El pasado 25 de marzo se hizo público que la Guardia Civil había intervenido en Almería más de 500 kilos de jurel sin trazabilidad y 75 paños de redes de trasmallo consideradas artes profesionales en dos actuaciones en las que desmanteló un grupo de venta de pescado a pie de playa.
A lo largo de la historia han ocurrido muchos escándalos alimenticios como el relacionado con el aceite de colza en los años 80. Debido al interés que despiertan ciertos alimentos, con muchos de ellos se activa un tráfico ilegal que hace que mucha gente se enriquezca y que, en el peor de los casos, quien acabe sufriendo las consecuencias sean los consumidores finales.
Para evitar problemas de salud derivados del comercio de alimentos en mal estado o que no han pasado los controles suficientes por parte de las administraciones, la práctica más eficaz es la de la trazabilidad.
¿En qué consiste la trazabilidad alimentaria?
Se llama trazabilidad alimentaria o de los alimentos al proceso a través del cual se controla y se sigue todo el rastro de un alimento, un pienso o un animal destinado a la producción de alimentos o la producción de sustancias destinadas a la incorporación de alimentos o piensos o con probabilidad de serlo.
La clave de un buen sistema de trazabilidad es que permita detectar del hilo para encontrar el origen de cualquier problema de seguridad alimentaria, para ir reconstruyendo toda esa cadena.
El sistema de trazabilidad, por tanto, permite conocer todos los pasos por los que pasa un alimento desde las primeras fases de producción hasta que llega al consumidor. La trazabilidad es importante tanto en el sector alimenticio como en otros muchos. En la empresa www.traza.net son expertos en seguridad alimentaria y trabajan conjuntamente con sus clientes para garantizar sistemas adecuados de gestión de la Seguridad Alimentaria y de la Calidad de las empresas en todos los eslabones de la cadena alimentaria.
¿Cómo controlar la trazabilidad de los alimentos?
Todos los alimentos desarrollan un complejo y largo recorrido en su proceso de producción. La trazabilidad es lo que permite seguir la pista, el rastro, a cada uno de estos pasos. Los objetivos son tres: aumentar la seguridad de los productores, informar de todo el proceso a los consumidores, y un tercero, una cómoda gestión ante cualquier riesgo alimentario.
En este sentido, la trazabilidad puede ocurrir hacia atrás, hacia delante o durante el proceso. La trazabilidad hacia atrás hace referencia a la procedencia de los productos o el lugar de su última transformación sustancial, de modo que incluye información sobre el tratamiento que ha recibido el producto, qué se ha hecho con él y cuándo.
Se diferencia de la trazabilidad hacia delante porque en este punto ha de registrarse a quién se entrega el producto y cuándo. Así, los diferentes actores de la cadena de producción de alimentos pueden gestionar mejor la situación en caso de algún riesgo alimentario.
La trazabilidad del proceso se refiere al momento en el que los productos se cambian, se dividen o se mezclan, de modo que hay que estudiar en este punto qué se elabora, a partir de qué, cómo, cuándo y su identificación.
Todos los alimentos deben seguir un completo registro de trazabilidad, pero destacan especialmente las carnes, los productos vegetales y la fruta, los huevos, los alimentos ecológicos y aquellos con denominación de origen.
A partir de una trazabilidad correcta se pueden retirar del mercado los alimentos que no cumplen con estos requisitos o, como en el caso de los jureles en Almería, cuando no cumplen con la legislación para ser puestos a la venta.
La trazabilidad es un proceso obligado que permite un mejor conocimiento del mercado pero que es especialmente válido para los consumidores finales, pues a partir de ahí pueden recibir información específica de determinados productos e investigar sobre las posibles causas de intoxicaciones o contaminación.
