A pesar de confesarse un espíritu alegre y positivo, tras su expulsión en la cuarta ronda eliminatoria de MasterChef 4, Esmeralda, vecina de Massalfassar desde hace 10 años, reconoce que su paso por el programa ha sido una experiencia un tanto agridulce. Flamear incorrectamente en la prueba eliminatoria le obligó a colgar el delantal.
Sobre sus rencillas con algunos compañeros, especialmente con Rocío, con quien tuvo un enfrentamiento en la prueba por equipos por culpa de un supuesto horno que no funcionaba, Esmeralda no le da importancia y declara que en su paso por el concurso “al final, todo son experiencias personales” y que “siempre tienes que quedarte con todo lo positivo”. Reconoce que tal vez chocaron por la diferencia de caracteres. Por otra parte, como favorito y futuro ganador de esta cuarta edición de MasterChef elige a Ángel, un compañero que define como transparente, noble y con ganas de dedicarse al mundo de los fogones.
A pesar de todo, su situación actual es de felicidad ya que está realizando las prácticas de un curso de cocina y repostería que empezó antes de su entrada en MasterChef en el Horno San Bartolomé de Valencia con el dueño Jesús Machi, quien tiene varios premios al mejor panadero de la ciudad. “Voy a seguir trabajando en el mundo de la gastronomía”, asegura convencida, después de haber dejado su puesto como comercial hace dos años para dedicarse al mundo culinario, una afición que realmente empezó de forma tardía, al independizarse. Además, se declara seguidora de todo tipo de cocina, aunque confiesa que no le parece bien “empezar con la cocina de vanguardia, sino con la cocina de toda la vida, esa que necesita tiempo para que luego puedas hacer cosas más espectaculares”.
Respecto al recibimiento en Massalfassar tras ser eliminada, afirma que está encantada por cómo la han acogido. También gracias a las redes sociales que le crearon para el programa puede notar el apoyo de la gente. “Yo no tenía cuenta de Twitter y ver tantos mensajes de apoyo es muy bonito”, declara. Del mismo modo, define como extraño a la vez que gratificante que le paren por la calle y la gente la reconozca incluso en la panadería.
Como guinda final a una entrevista tan dulce como su carácter, Esmeralda dejó dos sentencias que definen y resumen su paso por el programa: “en la vida no hay que tener miedo” y “a veces se gana y otras se aprende”.
Por Fátima Cremades y Cynthia Orero