Sin duda Antoine de Saint-Exupéry (1900-1944) llevó una vida personal tan pasional como su amor por la aviación, y entre esos sentimientos nacieron amores intensos (como el tormentoso matrimonio que tuvo con Consuelo Suncín-Sandoval Zeceña), amantes varias, libros (‘Vuelo nocturno’, ‘Tierra de hombres’, poemas sueltos…), conferencias antifascistas, artículos periodísticos, guiones…, y la bella fábula infantil ‘El Principito’ (obra que venía gestando desde 1940). Precisamente el musical ‘Antoine’ toma forma de dramaturgia cuando confronta la historia de ese pequeño niño llegado del cielo con la un hombre de éxito, el propio Saint-Exupéry, que no encuentra su lugar en el mundo.
El desierto, con su mar de arena inabarcable y su infinito techo de estrellas, frente a las grandes ciudades (París, Buenos Aires, Nueva York…) suponen dos de los espacios en donde se mueve Saint-Exupéry y…, por supuesto el amplio cielo de los vuelos.
El texto de ‘Antoine’ sabe jugar muy bien entre las facetas autobiográficas o testimoniales que encierra ‘El Principito’ para crear un musical que viaje por la vida de su autor. Con una escenografía muy cuidada y muy imaginativa, ‘Antoine’ se presenta como un sólido producto que aúna calidad y vistosidad escénica.
Acertadísima la dirección y autoría del texto por parte de Ignasi Vidal y muy acertada las interpretaciones de Javier Navares, Shuarma, Beatriz Ros, Marta Emes, Ana Dachs, Víctor Massán, Vicenç Miralles, Paula Moncada, Jan Forrellat y Alberto Vázquez. Atención a las buenas letras y música creada por el grupo Elefantes y Shuarma, a modo de pegadizos temas de pop, ‘Antoine’ encuentra uno de sus mejores valores en la muy bien lograda composición musical. Merece la pena disfrutar en familia de un estupendo espectáculo como ‘Antoine’, hasta el 18 de abril les espera en el Teatro Olympia.
