Sánchez Dragó: “Mi vida está llena de aventuras y no hay personaje literario que mejor conozca que el mío”

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Con una larguísima carrera como escritor, presentador y periodista Fernando Sánchez Dragó, a sus 83 años, sigue siendo una referencia ineludible de la cultura española. Su obra, con premios como el Planeta o el Fernando Lara incluidos, así como sus programas televisivos, comentarios o proximidades políticas han generado más de una polémica entre sus seguidores y adversarios. A Sánchez Dragó no parece importarle y no tiene remilgos a la hora de expresarse y ofrecer sus opiniones. En 2011 dio a conocer la primera parte de su biografía bajo el título de ‘Esos días azules. Memorias de un niño raro’ (Planeta) y ahora, nueve años después, llega a los anaqueles de las librerías ‘Galgo corredor. Los años guerreros (de 1953 a 1964)’ en donde el autor, en algo más de 600 páginas, repasa el tránsito de la juventud a la madurez bajo los días y las noches de un Madrid cargado de cultura, persecución y sueños literarios.

Al otro lado del teléfono Sánchez Dragó se muestra tan locuaz y abierto al juego de deshojar los pétalos de sus recuerdos, y su trabajo como escritor que, sin darnos cuenta, la charla se extiende a lo largo de muchos minutos.  El resultado es una entrevista que nos permite conocer más de cerca al autor, al personaje que se cuela en su literatura y al hombre que mueve los hilos de sus creaciones.

'Galgo corredor' es la segunda entrega de las memorias de Sánchez Dragó.

Pregunta: Tu primer libro de memorias lo titulas ‘Esos días azules’, tomando prestadas las últimas palabras escritas por Machado, quién sabe si para el inicio de un poema y…, para este segundo volumen, llamado ‘Galgo corredor’, da la sensación de que el período que abarca, de 1953 a 1964, se presenta como una carrera constante, ¿tanta aventura y desventura se dieron cita?, ¿tanta dicha y desdicha junta en una década de juventud?

Fernando Sánchez Dragó: Bueno, efectivamente ‘Esos días azules’ viene de aquel pequeño papel que encontraron en la chaqueta de Machado, con esas tres palabras, cuando fallece y mi primer libro hace referencia a esos hermosos días de mi infancia y crecimiento pero…, no diría que lo que llegó después fuera desdichado, no he sido desdichado ni me he sentido desdichado aunque…, eso también tiene que ver con esta segunda entrega de memorias porque…, privilegio del escritor es que cuando le suceden cosas, que serían malas, conflictivas para el resto de los mortales, para él son buenas porque son el territorio fértil donde crecen las semillas de su propia literatura. Por ejemplo, en este libro cuento cuando estuve perseguido, me metieron en la cárcel, me fui al exilio…, y eso se lo comentas a un amigo y dice ‘¡qué horror!’ pero a mí me divertía mucho y pensaba ‘voy a tener cosas que contar con el tiempo, algún día contaré todas estas vivencias’ y..., así ha sido y así las estoy contando, sin ocultar y sin una visión de tristeza. Son experiencias vitales con todas las sensaciones de un joven que deseaba exprimir cada día.

P.: Pero al dejar reflejadas vivencias difíciles e incómodas como la cárcel, un fracaso matrimonial, el exilio, desde una perspectiva juvenil y jovial, no dejan de ser experiencias que demuestran que los días dejaron de ser azules.

F.S.D.: Vamos a ver, vamos a ver. La vida está hecha de luces y de sombras pero los días azules consisten en que iluminas la sombra con esos hermosos días azules. Es verdad que lo negativo  que hay en el libro aparece porque…, este es un libro escrito en primera persona y muestra lo que soy yo; una persona jovial, alegre, simpática y que siempre mira el lado bueno de las cosas y que en el libro no hablo mal de nadie. A mí no me gusta nada hablar mal de la gente y además no me fío de la gente que habla de otros. Esto que digo es muy español, aquí todo el mundo pone a parir a los demás pero…, a la única persona con la que hay algo parecido a una vendetta, un ajustes de cuentas, es mi primera mujer; esa novia de facultad con la que cometí el disparate de casarme en la cárcel pero…, incluso eso está contado en términos humorísticos aunque ese período estuvo cargado de sombras al salir de prisión pero…, tampoco fue tan grave porque duró muy poco: a los 20 meses me escapé. No es un libro con reproches o con el deseo de señalar a nadie, narro mi vida y te confieso que la he vivido con mucho entusiasmo y que me lo he pasado muy bien y he hecho lo que me ha pedido el cuerpo. Que existieron días amargos, ¡por supuesto!, pero fueron acompañados por muchos días azules, por muchos días de luz.

P.: Borges comentaba que todo autobiografía había que tomarla como una ficción y…

F.S.D: … Estás citando algo que aparece en el libro. Una clave importante que tiene que ver con este trabajo.  Fíjate, mi libro lleva una breve reflexión sobre la literatura egográfica en la que cito ésa reflexión de Borges en la que dice que toda literatura es autobiográfica y…, yo desde luego siempre lo he pensado. Puedes disimular, hacerlo en tercera persona, pero todo escritor acaba siendo autobiográfico.

P.: … Pero…, ¿se transmite algo que no siempre podemos compatibilizar con la realidad del autor?

F.S.D.: Bueno…, si te suma en narrativa... En estos momentos, en el que hablas conmigo, acabo de dejar en mi cuenta de Twitter una reflexión hecha a medida que iba escribiendo ‘Galgo corredor’, y la reflexión dice algo así como: “novelas y memorias comparten el mismo un  mismo género literario, el narrativo; pero la diferencia estriba en el que el novelista tiene que procurar que sus personajes se transformen en personas, en cambio el memorialista tiene que procurar que las personas no se transformen en personajes” y yo eso lo he intentado. He procurado mantener el grado de verdad, el grado de personalidad que hay en todas las personas que transitan por el libro, que son personas reales. Además son personas, todas ellas, que han compartido conmigo momentos muy especiales de sus vidas y de la mía. Entre nosotros, y a pesar de que aquel grupo alborotador de esos años, quedó siempre la amistad, la fraternidad, quedó siempre la recíproca lealtad pese a que cada uno, por supuesto, tiró por caminos diferentes e incluso por ideas diferentes. A mí me gusta evocar ese período que…, sucedió en febrero de 1956 ese gran motín que acabó conduciéndonos a todos a la cárcel y yo había pensado (ahora ya no tiene sentido porque forma parte de ‘Galgo corredor’) escribir un libro que se llamará ‘Un mayo español’ pero…, ese mayo español fue en el mes de febrero y en él hubieron cosas muy parecidos a lo que sucedió en el famoso mayo del ’68 en Francia.

P.: ¿Hasta qué punto la política fue impulsora de tus necesidades vitales al compartir amistad y vivencias con gente como Enrique Múgica, Ramón Tamames, Julio Diamante…, y tantos otros?

F.S.D.: Una de las cosas que descubrí dentro de la cárcel, de manera muy clara, fue que en el grupo de chicos…, bueno lo éramos aún aunque algunos ya tenían 22 o 23 años y yo 19 recién cumplidos, y era que había dos clases de personas; quiero decir que todos estábamos animados por la búsqueda de la libertad, la democracia y todos estos conceptos pero…, los había que eran políticos y por tanto la política es un juego de poder, siempre. Sea quien sea la ideología de quien la practique es un juego de poder siempre, desde Egipto, Grecia, Roma… en cambio, había otro grupo que éramos los escritores, los cineastas, los poetas…, que nos dedicábamos al mundo de la creación y que no fuñimos allí queriendo hacer carrera, poniéndonos medallas, queriendo hacer méritos ideológicos pero…, los otros que eran políticos de vocación, que me parece legítimo, sí se estaban poniendo la medallas, sí tenían la impresión de sufrir un martirologio pero yo nunca tuve la impresión de ser un mártir, más bien al contrario; tenía la impresión de que estábamos corriendo una aventura y…, esas dos maneras distintas de afrontar un mismo hecho terminó por generar, dentro de la cárcel, una división. En cierto modo, esa situación,  nos enfrentó los unos a los otros.  La verdad es que cuando entramos a la cárcel, y hablo de la segunda detención en 1958 que duró casi un año entero, entramos todos siendo muy amigos y salimos muy distanciados pero…, tengo que decir que ese distanciamiento fue  circunstancial porque luego se suturó enseguida y volvimos a ser amigos aunque…, algunos se dedicaron a la política como Múgica o como Ruíz Gallardón o como Tamames y otros nos hicimos escritores, cineastas o pintores.

P.: En su autobiografía Errol Flynn…

F.S.D.: Oye, ¡me encanta Errol Flynn y su autobiografía es fantástica! La disfruté mucho cuando la leí.

P.: Pues…, volviendo a este género, Flynn comenta que no escribió su autobiografía como acto liberador ni terapéutico sino que deseaba contar cómo vivió y disfrutó de la vida y con qué intensidad la sintió, ¿en tu caso es un ejercicio liberador o terapéutico poner sobre el papel tu vida?

Dragó en una imagen promocional.

F.S.D.: Bueno…, hay muchos factores cuando uno emprende un libro de memorias pero creo que el más fundamental, el más importante, es ese al que te estás refiriendo y es la tentativa de saber quién eres, de conocerte a ti mismo. Te quedas sumergido en un proceso de autopsicoanálisis muy profundo donde vas descubriendo cosas de ti que ignorabas. Cada recuerdo es como una cesta de cerezas, cada cereza sale enganchada con otra cereza y con los recuerdos pasa lo mismo. A lo mejor tiras de uno que a su vez engancho con otro que habías olvidado y…, entonces vas iluminando este proceso. Yo me he dado cuenta que a la hora de reflexionar, de recrear, de contar tu propia historia pesa más lo que hiciste que lo que quisiste y pudiste hacer.  Yo esa nostalgia de lo que pudiste ser y.., volvemos a Borges en ese sendero de los jardines que se bifurcan es constante a medida que vas escribiendo las memorias. Yo, aunque no tiene sentido a mis 83 años, albergo la idea de matricularme en las tres carreras que me hubiera gustado emprender, además de Letras que fue la que seguí: una era Clásicas, la otra era ser arqueólogo  y la otra era ser zoólogo. En el libro cuento cómo cuando llegué para matricularme en la facultad de Letras, y enfrente de Letras estaba la facultad de Ciencias Naturales, yo titubeé a pesar de mi clara vocación por las letras por ir a estudiar zoología pero, al final, fui a letras porque pensé que me iba a ofrecer, y así fue, lectorados en lugares de la Tierra que me permitirían correr las aventuras necesarias para poder ser escritor. Tengo mucha envidia de un escritor y zoólogo, que es Gerald Durrell y al ser zoólogo le permitió correr aventuras, ser conservador de parques nacionales y cosas así, rodeándose de tigres, selvas, leones…

P.: … Pero Durrell tenía mucha vocación aventura, además escribió obras de ficción, ensayos, varias autobiografías, artículos…, todo ello basado en sus experiencias y aventuras, sin mencionar sus varios romances y matrimonios.

F.S.D.: ¡Claro que era un aventuro! ¡Y yo también tengo un espíritu aventuro! Digamos que esa vocación nos mancomuna a los dos y…, compartimos algunas vivencias similares (dice con humor).

P.: ‘Galgo corredor’ parece desprender un sentido de aventura en sus páginas.

F.S.D.: Sí, sin lugar a dudas. Efectivamente, es así. Yo quería ser como Hemingway. Siempre quise ser escritor. Recuerda que en ‘Esos días azules’ el libro arranca cuando yo le digo a una señora, que visita a mi madre y yo ya tengo 3 años y soy un niño ‘marisabidillo’, que me pregunta ‘¿qué quieres ser de mayor’ y le respondo, con un aplomo y un desparpajo formidable, ‘yo voy a ser escritor’. Bueno…, qué clase de escritor quería yo ser…, pues el tipo de escritor que escribía los libros que a mí me gustaban entonces. Empezando por los de ‘Guillermo’ o Tom Sawyer o ‘Sinuhé, el egipcio’ o un poco después Hemingway. Hemingway se convirtió en mi referencia de escritor adulto. Yo era un joven de buena familia, del barrio de Salamanca y alumno del Colegio del Pilar, yo no podía irme al Kilimajaro, ni convertirme en corresponsal del Toronto Star en la Guerra Mundial y…, entonces lo que podía hacer era correr la aventura del antifranquismo. Yo estuve en el Partido Comunista pero nunca fui comunista, quería vivir la aventura, quería entrar en la cárcel, quería irme al exilio, quería que me pasaran esas cosas extraordinarias que le pasaban a Hemingway cuando se iba a los sanfermines o se iba al frente de la Segunda Guerra Mundial o se venía a la guerra de España. Esa dimensión épica atrapa el libro. Yo es que soy más épico que lírico, como eso personajes secundarios de película del oeste; me identifico mucho con esos roles. Te podría decir que el libro es casi un western.

P.: Quizás apelas a esa máxima de conjugar épica y estética porque eres muy cuidadoso de la palabra. Hay una intención de mimar el lenguaje y unirlo a la aventura.

F.S.D.: Bueno, bueno.., eso sí. Eso es profesionalidad. ¿Qué es un escritor? Una persona que debe trabajar desde la palabra. Es su herramienta y su…

P.: … Ya, pero en el actual mercado literario muchos autores y autoras considerados profesionales…

F.S.D.: ¡Es horrible! ¡Es horrible la cantidad de libros mal escritos que se publican! Ahora creen que son escritores muchos de los que se ponen detrás de un ordenador y eso no puede ser. Si yo me hago carpintero tendré que aprender a manejar el escoplo, el martillo…, es decir, hay que manejar los instrumentos del oficio. Intentar ser artista es escapar de la chapuza. Lo hace el pianista con la partitura, lo hace el pintor con sus pinceles y lo hace con la morfología, con la sintaxis, con el léxico…, cuidando extremadamente el estilo. Yo me encuentro con gente que dice ‘tú escribes como hablas’ y eso es mentira. Hablar me resulta fácil en cambio escribir me resulta más difícil. Cada coma, cada verbo, cada sustantivo…, me cuesta una barbaridad y sudo al poner una palabra. Saint-Exupéry , uno de los autores que más admiro, decía que escribir es cortar y tener la sabiduría suficiente como para tener que cortar las mismas cosas que tú has escrito eso, eso es sabiduría literaria. Eso que dices es verdad, yo cuido mucho el estilo pero claro…, tú dices épica y estética y…, en definitiva la épica más el sentido del honor, más el sentido de la perfección, eso es justamente es la épica con belleza.

P.: Abordo el tema porque en el quehacer autobiográfico sí que cuidas esos valores, ya que vas más allá del relato de anécdotas y pasajes de tu vida. Qué me puede aportar si te gustaban unas películas más que otras o jugabas al billar, creo que me interesan más las sensaciones y las emociones de aquel mundo que te toco vivir.

F.S.D.: Bueno, bueno.., es que sin emociones, sin sensaciones, sin impresiones, sin la participación directa, como cómplice, del lector no hay literatura. Yo, escribiendo este libro u otros, me pregunto si esto que cuento, o lo que pasó aquel día en tal lugar con tal persona, ¿le pude interesar a alguien? Pues bien, le va a interesar a alguien en la medida en que yo sea capaz de contarlo bien. De sea capaz de utilizar el humor, la pasión, la atmósfera que enganche al lector. Esto es otra metamorfosis de la literatura. Uno de los primeros libros que recuerdo haber leído es una epopeya, ‘La Eneida’ de Virgilio y me la aprendí casi de memoria. ‘Galgo corredor’ lleva una cita con la que arranca el libro: “Canto a las armas y al varón troyano que fugitivo por el imperio del hado llegó a las costa del litoral lavinio”. Bues pues… ese era mi modelo.  He hablado antes de Hemingway pero en realidad ese era mi modelo, Virgilio.

P.: En uno de sus poemas Benedetti afirma que el olvido está lleno de memoria y…

F.S.D.: … Sí y eso me hace el fragmento de un famoso poema de Neruda que dice: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido”, es decir que el olvido está lleno de ese amor que se fue, ¿no?...

Portada del libro.

P.: Evocas al poema número 20, ¿verdad?

F.S.D.: Sí, claro, uno de sus poemas más reconocidos y leídos. Lo que dices es así, lo que pasa es que cuando te pones a escribir entras en una especie de trance en donde el olvido, poco a poco, deja de ser olvido y va manifestando lo que guarda. Es como volver a parirte tú mismo, como renacer. Creo que tanto Benedetti como Neruda hablan de esa misma sensación.

P.: También irrumpe en ‘Galgo corredor la bohemia y la intelectualidad.

F.S.D.: ¡Hombre, sí claro! Cuando yo llegó a aquel Madrid de 1953 era un Madrid fastuoso, no te lo puedes imaginar. Cuando la gente lea las 100 páginas de libros que están dedicas a evocar el Madrid que yo descubro verá un Madrid distinto al de hoy. Cuando yo llegó a la universidad en aquellos años era un Madrid de Baroja, un Madrid de la generación del ’98, era un Madrid de un sol intenso donde podía pasar de todo, era un Madrid en el que Hemingway afirmó que era España era el país donde mejor se podía vivir; esto no era mérito ni del régimen político ni de nada que se le pareciese, ya era así antes de la Guerra Civil. Era un Madrid efervescente, tú le cuentas a la gente lo que era aquel Madrid y la gente no se lo cree, las calles de la ciudad eran un hervor de cultura, no te puedes imaginar lo que era el amor al teatro, los debates, los cineclubs…, en el libro cuento lo que era el bar de la facultad de Letras, un bar donde se despachaba alcohol a mansalva, donde la gente fumaba, donde estaban las chicas más monas de la ciudad y donde estaban también los maestros. Estaba Damaso Alonso, José Luis Aranguren, Rafael Lapesa y aparecían por ahí los grandes escritores como Buero Vallejo, Cela, Sánchez Ferlosio…, aquello era un emporio y luego salías a la calle, un alevín de escritor como yo lo era, y tropezabas con las personalidades más destacadas de las letras, el arte, la cultura…, y te ibas a pasear por la Gran Vía y habían 13 cines maravillosos y repletos de gente y…, te podías encontrar a Ava Gadner, Hemingway, Lola Flores, a Fernando Fernán Gómez…

P.: Sin duda el Madrid de los años ’50 y ’60 del siglo pasado capitalizó gran parte del desarrollo cultural.

F.S.D.: Mira, Madrid, como había dicho Machado, era el rompeolas de todas las provincias españolas. Allí pues, el Dante aventurero que se echaba a navegar encontraba pan para sus dientes porque lo había en todas partes. Un libro de memorias, además de ser un retrato personal y un retrato de las personas con las que el autor trataba tiene que ser un retrato de un país y un retrato de una época. El Madrid que yo reflejo era una ciudad imponente y con un ambiente cultural único.

P.: Supongo que la percepción de aquella realidad no debe estar muy contaminada por la nostalgia, ¿o sí?

F.S.D.: Hombre.., vamos a ver. Nostalgia hay. El divino tesoro del que hablaba Rubén Darío de la juventud está ahí y…, por otra parte es que ha cambiado mucho para peor. Era mucho más bonito el Madrid de entonces y mucho más libre que el de hoy y.., no políticamente libre, pero era libre en todo lo demás. Era libre en la vida cotidiana, era libre en la literatura, era libre en la amistad, era libre en el amor… Si te metías en política te metían en la cárcel pero este era un juego aceptado; si te metías contra Franco lo habitual era que te metieran en la cárcel pero si no te metías en política estaba todo permitido y…, estaba todo permitido porque había muy pocas leyes y las leyes no se podían aplicar porque no existían instrumentos y recursos como  ahora en derecho y…, de verdad que la España de aquellos años, si no te metías en política, era el país que yo he conocido nunca, en el que todo era posible y…, he recorrido muchos países del mundo.

P.: ¿Y qué hemos perdido entonces a nivel intelectual, cultural, social…, respecto a ese ideal de país libre que mencionas?

F.S.D.: Yo, cargando la suerte, te diría que lo hemos perdido casi todo. Me viene a la memoria un verso de Kipling que utilicé en mi novela ‘El camino del corazón’, en la que evocaba mis viajes de hippie, y dice: “Todo esto no digáis que no lo aviso, tan perdido está como la Atlántida”.  Es absolutamente irrepetible, se ha perdido para siempre, por la entropía, por la segunda ley de la termodinámica que impera en todos los ámbitos de la existencia. De eso ya no queda nada, ha desaparecido. Sin ir más lejos, yo, escribiendo un libro de 600 páginas, me preguntaba, en esta época de internet, donde la atención de los chicos jóvenes dura 19 segundos antes de clicar y saltar a otro texto, quién va a leer 600 páginas. Han desaparecido los lectores y entre otras cosas porque los lectores se han transformado en escritores. Fíjate que en los EE.UU., han llegado a la conclusión que el año que viene van a ver más escritores que lectores. Todo el mundo cree que puede escribir con esto de internet, de las redes, de la tecnología de bolsillo y piensa que puede tener su momentito de gloria literaria. No queda nada del mundo que yo viví y tú me hablas de la nostalgia, ¡cómo no voy a tener nostalgia!, ¡claro que tengo nostalgia! Tengo nostalgia de todo, aquello era como un bazar chino. El mundo estaba lleno de cosas en aquel momento y podía recorrerlo con libertad, con imaginación, con espontaneidad y…, ahora ya no es lo mismo, ahora son todos borreguitos numerados.

P.: Pero a pesar de esa visión de la juventud, la travestida posmodernidad que vivimos también ha traído, y habrá que hacer el esfuerzo, de convivir a saber cómo nos adaptamos a los tiempos y a los nuevos pensamientos.

F.S.G.: Mira, yo no digo que el mundo se haya terminado porque el mundo, el universo, va a seguir funcionando; lo que sí digo es que mí mundo, aquel mundo, el yo evoco de aquellos años y…, no solo de aquellos años…, todo se mantuvo hasta que apareció Bill Gastes y, para mí, Bill Gates es el anticristo. Reconozco que yo no me di cuenta que era un anticristo cuando apareció hablando de las autopistas de la información, allá por 1998 y…, bueno me dije ‘qué cosa tan curiosa’, ‘¡qué será eso!’ y no me di cuenta que acaba de asistir a la aparición, en mis narices, del anticristo. A partir de la llega de internet se acabó todo, se acabó la literatura, se acabó el periodismo, se acabó el cine, se acabó la música, ha cambiado la relación entre las personas, los noviazgos, la vida familiar. Ahora están todos…

P.: … Tengo la sensación de que pintas una realidad muy terrible, ¿no crees que hay una visión muy apocalíptica de la actualidad en tu comentario? Hoy puedo ver a Karajan dirigir un concierto al nunca hubiera podido asistir las veces que deseo, hoy puedo ver un filme japonés al que jamás proyectarían en una sala, hoy puedo disfrutar de un libro descatalogado por las editoriales…

F.S.G.: … Vamos a ver. Es que no es necesario ver 20 veces a Karajan. Adorno, uno de los inspiradores del Mayo Francés, decía que la historia de la música terminó cuando se inventó el fonógrafo, en el sentido de que la música había de sentirla en vivo. Efectivamente no es lo mismo escuchar a Karajan dirigiendo la Novena de Beethoven en el salón de tu casa que estar allí en directo.  Ha surgido lo que yo llamo el ‘Homo Protésicus’ que va lleno de aparatos por todos lados.

P.: Tú crees que nos hemos quedado en lo superficial y no en el interés de profundizar.

F.S.D.: Efectivamente, lo que han progresado son las máquinas y no los seres humanos. Cuando hablamos de progreso hablamos del progreso de las máquinas y no los humanos. Ahora, te pongas como te pongas no va haber un Beethoven, no va a ver un Velázquez, no va a haber un Aristóteles o un Platón. Eso ya no va a volver a existir nunca. Estamos en una fase distinta de la evolución, yo ya…, vamos a ver, el lenguaje de internet es un lenguaje de monos. Te dicen, llegan la generación milleniars, llega la generación x, llega la generación z…, ahora ya hablan de que estamos en la generación táctil porque lo importante son los dedos que presionan las teclas de los distintos aparatos. Yo creo que que después de esto llega la generación prensil, que es la de los monos.

P.: Creo que estás siendo demasiado severo y poniéndole humor y exageración al tema.

F.S.D.: Sí, hay un poco de verdad en lo que dices pero…, tú dices que soy apocalíptico y es verdad, siempre he sido apocalíptico y tú sabes que Umberto Eco lo dejó bien claro en su libro y puede que por carácter yo pertenezca al mundo de los apocalípticos.

P.: Me gustaría saber, dado el gran volumen de libros que se publican por parte de periodistas afamados, presentadores televisivos, personajes de la farándula, a quienes las editoriales les encargan estos trabajos…

F.S.D.: … Esos libros son de encargo casi todos. En las editoriales se corrigen los textos y a mí nunca me han corregido un texto. Eso me parece impensable. No los textos de una actriz o una modelo, que como no saben escribir ya no es solamente el que se los corrijan sino que se los escriban. Mira, cuando llega una escritor lo primero que le ponen es un corrector y…, conmigo no se atreven, ya tengo muchos años como para que conmigo hagan eso pero…, lo hacen con casi todos los escritores y me parece escandaloso y esa es una moda que viene desde los EE.UU. donde corregían los textos de Faulkner, Hemingway o de quien fuera. Actualmente estamos leyendo un subproducto y cuando estamos leyendo, no estamos leyendo algo realmente escrito por el autor…, bueno, en el caso de algunos autores sí, en mi caso particular sí pero… Mira, a mi lo que me escandaliza es que cuando empecé a escribir si decía que había publicado un libro o decía que iba a publicar un libro o que tenía la oportunidad de publicar un libro, el interlocutor de turno se interesaba se interesaba por el libro preguntando ‘¿y qué cuentas en él?’ o ‘¿de qué trata tu libro?’ pero ahora no, ahora yo publico un libro y mis propios compañeros de profesión me preguntan y  no falla es ‘¿qué tal funciona’? Es decir, te están preguntando cómo va de ventas el libros y yo digo ‘¡oye, un momento, a mí eso no me importa en lo más mínimo’ Vamos a ver, yo no vendo libros, yo escribo libros. Los libros los vende el editor, el distribuidor y el librero y si los venden bien yo les estoy agradecido porque eso me permite que el dinero ganado reinvertirlo en otro libro pero…, no porque me importe eso. Ahora todo el mundo que escribe está preocupado por si el libro funciona o no, ¿pero qué es eso de funcionar? El tema me parece un escándalo.

P.: Sí, claro, lo entiendo pero…, en tu caso, a la hora de escribir tus memorias, ¿fue por una decisión propia o fue por una sugerencia o un encargo el que te decidieras escribirlas?

F.S.D.: No, no, no, jamás de los jamases. Mi literatura siempre fue autobiográfica. Incluso ese largo ‘Gárgoris y Habidis’ que me comentas que leíste en tu juventud, era bastante autobiográfico también. No, no. Mira, cuando yo decido ser escritor, decido construir mi vida como la de un personaje literario y, efectivamente, lo hago. Mi vida está llena de aventuras y no hay personaje literario que mejor conozca que el mío, para qué me voy a inventar los amores de la vecinita del quinto con el portero cuando yo mismo he sido portero y vecinita del quinto. No, no, jamás me han pedido que escriba por encargo. Bueno, una sola vez han intentado encargarme un libro y he picado. Fue una experiencia atroz. Un libro que no sé si tú conoces llamado ‘La canción de Roldán’, una novela de no ficción en la que narré todo lo que fue el episodio de Luis Roldán y.., te juro que me metí en un lío espantoso que casi me conduce al suicidio porque no me salía aquel libro y, al fin y al cabo terminé apareciendo en libro contando mi propia historia. Es lo mismo, salvando las distancias, que lo que le pasó a Truman Capote cuando se metió a escribir ‘A sangre fría’ que, acabó involucrándose tanto en la historia de esos dos asesinos que se enamoró de una de ellos y casi, casi termina jugándose la vida. A mi ningún editor me plantea escribir un libro por encargo ni a corregirme las cosas que escribo pero…, eso es un caso mío, un caso extraño. De hecho, hoy día, tú miras el catálogo de las editoriales y la mayor parte de los libros que se publican son libros escritos por ‘negros’ (‘negros’ se denomina en el ámbito literario a los autores invisibles de obras firmadas por otros) para presentadores de televisión, modelos, gente rica…

P.: …. Se intenta ya no decir ‘negro’ y cambiar el vocablo por ‘colaborador’ o ‘apoyo literario’. El lenguaje está cambiando Fernando.

F.S.D.: Bueno, bueno, bueno… Mira el mayor peligro de la literatura es la corrección política. Mi libro lleva una cita importantísima de María Zambrano que dice: “Hay cosas que no se pueden decir, pero son esas las que un escritor tiene que decir”. Entonces…, mi libro está empapado en incorreción política.

P.: Creo que por tu trayectoria siempre habrás sido incorregible.

F.S.D.: Sí, sí, más que incorrecto he sido incorregible (ríe).

P.: ¿habrá tercer volumen de memorias?

F.S.D.: Sí, habrá tercer volumen que empezaré a escribir pronto y se llamará ‘Una flor amarilla. Los años viajeros’ y…, esa flor amarilla es una referencia a una página extraordinaria de Borges que se llama ‘Una rosa amarilla’. No sé si lo conoces pero en ese texto Borges evoca la muerte del poeta barroco italiano Giambattista Marino. Quiero que sepas que esa página de Borges ha marcado toda mi vida. Es un texto que encontré por casualidad, cuando nadie conocía a Borges, haciendo un viaje desde Barcelona a Génova cuando tenía 23 o 24 años y alguien, que posiblemente venía de Buenos Aires, dejó en el camarote un libro llamado ‘Antología personal’ y allí encontré aquel hermoso texto que yo después repetí en mi novela ‘El camino del corazón’ y en mi novela ‘La prueba del laberinto’. Como puedes ver Borges me marcó y mucho.

P.: Fernando, un millón de gracias por abrirnos las interioridades de tu nuevo trabajo literario y permitirnos conocer un poco más a su protagonista y autor.

F.S.D.: Gracias a ti y a tu medio. Ha sido una charla entretenida y estupenda y ya me contarás que te han parecido las 600 páginas del libro. Un abrazo.

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