Cuanto me ha gustado que el rey incluyera en el discurso de la Apertura de las Cortes la expresión “regeneración democrática”, la cual, no por utilizada abusivamente hasta el punto del agotamiento, es menos valiosa.
Aunque si bien es verdad, no por previsible, deja de ser llamativa la foto fija que ha mostrado hoy el Parlamento. Un monarca que abría por vez primera las Cortes y que tenía que observar como unos cuantos diputados no le hacían ni caso, otros le enseñaban la bandera tricolor y un buen número, ni siquiera aplaudía su discurso. Por contrapartida la gran mayoría daba “vivas al rey”, aplaudían con entusiasmo y como no podía ser de otra manera, terminaban poniéndose en pie.
Pero lo verdaderamente importante es que después de no pocas trifulcas, por fin estrenamos legislatura, y lo hacemos escuchando un discurso en el que el rey se ha referido al esfuerzo que deben de realizar todos los partidos políticos para que el perfeccionamiento de la democracia recupere la confianza de los ciudadanos. Una cuestión de vital importancia si consideramos que la desafección democrática aumenta cada día más. Y es que la democracia que tanto exigen los parlamentarios parece más un concepto a reivindicar que una realidad dentro de sus formaciones políticas
Una buena manera de recuperar esa confianza sería que todos los españoles viéramos como los partidos políticos asumen su responsabilidad democrática a la hora de gestionar sus órganos internos. El férreo control que ejercen en su interior dista mucho de garantizar representantes democráticos en las instituciones y, si con el bipartidismo esto era una práctica habitual, con la entrada de los nuevos aspirantes al gobierno no parece que las cosas hayan mejorado.
Muchos votantes y militantes de estas formaciones que se autodenominaban renovadoras están más que desconcertados al ver como sus esperanzas en una nueva forma de hacer política se diluyen como azucarillo en un vaso de agua. Expedientes sancionadores y suspensiones de militancia son cada vez más habituales en la formación morada, y el partido de Albert Rivera, no se queda atrás.
En la Comunidad Valenciana las bajas en Ciudadanos son un constante goteo como consecuencia del desencanto y desilusión de muchos militantes. Mientras unos se retiran voluntariamente del proyecto tras su perplejidad al comprobar que del dicho al hecho hay un gran trecho; o lo que es lo mismo: de democracia interna nada de nada, otros son expulsados por no doblegarse a las directrices autoritarias de los que controlan la formación. Los argumentos para justificarlos son de lo más variopintos.
Desde los más pueriles a los más rocambolescos, el caso es quitarse de en medio a todo aquel que las “lucidas e instruidas mentes” de la dirección orgánica no lo consideran lo suficientemente dócil, sumiso, silencioso y sobre todo pelota; aunque más de uno se haya terminado saliendo del terreno de juego de tanto botar.
Afiliados entregados al trabajo y a la colaboración han sido expulsados por meros comentarios, que sacados de contexto, han servido de excusa perfecta para eliminar voces discordantes que lo único que pretendían era que se cumpliera la democracia interna, principio fundamental recogido en el ideario, a la que tanto aluden los líderes de este partido, y que exigen públicamente a otras formaciones políticas.
Ahora que se avecina el Congreso Nacional, y a la espera de una normativa que lo regule, los nervios están comenzando a aflorar, más si cabe, ante la visualización de una fractura interna del partido en la Comunidad. Una fractura siempre latente desde que los cargos orgánicos fueron ocupados, con el beneplácito de la dirección nacional, por personas procedentes del Partido Popular ofreciendo un sesgo conservador frente a los principios fundacionales del partido, de carácter progresista y laico.
Son precisamente estos principios progresistas los que reivindica Carolina Punset ante su posible presentación al Congreso Nacional que el partido celebrará en febrero y que Alexis Marí encabezaría en la Comunidad Valenciana. Un Congreso que precisa de una normativa clara y en el que debería primar la trasparencia, en un proceso limpio de primarias y en donde los cargos orgánicos fueran elegidos por los militantes y no por la dirección del partido, como ha venido sucediendo en la Comunidad Valenciana. Este proceso defendido por la propia Carolina Punset, se presenta alentador ante una afiliación cansada de reclamarlo por activa y por pasiva, pero que hasta el momento ha caído en saco roto.
Parece que en Ciudadanos ha llegado el momento en que los afiliados deben tomar cartas en el asunto, sin complejos y con libertad, ante la regeneración de su partido. Una formación que llegó para regenerar España pero que lo que necesita es regenerarse a sí misma. ¡Paradojas de la vida!
Por eso, Su Majestad, un diez por su discurso.
María José Capilla| @mj_capilla | Foro de Opinión Salvador de Madariaga