José Luis Pérez Pont: “Trabajamos desde un concepto de museo de los cuidados, de los afectos, donde el amor es importante”

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José Luis Pérez Pont (Alicante, 1972) es en la actualidad director gerente del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana al tiempo que lleva la dirección del Centro del Carmen Cultura Contemporánea (CCCC). En 2016 accede a su cargo, con un complejo programa de socialización cultural que renueva el modelo establecido hasta entonces, desarrollando un amplio número de proyectos novedosos y de fuerte porosidad, tanto en sector de la cultura como en el ámbito social.

En 2021 renueva su cargo al frente de la institución, convirtiendo al Centre del Carme en toda una referencia cultural, en donde su nombre destaca como una de las figuras más importantes frente a la gestión cultural de la Comunitat Valenciana. Su sello, de democratización cultural, está presente en cada nueva acción que realiza.

En uno de los despachos del centro, que oficia de biblioteca, Pérez Pont nos recibe con exquisita amabilidad, para una larga charla, y tratar la gestión que lleva a cabo desde su cargo y comentar las actuales actividades que desarrollan, las propuestas que lanzan al público y los retos a los que debe hacer frente la institución.

Pregunta: En más de una ocasión has mencionado el hecho de que había que hacerle más caso al público que a los técnicos y a los especialistas, ¿se trata de una apuesta propia o enlaza con los planes de la Generalitat?

José Luis Pérez Pont: Esto tiene su explicación con mi forma de ver la cultura desde las instituciones culturales de titularidad pública, tiene que ver con el proyecto que yo presenté en 2016, y que renové en 2021 con una nueva propuesta y…, desde el convencimiento absoluto que las cosas las hacemos las personas, y aplicamos nuestros criterios, nuestros puntos de vista para desarrollar el trabajo que tenemos entre manos y…, todo esto cuadra con el propósito de la Consellería de Cultura y con el Consorcio de Museos, algo que está integrado por las diputaciones, ayuntamientos y Generalitat, de hacer que la cultura llegue a la ciudadanía y romper con esa barrera que ha separado las experiencias de la cultura, del arte y del arte contemporáneo. Toda esta labor se hace para el disfrute, la comprensión y el acercamiento de esas experiencias.

Más de 319.000 personas visitaron el Centre del Carme en el año 2022.

P.: El Centre del Carme ha diversificado de forma muy amplia sus actividades proponiendo danza, cine, perfomances, arte digital…, ¿es una forma de romper con la idea de contenedor que pesa sobre los museos?

J.L.P.P.: Yo llegué con la propuesta en la que se planteaba, por una parte, definir el Centre del Carme como un centro de cultura contemporánea, porque en la ciudad de Valencia no había un espacio público dedicado a la expresión de la cultura contemporánea y…, la cultura contemporánea es algo más que las artes visuales, ya que son muchas disciplinas y formas de creación. Para mí era importante que el Centre del Carme fuera un catalizador de todo eso que está sucediendo en el ámbito creativo, en el momento presente, para que hubiera en la ciudad un lugar donde esas expresiones pudieran tener visibilidad y manifestarse y…, por otra parte, los públicos pudieran identificar un espacio museístico, de cultura, que fuera una referencia para saber qué es lo que está ocurriendo en el arte contemporáneo actual, y que se está produciendo ahora mismo. En ese sentido, a mí me interesa mucho la hibridación del lenguaje. No creo en los compartimentos estancos, creo que eso caducó hace mucho tiempo, me parece que la creación está, continuamente, interconectada, funcionando con vasos comunicantes mucho más ágiles y acelerados, que lo que antiguamente se interpretaba como cultura. Por otra parte, con este modelo de agitación cultural que hemos desarrollado, lo que planteamos es…, no solamente cambiar la programación sino cambiar el modelo de gestión de una institución cultural.

P.: Cuando hablas de agitación, ¿te refieres a zafarse de los encorsetamientos?

J.L.P.P.: Sí, sí. No encorsetar el modelo, pero también generar, a diversos niveles, una parte de programación muy dinámica. Es agitar el sector cultural y productivo por una parte y agitar la oferta para que la ciudadanía encuentre una fórmula que va más allá de “hay tal cosa, a tal día, a tal hora”. No, no. Esto es una coctelera que va agitando contenidos y generando propuestas ricas, variadas, híbridas, diversas…, donde todo eso, da como resultado algo mucho más interesante que una sola propuesta. En un mismo día, a una misma hora, puedes encontrar cinco propuestas diferentes, a parte de las exposiciones. Puede haber cine, puede haber la presentación de un libro, puede haber performaces, puede haber una actividad para niños… Todo eso sucede a la vez, se solapa, y eso genera un efecto llamada. Sé que va un poco a la contra de la lógica tradicional en la programación y, para mí, era experimentar otro modelo de gestión, otra forma de hacer cultura, otra forma de programar y…, a veces aciertes y en otras te equivocas, pero acá hemos dado con un modelo de gestión que funciona, que tiene retorno y que, además, tiene no solo proyección hacia la ciudad, que era el objetivo principal, sino que se está proyectando a nivel nacional e internacional. Cuando viajo, me encuentro con gente que conoce el Centre del Carme, que sabe lo que se está haciendo, y que admira y que valora el trabajo porque hemos logrado hacer otro tipo de gestión.

José Luis Pérez Pont es director del Consorci de Museus y del Centre del Carme.

P.: Ciudades como Berlín, Buenos Aires o Tokio vienen trabajando propuestas de cultura abierta, ¿es un modelo de gestión que ya se está dando en muchas ciudades del mundo?

J.L.P.P.: Lo que he visto es que es una dinámica que se ha ido implantando, que huye de la lógica del museo y que aplica lógicas más dinámicas, menos constreñidas, más plurales. Creo que es generar una gestión en el que el museo se tiene que repensar. En nuestro caso no somos un museo, pero si aplicamos este modelo, desde el Consorci, a otros museos e instituciones culturales con las que colaboramos. Es un modelo que formula un museo del futuro, en el que las relaciones son más horizontales, los aprendizajes son compartidos, los estímulos son más ricos, la comunicación no es unidireccional… buscamos abrir el abanico de posibilidades y opciones.

P.: ¿Hasta qué punto busca la institución la complicidad del visitante? ¿Es para provocar una relación participativa, de encuentro en común, de implicación mutua?

J.L.P.P.: Trabajamos desde un concepto de museo de los cuidados, un museo de los afectos, donde el amor es importante, donde el sentirte en casa es algo fundamental. He trabajado, desde el principio, para que este sea un espacio de vida cotidiana. No es un lugar ajeno, es un lugar que te pertenece, que forma parte de tu vida, de tu relato experiencial, un lugar donde te encuentras con personas, donde puedes quedar y disfrutar, un lugar donde descubres cosas. Es un lugar de experimentación, de crecimiento personal, de enseñanza y de aprendizaje. Nosotros desde aquí, aprendemos de la gente que viene, aquí viene gente que nos enseña y…, recibimos propuestas y sugerencias y las aplicamos. Trabajamos con diferentes grupos sociales que nos dan imputs de cómo perciben la institución y de cómo se puede mejor. No solo emitimos, también somos receptores.

P.: ¿Y que tipo de arte debe impulsarse o qué referencias artísticas se toman como propuesta de lanzamiento desde ese concepto de la agitación cultural?

J.L.P.P.: A nivel expositivo tenemos una visión muy abierta; realmente en todo tenemos una visión muy abierta. ¿Por qué? Porque vivimos en un mundo rico, plural, diverso…, y no creo en tendencias únicas. Eso tiene que ver más con el mercado. Me parece más interesante el arte en cualquiera de sus expresiones pero, especialmente, el que está ligado con la sociedad y su tiempo. Me interesa menos la expresión artística que este desligada del tiempo en el que vive. Cuando hoy vemos obras de arte de otras épocas, nos están hablando de esa sociedad y de esa época, a las obras de arte que se realizan hoy, espero que también me estén contando cosas del mundo en el que se están desarrollando. Me parece que ese es un plus que sirven para repensar la sociedad que vivimos, pero también es una referencia, un legado, que los creadores están dejando para el futuro. En cuanto a proyectos, estamos desarrollando una batería muy rica y diversa de propuestas, que tienen lugar en los propios museos y en centros educativos tanto de Valencia, como en Castellón y Alicante. Tenemos propuestas muy diversas, yo la llamo programación líquida. Es una programación que no necesita la presencia física de la institución, sino que se puede desarrollar en centros educativos, espacios rurales… Hay un proyecto que pondremos en marcha este año, que es particularmente singular, relacionado a la meditación porque hablando con pediatras, me comentaban que estaban identificando una problemática creciente de malestar, ansiedad y frustración en niños y jóvenes, incluso en algunos casos desencadenando situaciones de suicidio, violencia, autolesión… todo esto me parece muy preocupante, a nivel social, y les propuse la idea de impulsar metodologías, para abordar ese tipo de situaciones, que las pudiéramos aplicar a través del Consorci de Museus, para sacar el tema de los entornos sanitarios o terapéuticos y aplicarlos en otros contextos más amables y más saludables. Es decir, aplicar una terapia en un espacio, más acogedor, fuera del centro hospitalario y centro de salud. Es un proyecto que me ilusiona ya que va dirigido a familias, niños, jóvenes… Creo que la cultura tiene esa capacidad de sanar, de cuidar, de acompañar y de ayudar a la mejora de las personas. Yo me dedico a la cultura por creo que es una herramienta de transformación social.

El Centre del Carme dispone de 7 salas expositivas a pleno rendimiento.

P.: Más de una vez, comentaste que la transformación de la institución debe hacerse desde dentro para extenderla e impulsarla, ¿hasta dónde llega esta transformación y en qué parte se encuentra?

J.L.P.P.: Llevamos ahora casi siete años de trabajo en este proceso de transformación y ya se empiezan a ver resultados importantes. Siete años de trabajo dan sí para poder ver la evolución de todo lo que se ha hecho. Por una parte, el impacto de los públicos; hemos pasado de 71.000 visitantes en 2015 a más de 319.000 en 2022. No es que nos importen las cifras, lo que esa cifra indica es que hay una conexión con las personas. Si no fuera así tendríamos que repensarlo en cómo hacerlo porque, finalmente, somos un servicio público. No estaríamos siendo eficaces si no lográramos conectar con el público, con la gente que visita la institución. Y, por otra parte, hemos ido desarrollando todo tipo de proyecto e inventando formas de trabajo e iniciativas que no estaban en el mapa cultural ni en la Comunitat Valenciana, ni en el estado español. Hemos generado, por ejemplo, una microserie de ficción en el que estamos apoyando a jóvenes autores que están haciendo su trabajo desde el audiovisual, y lo estamos haciendo desde una institución museística. No conocemos otro modelo que haya realizado algo así. No lo hemos visto en ninguna parte. Hemos puesto en marcha cinco aulas de talento emergente, a través de la música, a través de las artes escénicas, otra referente al hip-hop y al rap…, creo que ese apoyo, todo ese impulso, es fundamental porque no siempre encuentras los canales. Ofrecer alternativas, apoyo, es un trampolín que yo los llamo balones de oxígeno que te van a llevar a otros lugares. No van a ser definitivos, pero son tránsitos que te ayudan a construir tu relato personal. Creo que hemos conseguido encontrar ese modelo de trabajo y conectar con los públicos y los profesionales para impulsar ideas, para impulsar oportunidades… Estamos como en el ‘ecuador’, en el que hemos conseguido muchas cosas, pero ahora estamos justo con la potencia para hacer que despeguen otras muchas más y que se asienten. Lo importante de los proyectos, además de hacerlos, es que deben asentarse. No solo ponerlos en marcha, sino conseguir que se estabilicen.

P.: Se ha desarrollado mucha labor desde aquí, pero el reclamo que solicitaste de un incremento de personal parece que sigue sin producirse, ¿se ha mejorado en esa área o continúa el déficit de personal para la institución?

J.L.P.P.: Esa es una realidad importante. La institución necesita personal. Hemos pasado, dentro del presupuesto de dos millones a ocho, hemos pasado de hacer cien actividades culturales a más de mil doscientas el pasado año, de intervenir, a penas, en capitales de provincia, a atender setenta municipios aproximadamente… El desarrollo del proyecto ha sido exponencial, pero el personal no ha crecido. Eso, bajo una lógica simple, sobre una gestión tan importante, indica que se necesita más personal. Hasta el momento no se ha conseguido el incremento de personal. Solo la Consellería de Cultura ha aportado unas plazas de funcionarios, pero el resto de instituciones que forman parte del Consorcio no ha aportado ninguna plaza para ese incremento, y tampoco se ha aportado el crecimiento de la plantilla propio del museo, por lo tanto, a nivel de recursos es deficitaria y…, espero que en algún momento se pueda solucionar.

Una de las actuales exposiciones que pueden verse en el Centre del Carme.

P.: ¿Y cuáles son los retos de futuro para el centro y…, ¿cuáles son los retos personales dentro de la institución?

J.L.P.P.: Creo que sería muy importante que los 4.000 metros cuadrados que quedan pendientes de rehabilitación en el centro se consiguieran mejorar. Han empezado las obras pero…, lo ideal sería que se rehabilitara pronto. Por una parte, por la conservación del patrimonio, pero otra por la utilidad del espacio, porque esos 4.000 metros cuadrados, con la dinámica que tiene en estos momentos el centro, se necesitan. Cuando yo llegué aquí, había salas vacías que no tenían actividad y, en estos momentos, el Centre del Carme, con el volumen de actividades que tiene, se ha quedado pequeño. Tenemos siete salas de exposiciones a pleno rendimiento, dos claustros a pleno rendimiento…, vamos, es una auténtica máquina de actividades diarias y de trabajo a través de la cultura. En estos momentos sería muy importante lograr que la cafetería se pusiera en marcha y lograr ocupar los espacios que en estos momentos están en ruina se puedan utilizar. Eso nos permitiría seguir creciendo y desarrollar nuevas actividades que se podrían amplificar. En lo personal, el proyecto es muy orgánico, hemos ido aumentando y creciendo de forma progresiva, natural y creo que sería muy deseable el poder seguir creciendo tanto a nivel nacional como internacional, no tanto por la institución, sino por lo que implica proyectar la cultura de la Comunitat hacia afuera. Si hay algo que me satisface mucho es la conexión con el público de proximidad, a veces nos cegamos con lo exterior, pero afianzar el público local, que ya es un 70 por ciento del público que nos visita, y el seguir aumentando esa base social que participa en la actividad del centro, para mí es un reto y…, para eso generamos estrategias de comunicación, aunque al final, lo más útil es el boca a boca. Seguir afianzando ese público de proximidad de todas las edades es quizás el reto de esta labor personal y profesional.

P.: Muchas gracias por atendernos y por comentar todo el trabajo que lleváis desde el Consorcio y de un espacio tan interesante como el Centre del Carme.

J.L.P.: Gracias a vosotros y ha sido un placer.

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