¿Cómo superar el miedo a hablar en una presentación?

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Según los especialistas, tener cierto miedo o ansiedad al momento de hablar en público es completamente normal. El problema radica, sin embargo, en que muchas veces esos miedos o ansiedades son desproporcionados y terminan paralizando o generando síntomas mucho más graves.

Desde luego, hay personas que tienen un talento innato y capacidades interesantes para hablar en público, para agradar y cautivar a la audiencia de forma fácil. Pero son una minoría. La gran mayoría de las personas que necesitan hablar en una presentación, en un evento público, por lo general sienten temor, pánico e incluso mucha ansiedad. Saber controlarse y proseguir es lo que se requiere. Y hay muchos consejos para lograrlo.

Prepararse para hablar mejor en público

Los cursos de oratoria son fundamentales para mejorar la dicción, para cautivar mejor a través de la gesticulación y la voz, pero no para superar el miedo. En ese caso, lo ideal es apuntarse a un curso de miedo a hablar en público, donde se abordan precisamente estos temas desde un punto de vista psicológico.

Prepararse en un curso para superar el miedo a hablar en público ofrece muchas ventajas, como el hecho de contar con la asesoría de profesionales en áreas como la psicología y la oratoria a la vez, pero al mismo tiempo, enseña sobre:

  • Las razones de que se tenga miedo, ansiedad o hasta pánico al hablar en público.
  • ¿Qué es la ansiedad anticipatoria y cómo superarla para mantener la calma y hacer una presentación?
  • Reducir el miedo y tener mayores capacidades y estrategias para hablar en público.

Recomendaciones para hablar en público sin miedo

Taquicardia, sudoración excesiva, voz temblorosa y baja, bajos niveles de concentración, temblor o sencillamente quedarse paralizado, son algunas de las tantas sensaciones que experimentan las personas con miedo a hablar en público. Hay varias recomendaciones que pueden ayudar a seguir y hacerlo bien, a pesar de todo.

  • Prepararse más de la cuenta: mucho del miedo que se tiene a hablar en público viene dado por el síndrome del impostor -de no creerse capaz de lograrlo-, pero también, de no saber si se ganará al público rápidamente. Para ello, lo mejor es prepararse con mucha antelación, entendiendo qué público estará presente, qué método de abordaje será mejor para el discurso, qué frases pueden ser enfatizadas para captar la atención, y por qué no, qué recursos pueden ser útiles para “improvisar” en ciertos casos.
  • Practicar mucho: mientras lo anterior tiene mucho que ver con lo teórico y lo metodológico, lo siguiente es más práctico. Y es precisamente eso, aprovechar cualquier ocasión, con familiares, con amigos, con compañeros de trabajo o de estudio, y practicar la charla, exposición o discurso. En este caso, no se sentirá miedo, sino posiblemente vergüenza o timidez, pero los recursos utilizados para disiparlos serán prácticamente los mismos, por lo que es una barrera “sin riesgo” que se puede sortear para ganar fluidez y confianza para el gran día.
  • Personalidad: el principal miedo de hablar en público, como se decía, tiene que ver con el temor a que las personas no empaticen con lo que se está presentando. Para lograrlo, hay que tener personalidad. Algunos consejos interesantes, ideales para quienes tienen miedo de enfrentarse al público, es crear dinamismo, hablar en un lenguaje más ameno y cercano, y dependiendo del contexto, contar anécdotas, brindar ejemplos, ser tú mismo, como se suele decir. Y, si la ocasión o el tema lo requiere, aprovechar el lenguaje no verbal, la mirada, la gesticulación, para brindar énfasis, contexto y lógica a todo lo que se está diciendo. Estos sencillos trucos dicen más que mil palabras y sobre todo, captan muy bien la atención de la audiencia.
  • Orden lógico de temas, más no de textos: incluso en los más altos niveles, muchas personas olvidan frases o textos enteros al exponer, y se paralizan. Por eso, lo mejor para evitar estos problemas es ordenar las ideas y los temas de acuerdo a una lógica concreta, que permita rápidamente recordarlas o incluso revisarlas, pero que permitan también improvisar o no ser tan estricto con las frases y textos. Eso evitará la sensación de haber olvidado algo y, con ello, la llegada nuevamente de la ansiedad.

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