Wilmer Ramirez, el luthier y trompista de Aldaia que quiso explorar la música en el horizonte oriental

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De la provincia de Yunnan, al suroeste de China y a un paso de Vietnam, hasta Aldaia hay ni más ni menos que 9.304 kilómetros de distancia. O lo que es lo mismo, 7 horas de diferencia horaria según marca la hora media de Greenwich. China se encuentra en el huso GMT +8, lo que complica bastante la comunicación entre ambos países.

Wilmer Ramirez Luthier UMA Aldaia

En España, el reloj marca las 15:30 horas; allí son las 22:30 horas, pero aun así hacemos todo lo posible por hablar al menos media hora. A ambos nos sorprende tener una conversación estando tan lejos y como él mismo dice con un “yo del futuro” sabiendo que aquí es todavía la hora de comer y allí casi están preparados para dormir. 

A Wilmer Ramirez, venezolano pero con mucho arraigo en la Unió Musical d’Aldaia (UMA), le enorgullece contar su experiencia vivida en el país asiático. Ha pasado más de un mes recorriendo diversas ciudades donde se superan los millones de habitantes fácilmente. Desde Wuhan, hasta Fuzhou muy cercano a la costa, pasando por lugares próximos a Mongolia

En total ha realizado 25 conciertos dentro de la gira que promueve la Orquesta Filarmónica Italiana del Lake Como, junto con algunos componentes españoles. Toda una experiencia para un trompista con una trayectoria profesional de más de 20 años, que además estudió Lutería en Austria, donde se especializó en la reparación de instrumentos de viento metal y madera. 

Le acompañan dos gran amistades con las mismas ganas que él: su alumna también trompista Ana Belén González y Ricardo Gascón, con la tuba. Ambos son parte de la Unió Musical d’Alaquàs. Aunque, echa mucho de menos a su familia, asegura que “mis dos hijas y mi mujer son mis pilares fundamentales y llevan la música como estilo de vida desde siempre”. 

Wilmer Ramirez, músico Unió Musical Aldaia China

Todo empezó en Nochebuena el 24 de diciembre, cuando Wilmer se embarcó en un vuelo de más de 10 horas para emprender una aventura totalmente oriental que durará hasta el próximo 3 de febrero cuando regrese a España. Ramirez afirma que “aquí todo es distinto, no tiene nada que ver. Uso una tarjeta SIM virtual que me permite hackear aplicaciones como WhatsApp, Instagram o Facebook, porque aquí todo eso está prohibido”.

Allí, en ciudades donde solo se ven asiáticos y el turismo interno es una filosofía de vida, ver extranjeros extraña, parecen sacados de otro mundo. Cuenta como curiosidad que “hemos llegado a ir a centros comerciales y la gente se para a hacerse fotos con nosotros”. 

Además, destaca que para cualquier procedimiento, ya sea facturar en un aeropuerto o simplemente identificarse en un control rutinario, se usa el reconocimiento facial. Afirma que "mucho más sencillo, rápido y seguro que en cualquier otro país". 

El público se maravilla con cada concierto

A nivel musical, todo es diferente. Los conciertos duran dos horas, con un descanso de diez minutos de por medio, pero el público agradece y aplaude cada nota, cada partitura y cada obra que se toca. Incluso los niños, de entre 7 y 12 años, se aprenden de memoria las piezas para subir y tocarlas con los músicos con sus propios instrumentos como un violín. 

Llevan dos repertorios preparados donde destacan obras como ‘Bolero dai vespri siciliani’ de Verdi; ‘Concerto per Piano e Orchestra N. 1’ de Tchaikovsky o ‘Can can, dall’orfe all’inferno, o sole mio’ de Offenbach. Durante todos estos conciertos, ha tenido el honor de realizar muchos solos de trompa, algo que le satisface muchísimo como músico, pues como él dice "la gente me conoce más como luthier y no tanto como trompista, entonces es toda una oportunidad".

El aforo no baja del 60% y en ocasiones han llegado a llenar teatros al 80% o 90%. Cuando termina la actuación, muchos de los componentes se quedan a firmar autógrafos, el público les reclama. Aunque las entradas, en comparación con los salarios en China, son caras pero la gente las paga cómodamente, pues la música es una afición muy especial allí.    

mapa China conciertos músico Wilmer Ramirez

Sin embargo, a Wilmer no le termina de salir rentable a nivel económico. De los 50 músicos que componen la orquesta, cada uno de ellos percibe un salario mínimo por vivir esta experiencia. Además, tienen todo incluido como estancias, comida o un seguro médico.

Asegura que “como vivencia, no tiene nombre, pero para pagar un alquiler, mantener un hogar y de más, no me es suficiente. Aún así, no cambio estos 40 días por nada”. Destaca que se hospedan en hoteles de 4 y 5 estrellas. Aunque no tienen ni tiempo de deshacer la maleta, ya que viven con el traje de músico puesto como uniforme gran parte del día.

La música es universal, traspasa fronteras y es reconocida por doquier. A Wilmer le hace ilusión volver a casa, abrazar a su familia, contar en sus ensayos con la UMA lo bien que le ha ido y seguir reparando instrumentos como siempre ha hecho. Nadie se sorprende de que haya dado este paso tan internacional, pero una oportunidad asiática como esta no te la quita nadie.     

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