Javier Sierra: “Nada impide suponer, desde la ciencia, que un agente patógeno tenga procedencia extraterrestre”

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Conocido por abordar temas relacionados al mundo del misterio y de lo insólito, Javier Sierra es autor de once destacados títulos (entre obras de investigación y novelas) entre los que sobresalen ‘La cena secreta’, ‘La dama azul’, ‘El ángel perdido’, ‘El maestro del Prado’, ‘La pirámide inmortal’ o ‘El fuego invisible’(obra con la que obtuvo el Premio Planeta 2017). Sus trabajos literarios ocupan los puestos más altos en las listas de libros más vendidos en Estados Unidos y Latinoamérica y es, desde los últimos diez años, uno de los autores españoles más importantes del panorama mundial. Hace muy pocos días, tras el largo período de confinamiento, llegó a los anaqueles de las librerías su nuevo trabajo: ‘El mensaje de Pandora’ (Editorial Planeta), una obra que, a modo de misiva, hunde su lectura en las raíces de la mitología, la historia y la ciencia para dar un punto de luz y esperanza (como la que queda en la famosa caja), sobre la pandemia.

Javier Sierra. (Foto-Cortesía de Editorial Planeta).

Escrita durante el encierro hogareño, Sierra  nos abre las interioridades de su nueva novela en una larga y muy interesante entrevista que, como pequeño dato al lector, debía durar entre 15 y 20 minutos y terminó siendo una charla de casi tres cuarto de hora. Hay que destacar que Javier Sierra no solo es un excelente contador de historias sino también un magnífico interlocutor.

Pregunta: Autores como Michael Crichton y Robin Cook, especialmente en sus últimos trabajos literarios, plantean temas como el grave peligro que supone alterar la naturaleza y su entorno ante la irrupción de virus y bacterias desconocidos localizados en microclimas muy concretos, ¿crees que estamos arriesgando demasiado en la explotación de los recursos y violando casi todos los parajes de la Tierra?

Javier Sierra: Tengo que coincidir con los autores que mencionas. Desde mi punto de vista no cabe ninguna duda de que buena parte de las pandemias más hostiles contra el ser humano tienen un origen con nuestra mala relación con la naturaleza. De hecho, en eso hay consenso científico. Los virus que nos agreden son de origen zoonótico, se generan en el entorno animal, saltan a la esfera humana y es ahí donde empieza la batalla. Pero mira…, esto es tan antiguo como la civilización. En el momento en que el ser humano desarrolla la agricultura y la ganadería empieza a producirse ese trasvase en donde los virus saltan y mutan de manera más rápida y agresiva hacía las personas. Sí, sí, yo lo veo clarísimamente como parte de un proceso civilizador. Los virus son parte de un proceso civilizador, en muchos sentidos, y no solo porque se originan en entornos fundacionales de la civilización como es la ganadería, sino también en el hecho de que su influencia, en determinados momentos de la historia, nos ha obligado a evolucionar como civilización…

P: … ¿Quieres decir que los virus nos han empujado a avanzar como seres civilizados?

J.S.: Sí, sí, sin lugar a dudas. Nos han empujado a ir hacia adelante. Cuando abres el gran angular de la historia y no lo ves solo desde la perspectiva sanitaria o del dolor o desde la muerte y…, lo ves desde la perspectiva de la historia estás viendo, clarísimamente, que son un actor fundamental de la evolución humana y de hecho…, es un poco lo que yo he querido incorporar en la novela, porque el fondo del mensaje viene a gritarle al lector que tenemos que establecer un nuevo pacto con la naturaleza de mayor equilibrio para controlar este tipo de focos como el que estamos ahora padeciendo.

P.: Te comentaba lo de Cook y Crichton porque fueron anticipatorios en muchos de sus trabajos novelísticos y además los dos con la titulación de médicos y conocedores de las investigaciones más importantes en el campo de la ciencia.

J.S.: ¡Claro! Es tarea del escritor anticiparse. Una de las características importantes de la literatura es que permite generar escenarios probables que a veces se materializan y a veces no, desgraciadamente, pero que nos ayudan a prepararnos como especie. De alguna manera somos estrategas los escritores e imaginamos cosas que pueden ocurrir en base a datos y argumentos plausibles.

P.: Juan Luis Arsuaga, toda una autoridad en el campo de la investigación antropológica, comenta en varios de sus trabajos y entrevistas, que el ser humano ha perdido su componente de ‘realidad mágica’ en su contacto con la naturaleza. La invocación, el respecto a lo que da y quita el entorno natural, el conocer los límites del hábitat y los beneficios que otorga eran síntomas de un equilibrio, ¿coincides con Arsuaga que hemos perdido vinculación, armonía y respeto a la relación que hemos tenido con la naturaleza?

J.S.: Bueno, en ese sentido Arsuaga se está remontando a una época que es la del Paleolítico en donde todas esas circunstancias se daban pero…, en el momento que irrumpe la civilización, en el momento en el que el ser humano se asienta en un territorio y deja de ser un cazador nómada, en el momento en el que trata de controlar la naturaleza y ponerla a su servicio…, en ese momento empiezan los líos. Empiezan, los seres humanos, a desequilibrar la relación.

Portada del libro.

P.: Bueno…, empiezan los líos porque de alguna forma también comienza a tomar distancia de un pensamiento que era sensible con su entorno y con su propia manera de entender el mundo. Rompe la correlación.

J.S.: ¡Indudablemente! Al dejar de existir una vinculación especial con la naturaleza, ese destalle que destaca Arsuaga, todo empieza a cambiar. Es una buena observación la tuya. Fíjate que en ‘El mensaje de Pandora’ hay una parte que se dedica a la pintura rupestre y lo que se percibe, de alguna manera, es cierta nostalgia de ese período de tránsito del Paleolítico al Neolítico. De alguna forma, las representaciones más antiguas en las que aparecen seres humanos, se los representa mitad humanos, mitad animales. Es lo que se llama ‘El chamán’, ¿verdad? Bueno…, todo este tipo de figuras, de alguna manera, están representando ese momento que estamos integrando, como especie dominante, sus poderes…, es decir, queremos extraer de los animales sus capacidades, las que nos asombran, su fuerza, su visión, sus movimientos… Luego, lo que hacemos, es ya imponer al hombre como la especie que controla la naturaleza y…, en esa posición estamos ahora. Pensamos en la naturaleza como una fuente de recursos y no pensamos en la naturaleza como parte nuestra propia naturaleza como especie y…, esa es la madre de los males.

P.: Recurrí a Arsuaga porque sé que ambos compartís esa misma sensibilidad sobre el factor que la naturaleza no es ajena a nosotros sino que somos parte de un eslabón de ella.

J.S.: Es que ese factor es fundamental, ¡claro que hemos perdido esa relación tan especial y tan necesaria! De alguna manera situaciones como las que estamos viviendo deberían generar un mayor diálogo sobre este particular. Ser conscientes que cuando se habla de si el virus del COVID-19 viene del murciélago o del pangolín…, eso es lo que menos importa. Lo que importa es qué hemos hecho con el entorno del murciélago y del pangolín para que estén dentro de la esfera humana. ¿Qué hemos hecho? Hemos depredado sus lugares, sus hábitats, y…, ese murciélago ha tenido que anidar en los alféizares de las ventanas. No ya anidar en los bosques o en la selva, sino junto a los seres humanos. Ésa es la clave. En el fondo todo viene de eso. Fíjate, ese discurso de correlación con la naturaleza, yo no lo veo como un discurso ecologista ni…

P.: … ¡No, no! Arsuaga tampoco lo expone como un tema ecologista, para nada.

J.S.: Claro, claro. Mi perspectiva, y es la que trato de incorporar en mi libro, es que no solo hay que verlo desde el punto vista ecologista porque de alguna manera esa perspectiva es un poco supremacista donde el hombre…

P.: … Es una visión muy soberbia en ocasiones.

J.S.: Totalmente soberbia. Yo lo veo desde una perspectiva, si me permites, más ‘cosmista’ en el sentido que formamos parte de un mecanismo cósmico, mucho más amplio que la propia Tierra. Nosotros solo miramos la Tierra porque nuestra capacidad de visión solo se limita a nuestra atmósfera pero…, ¡ahora que empezamos a ver cómo es el universo las cosas son distintas! Ahora que empezamos a ver que ahí, ahí fuera, según el último cómputo que hizo la Universidad de British Columbia sobre planetas tipo Tierra que hay en nuestra Vía Láctea es de 6.000 millones. ¡Imagínate 6.000 millones de mundos solo en nuestra galaxia! La Tierra no solo es una excepción (que es lo que siempre hemos defendido como cultura en donde la Tierra es una excepción y dentro de esa Tierra el hombre es otra excepción), sino que es una vulgaridad y…, cuando tú te pones desde esa óptica todo cambia.

P.: Algunos investigadores de astrobiología, como el profesor Michael Papagiannis del MIT, aseguran que no estamos exentos de recibir microorganismos de procedencia extraterrestre, incluso Papagiannis indica que podrían estar aquí desde hace millones de años.

J.S.: Tocas un tema apasionante y…, es que lo señalas es fundamental. El tema que sacas es una de las pasiones de la astrobiología. Fíjate, la astrobiología lo que defiende es que la vida en la Tierra se generó por panspermia, es decir que cometas, asteroides, meteoritos…, entraron en la Tierra en la primitiva atmósfera terrestre hace 4.000 millones de años y, a partir de ahí, empezaron a infectar el planeta. Somos una infección. La vida es una infección. Y…, esos mismos vehículos…, ese mismo transporte sigue todavía bombardeando la Tierra a día de hoy. A fecha de hoy, ahora mismo, microorganismos de las mismas familias, con toda seguridad según esta teoría, siguen cayendo a nuestro planeta, y eso lo señalo en mi libro, a razón de 100.000 kilos, al día, de polvo de fragmentos que se deshacen al chocar con la atmósfera. No sabemos lo que contiene ese polvo y los microorganismos que pueden traer contribuyendo a lo que está pasando en este planeta. Nada impide suponer, desde la ciencia, que un agente patógeno tenga procedencia extraterrestre. Nada impide suponer que la Tierra albergue microorganismos, en algún lugar remoto, procedente de un meteorito o polvo espacial de hace millones y millones de años.

P.: Bueno…, esto nos da a entender que formamos parte de un todo en el universo.

J.S.: ¡Exacto! Ahí está el tema. Por eso la visión ‘cosmista’ que te decía antes cobra valor. Fíjate, estos astrobiólogos también apuntan a una cosa muy interesante; a lo mejor, de cara futuras pandemias, si muchas de ellas pueden haber sido desencadenadas o potenciadas por este tipo de precipitaciones de polvo cósmico a lo mejor, a futuro, a lo mejor lo que tenemos que hacer no es vacunar individuos sino vacunar la atmósfera.

P.: Suena a pura ciencia ficción, Javier.

J.S.: Pero es interesantísmo aunque te suene a ciencia ficción. Cambia por completo la propuesta, ¿verdad? Ellos piensan más en algo que llaman ‘protección planetaria’. Lo de la ‘protección planetaria’ en astrobiología tiene dos direcciones, la protección planetaria respecto a lo que nos viene de fuera pero…, también la protección planetaria respecto a nosotros.

P.: ¡Eso también es importante! De alguna manera tenemos que protegernos de nosotros mismos.

J.S.: ¡Claro, claro, por supuesto!  Si nosotros mandamos una nave a la Luna, o a Marte, y si la infectamos transportando microbios, esos microbios pueden crear una auténtica catástrofe en ese lugar. De hecho, esto que te planteo, ha ocurrido en fechas recientes. No sé si recuerdas que el año pasado Israel envió una nave a la Luna que se estrelló y…, al mes de aquel accidente uno de los financieros de aquella misión, un magnate judío/americano,   declaró que había incorporado en ese viaje un pequeño ‘equipaje’ con unas láminas que él había infectado deliberadamente con ‘tardígrados’ (microorganismos también llamados osos de agua). Estos microorganismos aguantan temperaturas entre el cero absoluto (-272 °C) y los 150°C, pueden hibernar durante años como si estuvieran muertos, aguantan sin atmósfera…, pues…, esos tardígrados han ido a la Luna en láminas, la nave ha estallado y sus restos han caído sobre la Luna ni tenemos la más mínima idea de lo que va a pasar con esos tardígrados. Nadie va a ir, evidentemente, a buscar toda esa chatarra a la Luna.

Sierra, desvela algunas de las claves de su nuevo trabajo literario. (Foto-Cortesía de Editorial Planeta).

P.: Es terrible lo que estás contando.

J.S.: Ahí hay, ahora mismo, una contaminación planetaria y quiero que sepas que todo eso está detrás de la astrobiología.

P.: Bueno…, volviendo a tu nueva novela tenemos al personaje de Arys que vive una verdadera transformación a partir de la carta que recibe de su tía que vive en Atenas y…, me llama la atención que se destaque el término transformación porque transformarse es ir más allá de la formación, y creo que tu trabajo, tu obra y sus personajes, siempre apelan al hecho de ir un paso más allá de lo que conocemos o de la información que tenemos, ¿es así?

J.S.: Sí, sí. De alguna manera toda mi obra, y ésta en particular, a lo que apela es a la evolución a partir de la curiosidad. La necesidad de aprendizaje es lo que genera desarrollo del conocimiento; si tú no necesitas aprender algo, evidentemente no lo vas a aprender y ese conocimiento puede pasar a tu lado y no lo vas a agarrar. Por eso creo personajes que están en ese momento en el que necesitan aprender algo y lo que lo que he construido con Arys es una metáfora de nuestra sociedad actual. Y es una metáfora porque miro en el espejo de nuestra sociedad y veo que, desde la Guerra Fría, nuestra sociedad se ha infantilizado mucho. Acaba la Guerra Fría, parece que más o menos todo está bajo control, se produce un desarrollo tecnológico exponencial y parece que todo es dominable, y como te sientes bien cuidado no tomas decisiones entonces…, ¿qué es lo que ocurre?, que esa sociedad infantilizada se ha enfrentado al dilema de la muerte en forma de pandemia por el COVID-19. No hay nada que te ayude más a evolucionar que una desgracia en tu vida o sentir próxima la cercanía de la muerte. Eso te hace madurar, por lo tanto Arys está en esa posición y a través de una carta su tía le explica cómo se sale de esta situación, le indica que tiene futuro, que no se desespere y para explicárselo mira esta situación en relación a tres pilares fundamentales que son la historia, la ciencia y la mitología. ¿Por qué me interesa la mitología? Porque son los relatos más antiguos y la primera respuesta humana a cualquier desafío. Cuando se confronta con estos tres elementos pues…, salen muchas lecciones. Por lo tanto es uno de eso libros que, de manera muy directa, apela a la reflexión del lector y que se asuma dar ese paso más. No he buscado entretenerle con una trama de muertes, espías…, en fin, con un thriller al uso. Lo que le doy es un libro que le va a hacer reflexionar y…, digamos que es un mensaje de urgencia y que arranque al lector del adormecimiento que nos provoca esta situación a través de las noticias. El estar pendiente de lo cuantitativo y no de lo cualitativo es denigrante. He trato de zarandear al lector y decirle ‘¡despierta, despierta!’.

P.: Pero tú sabes que existe toda una maquinaria para crear pereza intelectual y crear alergia por el conocimiento.

J.S.: ¡Lo tengo clarísimo, vamos! Y en ese sentido sí que me puedo considerar un antisistema (comenta con humor).  Yo no quiero una sociedad dormida, quiero gente espabilada, no quiero gente que la manipulen y la lleven, de repente, a tirar estatuas o a pintarlas. Necesitamos tener conocimiento y reflexionar y…, me parece absurdo y bochornoso que haya manipulación y exista el deseo de perpetuar la ignorancia.

P.: En una de sus conferencias, Borges rescata el mito de Pandora alegando que va más allá de la representación simbólica y dice: “Los dioses tejen desventuras en los hombres para que conozcan su fragilidad y después las cantes”.  De alguna forma tu recuperas el espíritu borgiano para ‘cantarlo’, es decir, para decirlo, para contarlo.

J.S.: Sí, sí, totalmente coincido con el adagio que rescatas de Borges. Tú piensa que los mitos tenían que ser, en gran medida, exagerados, para queden en la memoria de la gente y se transmitiera de generación en generación. No había escritura por aquel entonces  pero…, en este caso, el de Pandora, sí que hay una metalectura de Pandora ya que el mito de Pandora está en la historia de Prometeo. Si lo ves desde la óptica de la teoría de la panspermia, el mito de Pandora es una transfiguración de la panspermia: las enfermedades nos vienen enviadas desde los cielos. Ahí hay un paralelismo poético maravilloso. También hay otra advertencia que es muy curiosa: los dioses se enfadan con el ser humano en el momento en el que él desarrolla la inteligencia; es decir, en el momento en el que el ser humano se aparta de la naturaleza e impone la inteligencia sobre la naturaleza vienen los castigos y…, además es un mito paralelo al que encontramos en el Génesis con Adán y Eva. Eva es la que le da a probar a Adán la fruta prohibida, toman consciencia de los que son y…, son expulsados del Paraíso. Como ves todo está entrelazado y eso a Borges le fascinaba. La urdimbre interna de las mitologías sobre las que hemos construido lo somos era lo que Borges intuía o lo que creía intuir y…, a mí me pasa lo mismo.

P.: Da la sensación que de una u otra forma siempre se vuelve a Borges y sus conexiones.

J.S.: ¡Claro! ¡Pero es lógico! Borges es un tejedor y de alguna manera se fija en cómo se ha tejido la historia y los relatos. No hay nada más interesante que ver eso que él señala.

P.: Volviendo a los dioses y sus cielos, te traigo a la memoria una frase que le dice Aquiles a su amigo Ulises: “Los dioses desconocen los sentimientos humanos por eso desean parecerse a nosotros”; ¿crees que de alguna forma los dioses, en su componente mitológico, nos tratan como a pequeñas ratitas de laboratorio para saber qué sentimos y cómo actuamos?

J.S.: Bueno…, si conviertes a los dioses en el espíritu de la naturaleza, y pongo esto entre muchas comillas, es obvio que cuando nosotros, por nuestra transformación al ser inteligentes, nos alejamos de la naturaleza, esos dioses empiezan a no comprendernos.  Algo ha pasado dentro de especie de tumor que le ha salido a la naturaleza que el resto no entiende. No entiende que esa mente panteísta, que lo domina todo, haga las cosas a su capricho. Fíjate que me gusta que hayas sacado este tema; ésa historia está en el corazón de ‘El mensaje de Pandora’ y de cómo los dioses, la naturaleza, reacciona a la huida del hombre. Has tocado un tema clave de la novela y un punto muy importante.

P.: Habrá que leer con mucha atención ‘El mensaje de Pandora’ entonces. Javier, mil gracias por tu amabilidad y permitirnos conocer los intríngulis de tu nueva obra y…, gracias por el largo tiempo que nos has dedicado.

J.S.: Ha sido un verdadero placer conversar contigo y responder a tus preguntas y…, espero que los lectores disfruten de la novela y les invite a ser más curiosos.

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