Lo vivió de cerca un trabajador del Puerto de València y así nos lo cuenta. Todo ocurrió en la terminal de MSC, cuando el MSC Mía, uno de los portacontenedores más grandes que existen, golpeaba accidentalmente la pluma de una grúa de 56 metros de altura mientras ésta realizaba las tareas de descarga de otro buque. La gigantesca grúa caía y se desplomaba sobre el muelle.
El estibador que maniobraba la grúa desde la cabina vio venir la inevitable colisión cuando estaba llevando a cabo la descarga de otro buque, y tuvo tiempo de avisar a sus compañeros, que trabajaban debajo, en el muelle, para que se apartaran con lo que, seguramente, les salvó la vida. La grúa acabaría partiéndose por la mitad y, por suerte, una mitad quedó en tierra, cabina incluída, y la otra mitad, en el agua.
Y decimos por suerte porque si la cabina hubiera caído al agua, podríamos estar hablando de una tragedia mayor. Y más suerte aún porque la cabina podría haber quedado aplastada por la estructura pero lo hizo en un hueco entre las secciones de metal caídas.
El gruísta, un veterano estibador de 48 años de edad, quedó atrapado dentro y tuvo que ser excarcelado. Bajo el agua, su vida habría corrido serio peligro. Había vuelto a nacer. Varias costillas rotas y una hemorragia fue el balance de, seguramente, el episodio más peligroso que le haya tocado vivir.
Ahora es momento para las averiguaciones, saber qué ocurrió y cómo aprender del hecho para evitar que se vuelva a producir un accidente que, sin lugar a dudas, habría podido acabar en una tragedia mayor.
Imágenes cedidas por los familiares de uno de los trabajadores del Puerto.
