Llevo mucho tiempo escuchando que era difícil ver a un político pedir perdón y la verdad es que no es cosa únicamente de la clase política –que no está compuesta por seres extraterrestres–. Es nuestra sociedad con carácter general donde cada vez más cuesta reconocer errores y sobre todo asumirlos como propios.
Durante la última semana hemos podido comprobar como varios representantes políticos de ámbito autonómico y nacional pedían disculpas. Esta acción loable no puede convertirse, sin embargo, en un escudo que sirva para burlar las críticas y eludir responsabilidades.
Las disculpas, si no se repara el daño causado y se cambia la forma de actuar, sólo habrán servido para que quien las pide pueda sentirse bien o, simplemente, para pasar el trago. En política pedir perdón debe ir acompañado de la dimisión, como dijo Pablo Iglesias en su día, pero ahora él se disculpa y lo hace empezando por los niños pensando que los puede engañar.
No pidió disculpas cuando el Gobierno que co-preside dejaba en el aire hasta el último minuto las condiciones de trabajo del día siguiente; ni cuando el número de contagiados crecía de forma exponencial; ni tampoco por la cantidad de tests y mascarillas que han llegado tarde y por los defectos que presentaba este material. Y no lo hizo porque sabía que no podía cambiar la forma de actuar del Gobierno.
Dudo que Iglesias conozca el significado de perdonar porque para ello hay que entender la situación y empatizar con los demás es fundamental para alcanzar esa comprensión. Y ahora me van a perdonar pero dudo que en algún momento la empatía haya estado entre los sentimientos del actual Gobierno. Alguien que empatiza no deja tirados hasta el último momento a los trabajadores, generando esa incertidumbre tan letal para la economía. Ni mucho menos ataca a quien ayuda. Alguien que siente un mínimo de empatía comprende a los suyos y este Gobierno no ha comprendido a nadie.
Por tanto, no me creo el perdón porque no ha venido acompañado de ningún cambio: cuando vea esto último lo creeré. Creo que más que pedir perdón querían decir borrón. Sí, borrón y cuenta nueva.
[ Modesto Martínez | Diputado provincial y concejal del PP en Alboraya | @ModestoMartinez ]
Yo, como trabajador autónomo, no acepto esas disculpas. No las acepto porque no hay nada que disculpar, hubo incertidumbre porque todo esto vino de golpe. No hay nada que disculpar porque las ayudas han cubierto más de la mitad de mis gastos y gracias a ello he conseguido mantener la persiana abierta. No las acepto porque es normal que hubiera retrasos administrativos en los cobros, viniendo una caja, la de las pensiones, siendo esquilmada por el anterior gobierno día tras día hasta dejarla vacía. No las acepto porque en tres meses de gobierno, con una sanidad precarizada y esquelética, han conseguido estoicamente hacer frente a la peor crisis de España desde el golpe y la posterior guerra en el 36. No las acepto porque sería seguir el juego al fascismo. Ese que coloca a iletrados que no saben construir dos frases al frente de puestos de responsabilidad y que, además, tienen la cara de escribir opiniones.