Comentaba Carles Alberola, autor y director de ‘L’últim ball’, que “la obra es un homenaje a todos los actores y actrices que, más allá del éxito, han hecho feliz a la gente con su trabajo”. En gran medida, la nueva pieza, es algo más que un homenaje. ‘L’últim ball’ viaja, con hábil trama, por el teatro, la amistad, los recuerdos, los sueños por cumplir, las alegrías y tristezas compartidas y…, la ilusión por vivir.
Lino y Morgan (Carles Alberola y Alfred Picó) son dos viejos actores, uno jubilado y retirado, y el otro malviviendo de pequeñas actuaciones, que vuelven a reunirse para una última actuación en un acto benéfico. El reencuentro abre viejas e irresolubles heridas entre los amigos; los años de separación no aliviaron ni las diferencias ni los malos momentos vividos. Pese a ello deciden volver a unirse y participar rememorando antiguos sketches de sus anodinos espectáculos, entonces…, entonces empieza el baile.
Dividida en dos específicos actos (con un excelente epílogo), el nuevo texto de Alberola es una brillante comedia con todo el perfume del buen humor (agridulce por momentos, como deber ser), junto a unas magníficas interpretaciones. Llegan lejanos ecos del gag visual de Stan Laurel y Oliver Hardy, el medido e inteligente chiste verbal al más puro estilo Neil Simon, la soterrada ironía de Woddy Allen y el justo toque de la ‘terreta’ que Alberola maneja con medida colocación.
Si la primera parte de ‘L’últim ball’ supone el reencuentro de los dos amigos bajo un juego de réplicas y contrarréplicas genial, la actuación que Lino y Morgan representan en la gala benéfica es toda una recreación metateatral, de inspirada composición y sólida factura que expone, de forma transparente, el potencial del argumento y el contrapunto de sus protagonistas.
Carles Alberola y Alfred Picó divierten y se divierten en escena, atrapan en sus labores y muestran la gran complicidad que les une sobre las tablas. Sin duda, y bajo la calidad que la dupla demuestra, una vez más, ‘L’últim ball’ se erige como una de las más brillantes comedias de sello valenciano. ¡Qué gran función!
