Julia Navarro presenta ‘Una historia compartida’: “No nos podemos entender los unos sin los otros”

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Julia Navarro (Madrid, 1953) regresa a las librerías con ‘Una historia compartida’, un alto en el camino de sus habituales novelas, para ofrecer al lector una lectura más íntima de aquellas mujeres, que sin ellos o con ellos, forman parte del baúl literario de la escritora madrileña, autora de otros títulos como ‘Tú no matarás’, ‘Dime quién soy’ o ‘La biblia de barro’ entre otros.

Foto Julia Navarro de Juan Manuel Fernández.
Foto de Juan Manuel Fernández

En su visita a la Fira del Llibre de València, nuestra colaboradora Arantxa Carceller entrevistó a la autora para Hortanoticias.

Pregunta - ¿Cómo nace ‘Una historia compartida’?

Respuesta- Nace por el Covid. ‘Una historia compartida’ nace durante el encierro, cuando estamos confinados. Termino de escribir ‘De ninguna parte’, y en ese momento me pongo a escribir una novela, que ya tenía pergeñada, pero no podía. A mí me estaba afectando el encierro. Entonces, creo, que, ante mis ganas de escapar, empecé a escribir este libro como si fuera un diario, de recuerdos, de lecturas, de recuerdos de viajes, en qué momentos llegan determinados libros a mi vida, y quise hacerlo sobre todo de mujeres que a mí me habían impactado. Al mismo tiempo, siempre siento curiosidad por quiénes son las personas que acompañan a las personas que a mí me han impactado. Porque pienso que no nos podemos entender los unos sin los otros, para bien o para mal. Ahí, empecé a indagar un poco quién eran ellos, los hombres, ya fueran sus padres, maridos, jefes. Por lo tanto, este libro no lo habría escrito antes de la pandemia, ni después de la pandemia.

P- ¿De todas las mujeres que aparecen en el libro cuál le ha impactado más?

R- Me impresionan todas. Si me dices qué mujeres han dejado una huella especial en mí, diría dos mujeres que para mí han sido muy importantes a la hora de ayudarme a conformar mi pensamiento, una es Virginia Woolf, para mí es fundamental, y otra es Doris Lessing, con su ‘Cuaderno dorado’, que fue mi libro de cabecera durante muchos años.

P- Entonces, ¿cómo ha sido la selección?

R- Anárquica. Faltan muchas mujeres en este libro, porque no están todas. Yo digo que es casi como un diario personal, que nace a borbotones. De repente, me acordaba de mis viajes a Grecia, y me preguntaba qué mujeres me interesaban del mundo clásico. Claro, la lista es enorme. No lo escribí con un afán académico, sino como un recorrido personal. Quise hacer una lectura distinta de la historia de estas mujeres que a mí me han impactado. Por ejemplo, cuando he visto en el teatro el mito de Medea, a mí siempre ha indignado muchísimo que Jason siempre se vaya de rositas. Medea es verdad, es una asesina, pero todo lo que hace es porque está en enferma de amor por Jason; y él no hubiese conseguido nada si no hubiese sido por los crímenes de Medea. Y eso siempre me ha fastidiado. No niego que sea una asesina, lo que me fastidia es que de repente los historiadores han disociado. Por una parte, esta ella, la bruja, y por otra parte está él, el héroe, un héroe gracias a todo lo que ha hecho Medea. Entonces lo que hago, es una lectura muy personal. Porque a mí no me interesa una historia de partes. Porque al final, todos somos en función de las personas con las que nos hemos relacionado.

P- ¿Es la primera vez que reivindica la figura de la mujer junto a la de los hombres?

R- Por mera curiosidad. Yo soy feminista, porque soy demócrata. Creo que no se puede ser demócrata, si no se es feminista. Porque yo creo en una sociedad de ciudadanos iguales. Si hay una parte de esa sociedad en que no tiene los mismos derechos, ni las mismas oportunidades, la calidad democrática de esa sociedad deja mucho que desear. Por tanto, creo que para ser demócrata hay que ser feminista. No comparto muchas cosas del feminismo de la cuarta ola, pero me parece interesante escuchar a las más jóvenes. Porque el presente y el futuro, ya no es mío, es suyo. Por tanto, aunque yo discrepe de ellas, me interesa saber qué dicen y porque llegan a las conclusiones que llegan. Me parece interesante, y me parece que de la discrepancia y del debate siempre puede salir algo.

Por otra parte, no creo que seamos entes que vivamos disociados del resto. Y no creo que nos podamos explicar a nosotros mismos, si no es en relación con los otros. La historia la han escrito los hombres, entonces han escrito desde una perspectiva desde la supremacía masculina. Ahora, nosotras podemos hacer lo mismo, pero a la inversa, pero, seguiríamos sin contar la historia. O la historia es común, con todo lo que tiene, de carga positiva y negativa, o no hay una historia.

P- En su libro también habla de aquellas que dieron un paso atrás, ¿cuántas mujeres sacrificaron su talento, su figura?

R- Hay muchas, sobre todo, en la generación del 27. Me ha llamado muchísimo la atención las mujeres que han sido parte de la vida de los grandes autores. Y cómo el talento de ellas ha sido absolutamente eclipsado por ellos. No tanto porque ellos hayan querido eclipsarlas, que también, sino porque ellas han dado ese paso atrás, dejando que ellos brillasen. El caso de María Teresa León. A mí me parece mucho más interesante, desde el punto de vista literario, la obra de María Teresa León que la de Alberti. Supongo que esto parece un anatema, pero a mí me interesa mucho más el mundo que ella cuenta. Sin embargo, María Teresa León da un paso atrás, y deja que todos los focos se centren en Alberti y se dedica a él en cuerpo y alma. Por qué hacen eso las mujeres. Porque todavía tenían, y es algo que tenemos que lograr despojarnos de ello, siglos y siglos de preeminencia masculina, porque desde el principio de los tiempos ha habido un reparto. La maternidad de algún modo nos determina. También le pasa a Zenobia.

P- Por último, ¿estamos ante el libro más íntimo de Julia Navarro?

R- Sin duda. Aunque esa no era mi intención. Empecé a escribirlo como una vía de escape. Empecé a recordar mis viajes, mis momentos más felices. Ahí se iba mezclando todo. Ni siquiera cuando estaba corrigiendo el libro era consciente de lo mucho que estaba contando de mí.

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