Soberbia interpretación de Imanol Arias en ‘Muerte de un viajante’

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Difícil tarea para cualquier actor ponerse en la piel de Willy Loman tal como lo dibuja Arthur Miller en su brillante texto de ‘Muerte de un viajante’. Tras casi 200 representaciones, Imanol Arias ofrece una magnífica interpretación del personaje haciéndolo cercano y creíble en cada escena. Nos encontramos ante un ser mediocre, gris, que aspira al ‘sueño americano’ sin entender que su mundo se derriba (en lo personal, familiar y social), pero tomando consciencia que el mundo que lo envuelve lo está devorando. Loman lo siente, lo percibe, lo intenta simular, lo disfraza en un intento de golpe de suerte o…, de humillación ante su jefe. La realidad lo supera, después de todo un viajante comercial es un viajante comercial y a los 63 años poco más puede ofrecer.

Una imagen de la obra.

Si bien el texto es un puro ejercicio de palabra e interpretación (de ahí su extremada fuerza dramática y literaria), hay que agradecer, y mucho, la minimalista e imaginativa puesta en escena planteada en esta versión por Natalio Grueso (con gran respeto al original de Miller), junto al director Rubén Szuchmacher.

Bajo una escenografía claustrofóbica, de puro ladrillo gris, los personajes deambulan cargados por sus propias existencias atormentadas en busca de un viaje que los libere de su vidas mediocres y planas. La sencillez de la propuesta y la limpieza de elementos de escena, hacen brillar el espacio escénico para que las interpretaciones tomen el vuelo necesario.

Virginia Flores e Imanol Arias.

Si bien Arias crece y dimensiona la vida de Loman (su labor es soberbia), el elenco que lo acompaña convence y da muestras de eficacia en sus roles. A destacar los papeles de Cristina de Inza en su función de esposa cariñosa que carga con el drama de derrotado marido; de Jorge Basanta y Fran Calvo, en sus dobles roles, tratados con mucha profesionalidad; de Carlos Serrano-Clark y Joan Arias en sus papeles de hijos desorientados ante un padre confuso (se agradecería que en algunos pasajes de réplica y contraréplica vocalizaran mejor); muy bien, pero que muy bien, las más que convincentes y breves apariciones de Virginia Flores como amante de Willy Loman; da luz a sus escenas.

Sin duda, es una excelente oportunidad para disfrutar de uno de las grandes tragedias del teatro contemporáneo, en una versión que atrapa y que se luce con la actuación de un gran Imanol Arias.

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