Sonia Rico: “Reconocer nuestras tendencias críticas nos permite trabajar el autocontrol”

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Sonia Rico Mainer es periodista, coach certificada, instructora de yoga, máster en Practitioner en Programación Neurolingüística (PNL) y titulada en kinesiología emocional. También es licenciada en Comunicación Audiovisual, escritora y madre, una experiencia que, según sus propias palabras, constituye la mejor escuela de la vida. Fruto de su constante investigación en el campo del desarrollo personal y de la consciencia surge su propia herramienta terapéutica, un método que integra distintas técnicas y recursos para vivir una vida plena, en libertad y armonía interior. Sonia, a través de la editorial Kepler, acaba de publicar su libro ‘La bruja que perdió la magia’.

Pregunta: Sol es una bruja que, tras desaparecer su escoba, pierde su talento y su confianza en sí misma. ¿Es bueno depender de estímulos externos para valorarnos y apreciarnos por lo que somos?

Sonia Rico: Es normal que en esta vida deseemos vivir cómodamente y prosperar en nuestras profesiones. No hay nada malo en desear tener una mejor casa, o un artículo en especial u obtener reconocimiento de los demás. Ahora bien, el problema existe, como tú bien dices, en depender de esos estímulos. Lo que realmente nos perjudica es exigir o pedir que, las cosas, personas, éxito, likes, etc. nos hagan felices. Cuando depositamos ese poder en el exterior, el resultado es una sensación de llenado que nos colma de forma transitoria. Y cuando se pasa el efecto, como el de un analgésico, volvemos a sentir ese vacío existencial que nos hizo buscar en el exterior lo que no poseemos dentro. Creo que el problema real de ese vacío existencial es poseer una autoestima pobre.

Portada de 'La bruja que perdió la magia'.

P.: ¿Qué consejos consideras clave para construir nuestra autoestima?

S.R.: Creo que, para empezar, es fundamental conocernos a nosotros mismos. Me refiero al autoconocimiento en su sentido más amplio. Saber quiénes somos, ser conscientes de nuestras heridas infantiles y de las creencias que se han ido formando a lo largo de nuestra vida. En segundo lugar, aceptar la realidad, sin ilusiones, ni fantasías, es un paso crucial. A menudo, las personas niegan o evitan enfrentar el sufrimiento pasado, como si cerrando los ojos, sufrieran menos. Pero, solo al aceptarlo podemos cambiar lo que deseamos. Ya lo decía el médico y psiquiatra, Carl Jung: “lo que niegas te somete y lo que aceptas te transforma”. Por supuesto, es muy importante conocer nuestras fortalezas y debilidades, ya aceptar nuestras imperfecciones con compasión (amabilidad con nosotros mismos). Asimismo, reservar tiempo para actividades que nos gusten; practicar el mindfulness o la meditación para abordar los pensamientos negativos, establecer límites saludables y buscar apoyo en nuestro entorno y/o en profesionales. ¡Nada más y nada menos! Una inversión, quizás costosa, pero con una garantía de por vida, para nosotros y nuestro entorno.

P.: En la travesía que emprende Sol por el bosque, genera vínculos y conexiones que le ayudan a comprender su situación y el sentido de la vida. ¿Crees que nos faltan ese tipo de relaciones en la sociedad actual?

S.R.: Cada individuo puede tener una perspectiva única sobre este tema. Personalmente, me siento tan agradecida como Sol por los vínculos que he cultivado y por las lecciones que he aprendido a lo largo de mi vida. De hecho, he buscado reflejar esta idea a través de los personajes que Sol encuentra en su travesía por el bosque. Considero que cada encuentro y experiencia guarda una lección valiosa, y estoy profundamente agradecida por ello; pero como dice el proverbio zen: “el maestro aparece cuando el discípulo está preparado”.

P.: ¿Cómo se debe actuar frente a los haters, o las personas que critican y juzgan al resto?

S.R.: Creo que es necesario establecer una regulación estricta ante “el todo vale” en las redes sociales y en situaciones de bullying en las escuelas. Sin embargo, es importante reconocer que el odio está arraigado en nuestra sociedad. No hay más que encender la televisión y ver que determinados programas viven de la crítica constante y son los cuentan con mayor audiencia. Es posible que eso haya sentado un precedente, porque con la llegada de las redes sociales, eso ha dado carta blanca a los “odiadores” para expresarse desde el anonimato. Esta toxicidad, nos afecta a todos, pero sobre todo, me preocupa la salud mental de muchos jóvenes que carecen de herramientas para gestionarla. Dicho esto, también es importante reflexionar sobre nuestras  propias acciones y reconocer sí, en algún momento, hemos favorecido, a ese tipo de comportamiento. Muchas veces, sin darnos cuenta, podemos haber actuado como “haters”, expresando ira o emitiendo  comentarios críticos,  al descargar nuestra rabia, violencia física o verbal ante nuestros hijos, parejas, o al emitir comentarios que, sin que lo sepamos, están motivados por la envidia. En este sentido, es importante recordar la ley del espejo: lo que criticamos en otros, a menudo refleja aspectos de nosotros mismos que no hemos aceptado o enfrentado. Reconocer nuestras tendencias críticas nos permite trabajar en aspectos como el autocontrol, la comunicación asertiva, la autocompasión y la empatía. Al final, todos tenemos la responsabilidad de contribuir a un ambiente más respetuoso y compasivo, y ese trabajo, también empieza por uno mismo.

P.: ¿Cuál ha sido tu propio proceso de autodescubrimiento y autoestima?

S.R.: Aunque desde muy jovencita me interesaron los temas relacionados con la psicología y el crecimiento personal, fue cuando decidí convertirme en madre que empecé a trabajar activamente en mi propio proceso. Antes de eso, solía evadir la responsabilidad de mi vida, buscando llenar esos vacíos emocionales a través de relaciones interpersonales, títulos académicos y proyectos emprendedores. Me di cuenta de que era adicta a las relaciones y temía la soledad, lo que me llevó a vivir una montaña rusa emocional, experimentando tanto momentos de alegría como de mucho sufrimiento. Sin embargo, la perspectiva de la maternidad me llevó a cuestionar profundamente mi forma de vivir. Desde entonces, me he comprometido activamente a trabajar en mí misma, reconociendo que el proceso de autodescubrimiento es continuo y que siempre hay espacio para crecer y aprender. Mi viaje hacia una mayor autoestima y autodescubrimiento es una aventura en constante evolución y hasta el día en que me muera, me gustaría seguir explorando y compartiendo cada aprendizaje de este camino, para que otras personas también puedan conseguir tener una vida más plena.

Sonia Rico. (Foto-Ana Palma).

P.: ¿Hay alguna afirmación o frase que te guste recitar cuando olvidas tu valía?

S.R.: Más que recitar una frase, encuentro paz en conectarme con la naturaleza. Al observar su magnificencia, me doy cuenta de que soy un milagro, al igual que lo es cualquier animal, flor o ser vivo. Contemplo cómo los árboles no cuestionan su valía, ni se comparan con nadie, simplemente existen y contribuyen al bienestar de su entorno. En esos momentos, trato de volver al silencio, tratando de apaciguar mis pensamientos, que, a menudo, distorsionan mi percepción, y entonces, trato de agradecer todo cuando me rodea. Así que mi mantra podría ser un: “gracias, gracias, gracias”.

P.: El libro, al fin y al cabo, habla del amor propio y hacia el resto. ¿Es un ejercicio fácil, transmitir amor?

S.R.: Creo que es una de las tareas más difíciles que existen. El amor es la esencia misma de la vida, una maestría que nos guía hacia la felicidad según los grandes sabios como Buda, Jesucristo, Confucio, Lao Tse… El poder transformador del amor es innegable; sin embargo, para alcanzar ese estado de amor puro, debemos liberarnos del ego, el cual se alimenta del miedo, la ira o la envidia. Muchas veces confundimos el amor con la necesidad, priorizando nuestra voluntad sobre la del prójimo. Eric Fromm, en su obra ‘El arte de amar’, expone que el amor implica la ausencia de egoísmo, señalando que nosotros mismos somos el mayor obstáculo para amar debido a nuestro ego. Este se manifiesta a través de temores como el miedo al dolor, a perder lo que tenemos o a que nuestras expectativas no se cumplan. Por lo tanto, si deseamos cultivar el amor verdadero, debemos liberarnos de las barreras que obstaculizan su flujo, como los patrones de pensamiento negativo, la culpa y el orgullo. Es un trabajo interno que nos lleva a abrirnos al amor incondicional, tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás.

P.: Por último, Sol, la protagonista de la historia, aprende lecciones muy valiosas durante su viaje. ¿Cuál es la moraleja esencial de esta fábula?

S.R.: La moraleja es que todos llevamos dentro una magia única y poderosa que puede ser descubierta a través del autoconocimiento, la aceptación de uno mismo y el amor incondicional hacia nosotros, los demás y nuestro entorno. Al igual que Sol, cada uno de nosotros puede emprender un viaje interior para encontrar esa magia interior y vivir una vida más plena y auténtica, pero no quiero hacer spoiler, así que invito a los lectores a descubrirlo en las páginas de ‘La bruja que perdió la magia’.

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