Una larga y musical 'Muerte en el Nilo’

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En 1978 el director británico John Guillermin llevaba a la gran pantalla ‘Muerte en el Nilo’, novela homónima de la escritora  Agatha Christie, bajo la protección de un presupuesto generoso, un reparto de lujo y una cuidad producción. El éxito del film no eclipsó en absoluto las muchas versiones teatrales que ‘Muerte en el Nilo’ tuvo a lo largo del siglo pasado y que aún se siguen realizando en medio mundo. Fue la propia Christie, en 1942, la encargada de escribir para la escena su afamado texto literario y permitir que su célebre detective, Hércules Poirot, tomara presencia física.

Una imagen de la obra.
Una imagen de la obra.

La trama, al igual que en otras obras de la autora (‘Asesinato en el Orient Express’, ‘Asesinato en Mesopotamia’…), gira alrededor de un misterioso y complejo caso criminal, en estratos sociales donde el glamour, la riqueza, la sofisticación brillan intentando ocultar las oscuras pasiones humanas y que, con habilidades deductivas,  el detective belga Poirot esclarece con precisión científica.

La versión propuesta por Víctor Conde, adaptador y director de la producción que llegó al Teatro Olympia, toma los componentes esenciales del texto original de ‘Muerte en el Nilo’ para realizar una adaptación libre sin las exigencias marcas por la novela, la dramaturgia ‘christienana’ o el guión cinematográfico.

La primera de las libertades es la no presencia de Poirot en aras de un investigador de perfil diametralmente opuesto al refinado y meticuloso detective belga. De la misma forma los personajes centrales, si bien mantienen algunos de sus perfiles claves, adquieren una nueva personalidad en función de la nueva propuesta diseñada.

Coral, como toda obra de Christine, ‘Muerte en el Nilo’ se desarrolla como un ‘reloaded’ adaptado a un formato de proximidad donde la música (standars de Cole Porter, Gershwin, Berlin…), las coreografías y las canciones impliquen a los espectadores en el drama pasional que se desarrolla en la escena. Si bien la escenografía juega, en parte, a favor de las situaciones presentadas en cada escena, la compleja interrelación entre personajes, junto a sus distintos deseos y motivaciones, agrietan el núcleo de la historia desequilibrando el seguimiento del caso. Arriesga Conde en el largo despliegue textual y temporal de la obra en un intento de atar los pliegues de la personalidad de sus personajes que, en  ocasiones, sobrecargan la actuación y desnivela el ritmo escénico.

Sin duda, la motivación de ofrecer glamour, pasión desbordada y una nueva lectura al clásico de Agatha Christine son motivos suficientes para dar la bienvenida a este nuevo montaje de ‘Muerte en el Nilo’ que, dejando un sabor agridulce en su viaje de misterio criminal y decadentismo social, mantiene en delicado equilibrio el gusto por recrear un modelo de historias poco presente en la cartelera teatral.

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