para mí tuvieron mis pérdidas gestacionales. Incluso hacer un ritual de despedida, fueron algunas de las cosas que me ayudaron a sanar.

P.: Cuando recibes el diagnóstico de infertilidad por causa desconocida, ¿piensas en algún momento en abandonar?

M.A.: El diagnóstico en sí no lo recibí hasta que decidí dejar de intentarlo de forma natural, tras mis 4 embarazos que acabaron en aborto. Luego, al hacer más pruebas antes del único tratamiento de reproducción asistida que hice, se confirmó ese diagnóstico. No creo que fuese el diagnóstico en sí lo que hizo que tomara la decisión de dejar de intentar tener hijos, sino todo el proceso vivido y haber logrado aceptar que quizás no sería madre y, por consiguiente, darme el permiso de decidir hasta cuándo iba a intentarlo, a pesar de la presión por seguir hasta conseguirlo.

P.: ¿Qué consecuencias tiene en la pareja todo este proceso? ¿Con qué sensaciones se encuentran tu cuerpo y tu mente en cuanto a la sexualidad se refiere?

M.A.: Durante mucho tiempo, nuestra sexualidad quedó afectada. Fueron muchos años intentando tener hijos de forma natural y nuestras relaciones se centraban en lograr ese embarazo. Tener relaciones ‘cuando toca’, mata el deseo. Además, existía el miedo a volver a pasar por un nuevo aborto; tanto para mí, que lo vivía en mi cuerpo, como para mi pareja, que sentía que podía hacerme daño. Todo eso se quedó en mi cuerpo. Estaba bloqueada, dejé de sentir deseo durante un tiempo y ambos hemos necesitado hacer un trabajo de sanación para poder retomar nuestra sexualidad. Son esenciales la comunicación, la ternura, sobre todo la no exigencia y escuchar a nuestros cuerpos.

Míriam Aguilar.

P.: Después de esta vivencia, ¿destacarías la importancia de elegir a un compañero/a de vida que sea capaz de apoyar cualquiera de tus proyectos a largo y corto plazo se lleven a cabo, o no?

M.A.: Destacaría la importancia de elegirse como pareja: nosotros nos elegimos siempre. Eso quiere decir que nos pusimos por delante de todo lo demás. Los dos queríamos tener un hijo, pero por encima de todo, queríamos estar bien nosotros. Y eso fue lo que nos ayudó a ir tomando decisiones, hasta llegar a la decisión de dejar de intentarlo y aceptar que seríamos una familia sin hijos.

P.: ¿Qué destacarías del proceso de reproducción asistida?

M.A.: Lo que nos llevó a decidir hacer el tratamiento (ovo donación) fue la tasa de éxito tan alta que se suponía que tenía. Luego supimos que esa tasa no era real. No necesitamos hacer ningún tratamiento más para darnos cuenta de que eso no era lo que queríamos para nosotros. Destaco la forma en que invalidaron mis emociones, mis miedos, mis dudas. También que dentro del ‘gran presupuesto’ que ofrecía el centro, quedaban fuera varias pruebas, todas ellas de pago extra. Y por encima de todo, resalto la poca empatía del médico que llevó nuestro proceso. Este nos informó del último resultado negativo y, automáticamente, nos propuso otros tratamientos en lugar de dejarnos asimilar que los cuatro embriones que obtuvimos no se habían implantado. La infantilización que el gremio médico de obstetricia utiliza a la hora de dirigirse a sus pacientes, haciéndote sentir que ellos saben mejor que tú lo que necesitas, considero que es un tema ético a revisar.

P.: Háblanos de la infertilidad social, de cómo afecta en esta vivencia. ¿Son las personas que no tienen hijos, egoístas?

M.A.: Hablamos de infertilidad social para referirnos a las causas socioeconómicas que llevan a una persona a no tener hijos: falta de una pareja en los años fértiles, imposibilidad económica, etc. Son personas que han deseado tenerlos, pero no han podido o han sentido que era mejor no hacerlo en sus circunstancias. Pienso que el egoísmo no tiene que ver con tener o no tener hijos. No conozco a nadie que haya querido tener hijos por motivos altruistas. Todas las personas que conozco que tienen hijos, los han tenido porque deseaban hacerlo. La afirmación de que elegir (o encontrarte con la circunstancia de tener que elegir) no tener hijos es egoísta, responde a una creencia estereotipada y poco real. Lo mismo que tenerlos sea algo altruista y generoso.

P.: Por último, ¿Qué quieres transmitirle a tus lectores?

M.A.: Por un lado, quiero que socialmente se conozca y reconozca esta circunstancia, el hecho de que existen mujeres que han deseado y querido tener hijoos y no los han tenido. Y que eso conlleva un duelo que socialmente no está permitido. Por otro lado, quiero brindar apoyo y contención a todas esas mujeres que están intentando tener hijos mientras se enfrentan con dificultades reproductivas y, en primer lugar, a las mujeres que están, o han estado, en duelo por sus no maternidades. Quiero transmitirle a esas mujeres que no han sido o no serán madres, que no están solas, que el duelo es necesario para sanar y que después de integrar esta experiencia se puede seguir con una vida bonita y significativa.

(Agradecemos la colaboración de Bibiana Ripol y Alicia Cros para la elaboración de esta entrevista)

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