Dos años y medio tardaron Víctor Lucas y Mamen Mengó en ver materializado su proyecto sobre una historia que tuviera el bullying (acoso escolar) como base argumental. ‘Bruno’ es el resultado de esa labor. Un musical contundente que se muestra amplio en su retórica frente al maltrato psicológico y físico que viven algunos jóvenes durante su periodo de formación estudiantil.
El tándem Lucas/Mengó ya demostró sus virtudes como autores y directores en musicales como ‘La llave mágica’ o ‘El viaje de Greta’ (donde la superación personal o crecer desde la adversidad tematizaba el registro dramático), pero quedaba pendiente para la dupla creadora un hecho de fuerte impacto social dentro del universo adolescente, el acoso estudiantil.
‘Bruno’ erige su fortaleza poniendo el foco de atención sobre la historia de un joven que vive el infierno del maltrato, por un grupo de compañeros de clases, que se ve incapaz de enfrentar a sus agresores y teme las represalias si da a conocer su situación. A partir de aquí la obra entreteje diversas historias, que afectan en positivo y en negativo al personaje, y que apuntan a los factores que intervienen ante el problema del acoso escolar (familia, amigos, profesores…). Si algo salva a Bruno de sus desdichas es a través del teatro, un espacio comunicativo, solidario y donde se desgranan los problemas. Como siempre, la palabra gana ante la fuerza irracional y brutal (también generada por una sociedad enloquecida y enferma). El cierre de ‘Bruno’ es toda una oda al mundo del teatro.
Víctor Lucas, responsable de las canciones que conforman el musical, saca toda la artillería de su talento al servicio de las composiciones y de un uso muy acertado de la presencia musical (es en directo), donde nada queda fuera de la arquitectura dramática y de su lógica narrativa. Se agradece que los músicos conformen parte del elenco actoral y participen del relato de forma endógena, da sentido al discurso de ‘Bruno’. A destacar la gran labor interpretativa, del amplio grupo de actores y actrices que dan vida a la obra, por la limpia exposiciones de sus personajes. Yeray Varo, Maura Cyan, Ana Burguet, Diego Monzón, Josep Zapater, Ana Conca, Ramón Ródenas, Paola Navalón y Truman Fernández saben ocupar sus espacios, sus intervenciones y sus tiempos para brindar un hábil juego de escenas fluidas y orgánicas. Hay que felicitar la labor de Toñi B. Forascepi (coreografía) y Luis Crespo (escenografía), ‘Bruno’ debe gran parte de su mérito al trabajo realizado por ellos. Producciones de este tipo, impulsadas por Companyia Off (Pedro Giménez es su gran alma mater), invitan a pensar que desde Valencia nada hay que envidiar a producciones a la resta del Estat.
Es ‘Bruno’ una gran aportación a la escena de los musicales valencianos (por su temática, por sus valores, por su producción, por su calidad), y deseamos que esta apuesta gane escenarios donde su proclama sirva de rechazo a una lacra de violencia y permita que la tolerancia, y el respeto, sirvan como un canto ejemplar.
