Nicolás Ll. Lebeau: “Que una máquina haga una fotografía estupenda no hace de ti un buen fotógrafo”

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Fundada en el año 2002 la escuela  Espai d’Art Fotogràfic tiene un objetivo muy claro tal y como lo define define su director  Nicolás Llorens Lebeau: “ofrecer una formación, tanto teórica como práctica, que posibilite un desarrollo profesional, una visión crítica de la fotografía y un compromiso a nivel personal”. El centro de enseñanzas es algo más que un lugar donde aprender y conocer las técnicas y recursos de la imagen, es un espacio donde las dinámicas, las acciones, las propuestas y las motivaciones sean platean en cada clase y en cada encuadre. La fotografía es una captura espacio temporal fragmentario de la realidad

Tras la inauguración de la exposición ‘Autopsicografía: Pessoa tras la lente’, en la Biblioteca Pilar Faus que contó con la presencia del Embajador de Portugal  João Antonio da Costa, Lebeau abre las puertas del Espai d’Art Fotogràfic para tener una charla entorno al nuevo material expuesto por los alumnos de la escuela y sobre el sentido y la importancia que juega la imagen en la sociedad.

Nicolás Llorens Lebeau y el embajador de Portugal João Antonio da Costa durante la inauguración de la exposición. (Foto-Vilma Dobilaite).

Pregunta: ¿Cómo nace la propuesta de vincular el universo poético de Pessoa con la fotografía?

Nicolas Ll. Leabeau: Nace como un ejercicio que se manda a los alumnos que pasan de primero a segundo y es como un trabajo de verano. Casi siempre se busca a un autor, casi siempre reconocidos, con una frase o el fragmento de un poema y  cada alumno tiene que hacer en diez fotografías la interpretación de ese fragmento. Cuando se inicia el curso cada uno presenta sus fotografías y se eligen las fotos para una exposición colectiva. Claro que…, la terea de seleccionar significa romper lo que cada uno de ellos ha deseado expresar porque se busca dar un nuevo orden y un nuevo significado al trabajo colectivo. A veces (sonríe) es una tarea complicada recoger, en un solo sentido, la disparidad de criterios pero…, sorprende luego la nueva lectura que surge y…, queda bastante bien y los alumnos quedan muy satisfechos. Luego ya son los visitantes lo que sacarán sus propias conclusiones y cada trabajo fotográfico y del significado global que tiene la exposición.

P.: ¿Hasta qué punto cada alumno defiende sus preferencias por una u otra imagen?

N.L.L.: Bueno…, yo soy profesor de técnica y desde el primer curos les obligo a trabajar con unas composiciones marcadas. Puede ser como muy académico o muy encorsetado, que en el segundo curso ya nos saltamos todas esas normas, pero de esas composiciones no se pueden salir y…, entonces, cuando me argumentan o intentan defender algo y me dicen “es que lo que yo quiere mostrar es…”, les digo “muy bien pero no es lo que yo he pedido”. Es, de alguna manera, introducir dentro de lo que es el arte en general  de que hay criterios que son objetivables, porque si no queda la coartada que se basa en el gusto y bajo esa premisa no todo es válido. En primero marcamos mucho la técnica y la composición y cuando entregan ese trabajo tiene que seguir unas normas.

P.: En la exposición basada en Pessoa mantuvo las consignas que se marcaron, ¿es así?

N.L.L.: Sí. Todos los criterios en lo que se basa la exposición son técnicos, compositivos y en otros aspectos que hemos estudiado. Trabajamos muchos el sistema de zonas y son protocolos que deben estar en la imagen. Ya en el segundo curso nos liberamos de eso y trabajamos autores y los alumnos ya se pueden mostrar más libres. Cuando haces una fotografía tienes que saber que todo lo que está dentro de tu marco forma parte de la imagen. No es solamente en lo que tú te fijas y…, obligarle a un alumno a que se fije en todo lo que hay en el recuadro es obligarle a que cumpla una serie de normas.

Nicolás Llorens Lebeau en una de las aulas del Espai d’Art Fotogràfic. (Foto-Vilma Dobilaite).

P.: Vivimos, desde los dispositivos de captura de imagen, una fiebre en la que todo se puede fotografía. El auge del selfie,  la comida en la playa, la fiesta con los amigos…, todas son imágenes bastantes inocuas, carentes de relatos. ¿Crees que se ha frivolizado la fotografía y ha perdido valor como forma de relato?

N.L.L.: Bueno…, vamos a ver. Lo que planteas es todo un tema filosófico y complejo tanto en lo social como en un hecho que pueda tener un valor artístico o comunicacional (comenta con una sonrisa). Existe un gran problema y es la identificación entre la tecnología y fotografía. En la medida que una persona con un móvil o una cámara dispara y hace una fotografía buena ya se considera fotógrafo. En la medida en la que ya él o ella se considera fotógrafo se ve autorizado para poder hablas sobre fotografía y son dos cosas distintas. Que una máquina haga una fotografía estupenda no hace de ti o de nadie un buen fotógrafo. Creo que hay que poner en valor al fotógrafo como alguien que aprende composición y ciertos valores estéticos y narrativos sobre la imagen. Está muy bien la foto de familia en la playa pero hay que diferenciarla de la foto con una serie de intenciones y…, esa sí necesita tener un relato que la sostenga, lo otra no necesita relato alguno. También se peca de lo contrario desde el fotógrafo importante que desprecia la fotografía playera o familiar por tratarla de insulsa y…, yo a mis alumnos les digo que ambas conviven. Mis alumnos me dicen “ahora hago menos fotos que antes” y le recuerdo que eso es normal porque ahora tienen y dominan unas herramientas más interesantes pero… , también les digo que no dejen de hacer las fotos dela familia, de la playa o de la paella porque  esa fotografía es importante. El fotógrafo que renuncia a la forma formal o simple de la imagen familiar cae en el discurso de sentirse autorizado a creer que las suyas sí tienen un peso social o de compromiso con la realidad y creo que es un error despreciar alejarse de esa mirada inocente o simple que puede tener una foto de la paella del domingo en familia.

P.: Claro…, es que en muchas fotografías familiares el relato es exógeno a la imagen. La gente muestra un domingo familiar feliz pero al mismo tiempo te cuentan lo bien que lo pasaron cuando en la imagen es muy plana.

N.L.L.: Sí, sí. Mira, la última fotografía que hacemos en primero es que los alumnos hagan un trabajo que cuente un relato, es decir que la imagen contenga una historia. Pues…, tú no sabes la guerra que representa en clase el decir que, lo que algunos muestran, no representa la construcción de una historia. Por un lado es interesante pero representa una larga discusión ya que suelen decir “es que fulanito hizo tal cosa y resulta que…” y…, claro, les tengo que decir que en la foto no está porque desde el momento que me lo cuentan la foto pierde su componente más esencial que es la historia que encierra.

P.: Espai d’Art Fotogràfic centra su enseñanza, precisamente, en hacer que la fotografía sea algo más que la paella dominical y la imagen se transforme en un arte comunicacional.

N.L.L.: Sin duda. Yo vengo de hacer filosofía y siempre me ha gustado el arte y lo que quiero es introducir una visión crítica, muy social…, de aportar una idea de mejorar la sociedad, he insisto mucho en que las imágenes tengan  un cierto compromiso con la realidad que vivimos. La foto de la familia en el campo está muy bien pero hay que crear imágenes que aporten algo más y sean representativas del mundo y de la sociedad en que vivimos.

P.: Hablemos de la instantánea, esa foto que parecer atesorar todo lo que representa una imagen captada ‘in situ’. Cuando uno piensa en obras como ‘El beso’, de Doisneau; ‘Muerte de un miliciano’ de Capra o ‘Alzando la bandera en Iwo Jima, de Rosenthal, descubre que fueron instantáneas ensayadas, preparadas y trabajas para su realización, ¿eso quiere decir que la instantánea no es esa foto mágica que irrumpe ante el visor y es capturada?

Una imagen de la exposición ‘Autopsicografía Pessoa tras la lente’. (Foto-Vilma Dobilaite).

N.L.L.: Sobre eso te puedo decir varias cosas. Una: a la hora de valorar una obra de arte una delas cosas que llama la atención es el criterio del tiempo.  “Es que esto ha costado más de hacer y esto que hice menos”, dicen algunos alumnos. “¿Y qué tiene que ver”?, respondo. Puedo estar conduciendo y bajar la ventanilla y hacer una instantánea y realizar una foto única y excelente, también puedo preparar una foto durante cinco horas y salir un desastre de foto de foto. El concepto del tiempo no es un criterio para valorar una fotografía, se valora el resultado final. Lo que comentas de ‘El beso’ es que muchos piensan que Doisneau llegó y “pum” hizo la foto. Cuando explicas que Doisneau pagó a los actores, estuvo cuatro horas realizando toda una serie de fotos y mil cosas más, la gente te dice “ya no me gusta”. ¿Pero qué tiene que ver una cosa con otra si la foto es una auténtica maravilla? Creo que el criterio del tiempo no tiene nada que ver con el resultado final de una fotografía. Me da igual si fue fruto del azar o fue un trabajo preparado. Si la foto es fantástica, el tiempo no es criterio para evaluarla.

P.: Nicolás, mil gracias por atendernos, felicidades por la exposición que habéis preparado y que Espai d’Art Fotogràfic siga siendo un lugar donde el estudio de la imagen y la fotografía tenga tan buenos resultados como los que enseñáis.

N.L.L.: Muchísimas gracias y aquí tenéis vuestra casa para cuando queráis.

La exposición ‘Autopsicografía: Pessoa tras la lente’ se mantendrá durante un mes y la componen trabajos de: Ana Ramos, Erik Pérez, Gianpiero Cadinu, Héctor Murgui, Julia Fernández, Laura Escartí, Loic Mota, Luciana Mesa, Manu Ramírez, María José Rodes, Natalia García, Rachel Jenkins, Rafa Pérez, Raquel Temprado y Vilma Dobilaite.

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