La belleza desnuda de ‘Una lluvia irlandesa’

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Bajo la mano del dramaturgo y director Josep Pere Peyro llegó al espacio escénico La Màquina ‘Una lluvia irlandesa’, pieza galardonada en 1995 por el Premio de la crítica en el Festival Internacional de Chile y con notable éxito de prensa y público en su larga gira por Latinoamérica. La obra nos sumerge en el mundo de dos personajes cuya relación, con largos años de convivencia, acaba deteriorándose entre reproches y contrapuntos (algunos sutiles, otros graves). Bajo un juego de encuentros y desencuentros, ‘Una lluvia irlandesa’ deja al descubierto los elementos que subyacen en la violencia de género, a través de un cara a cara sin artificios ni adornos.

Gretel Stuyck y Rafa Cruz construyen con modélica composición unos personajes creíbles y auténticos que nos trasladan, desde el primer minuto, a todo un universo interior donde reina la confusión, el dolor, el humor hiriente y la tragedia individual.

Una imagen de la obra.

Como si de una propuesta de ‘teatro integral’ de André Gregory (ruptura de la cuarta pared/disolución del método Stanislavski/proximidad del público…), la obra toca desde todas sus vertientes (la textual, la interpretativa, la emocional…), la invisible huella del maltrato y el abuso hacia una mujer.

Dividida en cuatro intensas escenas, ‘Una lluvia irlandesa’ apela al minimalismo escénico para dejar que el texto y la labor actoral, generen la magia integradora entre el público y la historia expuesta. Con solo una mesa representando una taberna, el encendido de unas velas (como metáfora del tiempo transcurrido), y un fondo musical de blues, Peyro fabrica una magnífica pieza que va más allá del ensayó conceptual, para situarnos en un mundo de cercanía y dolor (de grietas invisibles) y de lluvia empapadora. Sin dudas, un teatro necesario y de impecable factura. No se la pierdan.

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