El Palau de la Generalitat ha restaurado las pinturas murales que decoran el vestíbulo del segundo piso del edificio que pintó José Vento (Valencia, 1925 - Madrid, 2005) sobre el Tratado del Consolat del Mar con una estética cubista, en 1951.
El Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació ( IVCR+i) ha empleado 12 meses en recuperar la imagen original de estos tres murales que ocupan unos treinta metros cuadrados de superficie. Han trabajado equipos de dos personas de manera continuada.
Durante la restauración, el trabajo más costoso ha sido la eliminación del papel japonés con el que estaban cubiertas las pinturas. Para ello, se han realizado los test necesarios para identificar el producto y el sistema de eliminación más idóneo. El papel japonés se ha retirado aplicando agua tibia y utilizando brochas blandas y esponjas naturales.
Los murales también presentaban pérdidas de pintura debido al grapado sobre ellos de un tapiz que cubrió durante años esta obra. En algunas de las pérdidas aún se podía encontrar algunas grapas.
La limpieza de las pinturas se realizó con alcohol etílico y acetona, como los disolventes más apropiados para eliminar la suciedad. Y en la fase final se estucó las lagunas y se realizó la reintegración cromática de los faltantes de las pinturas.
Los murales de José Vento, pintados con estética moderna de líneas cubistas, contrasta con la severidad del Palau, un edificio representativo de la arquitectura civil del gótico valenciano del periodo foral, que desde 1931 está declarado bien de interés cultural.
En el centro del muro más longitudinal, se sitúa el rey Pedro III, sentado en un trono bajo dosel con las armas de la Corona de Aragón, que concede en 1283 el privilegio a la ciudad de Valencia de poseer el Consolat del Mar. Junto a él hay varios personajes de la corte, comerciantes y navegantes, mientras un personaje le muestra el libro que contiene la jurisprudencia mercantil por la que se debe regir esta institución.
En otro mural, se ve la mesa donde se ha ratificado el tratado, con el blasón de la Corona de Aragón en su frente, expresado mediante el abrazo entre dos comerciantes o navegantes ante un mural, o suelo, de alfardones blancos y azules, que tienen por motivo decorativo un bajel y unas aguas en clara alusión al tema propuesto.
En el tercer mural, otros comerciantes muestran orgullosos a los navegantes el libro que alberga las leyes por las que se rige el comercio mercantil de los valencianos en época foral, igualmente dispuesto ante el panel de alfardones anteriormente descrito.