Cuando el otoño nos grita…

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“Yo planto árboles para que sea menos mortal la muerte” nos dice Joaquín Araujo. ¿Pero qué pasa cuando se talan? ¿Hacemos más mortal la vida?

PAI Torreta del Pirata de Godella
Foto: NaturaGodella.com

En Godella se han iniciado las obras del PAI de la Cañada de Trilles, la loma conocida como La Torreta del Pirata, lo que ha significado en pocos días la tala masiva de uno de los reductos de bosque mediterráneo. Lo que podría haber formado parte del cinturón verde de Valencia, ciudad que ha sido elegida hace apenas unos días Capital Verde Europea 2024, está desapareciendo.

¿Qué está pasando? El equipo de gobierno en su programa electoral defendió la caducidad de este PAI y presume de un discurso de defensa del medio ambiente. Si hacemos memoria, el concejal de urbanismo en un pleno de finales del 2019 dijo: “El PAI está caducado y más que caducado, y eso no tiene vuelta atrás”. Lamento decir que sí que ha tenido vuelta atrás, solo hay que acercarse y ver las máquinas trabajando con una rapidez y eficacia que ya nos gustaría observar en otros asuntos municipales.

Situaciones pasadas nos recuerdan que algo de lucidez puede cambiar el rumbo de lo que ya es inminente, porque ¿cómo sería el espacio protegido de El Saler si se hubiera continuado con el proyecto de urbanización? Parecía que todo estaba decidido y que no había vuelta atrás, testigo de ello son las arquetas del alcantarillado que podemos encontrar entre la vegetación de este paraje natural. ¿O Cómo sería el antiguo cauce del río Turia si la propuesta de utilizarlo como vial para el tráfico rodado de Valencia hubiera salido adelante? En principio esta propuesta que sellaba el cauce era la más interesante, seguramente respaldada por el argumento, infalible, del interés general.

¿No será de interés general preservar los cada vez más exiguos espacios naturales que nos rodean?  ¿Habría sido elegida Valencia Capital Verde Europea en 2024 si el antiguo cauce se hubiera asfaltado?

En Godella sellamos con asfalto y cemento nuestros suelos vivos, dejando pasar la oportunidad de conservar lo que lleva años de largo y lento crecimiento. Parece que no nos importe su destrucción. Es mejor mirar hacia otro lado. Y cuando ya no haya vuelta atrás, entonces sí, entonces lamentaremos lo perdido, o justificaremos lo injustificable.

Porque razones, excusas, explicaciones muy bien orquestadas siempre se encuentran, pero ¿qué pasará cuando se lo expliquemos a nuestros hijos? Si somos honestos con nosotros mismos, dudo que no nos sonrojemos de vergüenza por haber permitido lo que no debería haber sucedido nunca.

¿Nos queda algo de lucidez para cambiar el rumbo de lo que parece inevitable?

Dejemos de hacer más mortal la vida, porque es ahora, con las máquinas, cuando el otoño nos grita.

[ Ana Barberá Pastor | Salvem la Torreta del Pirata| [email protected] ]

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